Lucía G. Romero: “No quería quedarme en un retrato de la miseria, sino dar un poco de esperanza”

Cura sana

Tras llevarse un Oso de Cristal en la última Berlinale, la joven Lucía G. Romero llegó al festival Karlovy Vary gracias al que es su primer corto, Cura sana. La directora charló con RPI sobre esa emotiva historia de dos hermanas afectadas por la marginalidad en la periferia de Barcelona pero, sobre todo, por los malos tratos de su padre. Un relato, sin embargo, lleno de luminosidad.

Hola Lucía, ¿cómo surgió Cura sana?

“El cortometraje explora cómo romper esos ciclos abusivos dentro de la familia que muy a menudo se repiten”

Es un proyecto de final de carrera que grabé el último año de universidad en la ESCAC y con el que me gradué. Básicamente, relata un día en la vida de Jessica y Alma, que son dos hermanas que sufren una situación de violencia doméstica en casa. El cortometraje las acompaña durante un viaje que hacen a Cáritas a recoger comida, porque también están en una situación de precariedad y, a través de ese viaje, las hermanas empiezan a tratarse más desde los cuidados o del amor en vez de la violencia a la que están acostumbradas. El cortometraje explora cómo romper esos ciclos abusivos dentro de la familia que muy a menudo se repiten. Y también aborda varios temas como el crecimiento de la propia protagonista.

¿Es tu primer corto?

Yo había hecho varios cortes en la ESCAC, pero eran más prácticas. Con este me enfrentaba a un proyecto un poco más grande, con más presupuesto. O sea que sí, se puede considerar mi primer corto.

Lucía G. Romero y la directora de fotografía de Cura Sana,  Gemma de Miguel | Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International

¿Y cómo llegas a esta historia en particular?

Empezó con el personaje de Jessica, un personaje un poco duro en el exterior, pero como una manera para protegerse. Y a raíz de ahí, me fui dando cuenta a medida que iba pensando en el proyecto, que el personaje se asemejaba mucho a la realidad de mi familia, concretamente de mi madre y de mi tía. Entonces, las conversaciones familiares me ayudaron a llegar al resultado de la trama.

Pero Jessica incluso se te parece físicamente, ¿es casualidad?

Es verdad, yo quería una chica como yo, en plan medio cubana medio española. Pero, realmente, fue casualidad que nos pareciéramos tanto. O sea, me han llegado a preguntar si era yo. Pero es que bebe mucho de mis experiencias. También está retratado el barrio y la calle, que es una cosa que yo he vivido mucho desde muy pequeña. Soy de un barrio obrero, no exactamente donde rodamos, aunque hay partes que sí, pero para mí la experiencia de estar en la calle, aunque muchas veces, también desde la desde la prensa, a menudo se retrata estos barrios más marginales o más precarizados como un sitio peligroso. Pero para mí, sin quitar que eso está ahí y que al final la delincuencia también se debe a la situación económica, para mí siempre han sido como un espacio de juego y de diversión, y la calle siempre era como el espacio al que podía recurrir cuando estaba mal en mi casa.

Las actrices son muy buenas, ¿son actrices o no?

Pues no, no son actrices. O sea, la mayor, que parece mucho más mayor de lo que es, tenía sólo 14 años cuando grabamos el corto, y la pequeña, que tenía 8, claro, no tenían experiencia, tampoco tenían formación, nunca habían hecho teatro ni nada así. Pero sí que la mayor es bailarina y como que ya le gustaba un poco todo este mundillo. Pero sí, fue una gran sorpresa. También tuvimos el privilegio y la suerte de tenerlas durante muchos meses antes de rodar, por lo tanto hubo mucho trabajo de ensayo y de escribir un poco el guion y los diálogos con ellas, para que fuera lo más natural posible. Y yo creo que eso también le da un punto de realismo. No tienen como dicción aprendida o forzada sino que lo hacen muy desde ellas mismas.

