Los presidentes de Chequia y Eslovaquia tratan de reducir la tensión entre Praga y Bratislava
Cumpliendo con la tradición, el nuevo presidente de Eslovaquia, Peter Pellegrini, escogió Chequia como destino para su primer viaje oficial al extranjero. Se reunió con el presidente Petr Pavel y con el primer ministro Petr Fiala.
Después de la partición de Checoslovaquia en 1993, Praga y Bratislava apostaron por mantener relaciones extraordinarias que tenían como punto de partida más de siete décadas vida conjunta en un estado común.
Aquella división, conocida como el “Divorcio de Terciopelo” incrementó la cooperación bilateral en todos los sectores como, por ejemplo, económico, cultural y político. A pesar de ciertos altibajos, producto de las políticas ejercidas por los diferentes gobiernos, se puede decir que en general el carácter extraordinario de las relaciones entre checos y eslovacos se ha mantenido.
La agresión rusa contra Ucrania, ha provocado en el último tiempo tensiones entre los gobiernos de Chequia y Eslovaquia. Mientras que Praga ha mantenido una política de apoyo, con un suministro permanente de armas, a Ucrania, el nuevo-viejo primer ministro eslovaco, Robert Fico, anunció que no enviaría armamento a Ucrania, asegurando que la paz se puede conseguir de otra manera.
La ayuda militar a Ucrania se ha convertido en la manzana de la discordia entre Praga y Bratislava con tales consecuencias, que el primer ministro checo, Petr Fiala, canceló las tradicionales reuniones conjuntas de los gobiernos checo y eslovaco.
Con su viaje a la capital checa, el nuevo presidente eslovaco, Peter Pellegrini, dicho sea de paso, cercano a Fico, trata de aminorar la tensión surgida, según indicó a la Radio Checa al inicio de su visita a Praga.
“Una diferencia de opiniones, en un asunto concreto, no puede poner en peligro o empeorar nuestras excelentes relaciones fraternales”.
Respecto a las posturas de la República Checa y Eslovaquia sobre el conflicto en Ucrania, el presidente Petr Pavel dijo a los medios de comunicación que se trata más de una cuestión de interpretación o de en qué medida difieren las declaraciones públicas y la práctica.
“Nuestras relaciones no se definen solo por la política exterior. Nuestros países se encuentran entrelazados por vínculos históricos, por relaciones interpersonales, transfronterizas, culturales y deportivas, sin olvidar que Chequia es el mayor inversor en Eslovaquia”.
Según Pavel, los presidentes debatieron sobre seguridad, la próxima cumbre de la OTAN en Washington, las posibilidades de aumentar las capacidades de defensa o la cooperación entre empresas de la industria de defensa.
Tomando en cuenta los vínculos existentes entre los dos países, a ninguno le conviene que la tensión ponga en peligro la intensa cooperación bilateral. Los presidentes fueron cuidadosos en sus declaraciones con el fin de ofrecer una imagen positiva a nivel nacional e internacional y sus deseos de reducir la tensión. No obstante, sus competencias son limitadas, porque las decisiones finales reposan en las manos de los primeros ministros Petr Fiala y Robert Fico, que se niegan, al menos por el momento, a fumar la pipa de la paz.
La oficina del Gobierno eslovaco considera irrespetuosa la declaración del martes del primer ministro checo, Petr Fiala, de que la reanudación de las consultas intergubernamentales con Eslovaquia no está en el orden del día y que consideraciones similares son prematuras debido al estado de salud del primer ministro eslovaco Robert Fico. El primer ministro sobrevivió un intento de asesinato en mayo de este año en Eslovaquia.
A pesar de las buenas intenciones expresadas por los presidentes todo indica que “la pelea de gallos” la seguirán protagonizando Fiala y Fico.