Tu corto de final de estudios tuvo un estreno mundial en la Berlinale y conseguiste un Oso de Cristal. Luego te invitan aquí con él, al Festival de Karlovy Vary. ¿Cómo te sientes?

“Durante el proceso montaje, nos dimos cuenta de que teníamos algo muy especial”

Yo creo que ha sido muy loco en general. Pero mentiría si no dijera que, sobre todo durante el proceso montaje, nos dimos cuenta de que teníamos algo muy especial. Pero, claro, cuando rodamos el corto, yo tenía 22 años, o sea, no tenía nada de experiencia, así que yo no sabía cómo iba a funcionar y tampoco tenía muchas expectativas, y creo que la gente de alrededor tampoco las tenía porque al final era una práctica más de la escuela. Estoy muy agradecida, la verdad. O sea, es una conjunción de varias cosas que se han juntado: un equipo muy entregado, unas actrices que también lo hacían súper bien, que estuvieron superbién encontradas, aunque también llegamos a ellas casi por casualidad, y luego temáticas que creo que son muy relevantes, y creo que esto ha sido un poco el cóctel para que el corto funcione como ha funcionado.

Lucía G. Romero y la directora de fotografía de Cura Sana,  Gemma de Miguel | Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International

¿Cuáles son tus influencias cinematográficas?

Tengo muchos referentes del cine social más contemporáneo. Uno de ellos es Andrea Arnold, que es una directora británica. Me gusta mucho la temática de sus películas porque siempre pone el foco como en la periferia y eso es una cosa que a mí como como adolescente, cuando la descubrí, también me hizo sentir representada, y me di cuenta de que se podía hacer cine de esto. Ella ha sido una gran inspiración para el corto. Y luego Sean Baker también, al que llegué con la película The Florida Project, que también tiene mucha influencia en el cortometraje porque fue como la primera vez que yo veía un cine social que se trataba desde una manera más luminosa, y eso también me inspiró, porque yo no quería que el corto se quedara simplemente en un retrato de la miseria sino como dar un poco de esperanza. Y también ofrecer soluciones, de la manera más humilde que pueda, porque al final tampoco tengo respuestas, pero sí que para mí era importante que los personajes tuvieran momentos de alegría y de diversión dentro del caos.

Gemma de Miguel y Lucía G. Romero | Foto: Film Servis Festival Karlovy Vary

¿Y qué proyectos tienes ahora?

Pues hace poco menos de un mes, acabé mi etapa universitaria, porque claro, mientras hacía Cura sana, la montaba y la movía, estaba cursando el máster de dirección para especializarme en dirección cinematográfica. Hice el trabajo de final de master, con ESCAC también, que rodé hace 15 días, así que estoy en el proceso de montar ese segundo cortometraje, que con un poco de suerte saldrá el año que viene. Y a la vez también estoy desarrollando el guion de un largometraje que estará basado en Cura sana.

Lo estaba pensando, que la historia da para un largo.

“Con todo lo que está pasando es muy fácil caer en el pesimismo, pero ningún cambio vendrá desde ese nivel de energía, vendrá de una energía compasiva y amorosa”

Nos lo han dicho bastante y era una cosa que yo quería explorar más desde que acabé de rodar. De hecho, ya tenía el gusanillo ahí de antes, el guion lo empecé a escribir mucho antes. Luego, con la selección en Berlín y el éxito del corto solo me ha ayudado más a centrarme en ello. Pero me parece un tema muy interesante y a mí personalmente me ha ayudado mucho a tener presente un poco de lo que habla el corto, que es de la potencia que tienen los cuidados y el amor, que muchas veces, y yo creo que cada vez más, estamos en una sociedad un poco nihilista, y con todo lo que está pasando es muy fácil, si tienes un poco de conciencia social, caer en el pesimismo, la desesperanza, y al final nos olvidamos de que ningún cambio vendrá desde ese nivel de energía, vendrá de una energía compasiva y amorosa.

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