Los hermanos Cirilo y Metodio: misioneros y diplomáticos

Cirilo y Metodio

El 5 de julio se celebra en la República Checa la fiesta nacional de los hermanos de Salónica, San Cirilo y San Metodio. Sobre su misión evangelizadora, cultural y política conversamos en Radio Praga con el teólogo Martin Chadima, el historiador Miloslav Pojsl y el especialista en la cultura eslava Václav Konzal.

En el año 863 llegaron a la Gran Moravia, territorio en el que hoy día se extiende la República Checa y Eslovaquia, dos misioneros bizantinos. Eran hijos de un alto oficial griego de Tesalónica, los hermanos Constantino y Metodio.

Constantino, que posteriormente adoptó el nombre de Cirilo, nació alrededor del año 827 y era el más joven de los siete hermanos. Estudió teología, filosofía y literatura y dominaba varios idiomas extranjeros. Václav Konzal, especialista en la cultura eslava, destaca que por sus dotes excepcionales fue respetado en todo el Imperio Bizantino.

“Entre los eruditos del Bizancio, Constantino era conocido como filósofo. Pero entonces un filósofo no era quien se dedicaba a la filosofía, sino el que sabía de todo”, señala Konzal.

Metodio nació en el año 815. Estudió Derecho y después inició una prometedora carrera en la administración estatal. Siendo aún bastante joven, fue nombrado gobernador de la provincia de Macedonia interior, en las fronteras de la actual Albania, donde se encontró por primera vez con las tribus eslavas.

El Imperio Bizantino estaba en el siglo IX en el apogeo de su esplendor. Su capital Constantinopla era entonces la capital del mundo civilizado y centro importantísimo de la cultura cristiana. Con frecuencia, acudían a ella delegaciones de pueblos del Norte y del Oriente, buscando ayuda y protección contra los mahometanos y los germanos.

Gran Moravia
Una de ellas, llegó en 862 de la Gran Moravia, estado formado en el año 822 por los eslavos occidentales. Traía una carta del príncipe de Moravia, Rostislav, que se dirigía al emperador bizantino Miguel III, solicitando misioneros cristianos.

Moravia, sin embargo, había sido ya previamente cristianizada por los germanos, según sostiene Václav Konzal.

“Los primeros misioneros empezaron a venir a la Gran Moravia de Baviera, a principios del siglo VIII. Su gran inconveniente era que predicaban el evangelio en su lengua materna o en latín”, afirma Konzal.

Pero el cristianismo traía consigo también la dependencia política. Era costumbre en aquellos tiempos que los estados que aceptaban la religión cristiana y la cultura de otro imperio se volvían políticamente dependientes de él.

Cuando el príncipe Rostislav se dio cuenta de que Moravia se encontraba demasiado sujeta al Imperio Franco Oriental, decidió expulsar a todos los sacerdotes bavieros y francos y conseguir para su país su propio obispado. El motivo principal por el cual envió a Constantinopla una delegación en busca de misioneros era entonces de carácter político, subraya el teólogo Martin Chadima.

“Rostislav quería liberarse de la influencia germánica y entendió que podía cooperar con otro imperio importante, el Bizantino. Por eso hizo llegar al país a los hermanos de Salónica. Se trataba de una cuestión cien por ciento política, que, no obstante, tuvo impactos culturales positivos”, indica Chadima.

Una vez entregada la misiva al emperador bizantino Miguel III, éste prometió enviar a la Gran Moravia una misión cristiana. Fueron elegidos para ella los hermanos de Salónica, Constantino y Metodio.

Con una comitiva integrada por comerciantes, constructores y soldados, los hermanos Constantino y Metodio llegaron a Moravia probablemente en la primavera de 863. Seguramente se vieron sorprendidos al encontrar en el país una gran cantidad de iglesias, pero, al mismo tiempo, debieron quedar impactados con la vida salvaje que llevaba la mayoría de los eslavos, señala Martin Chadima.

Estatua de San Cirilo y San Metodio en el Puente de Carlos en Praga  (Foto: Štěpánka Budková)
“Sabemos de las crónicas que el pueblo checo era entonces muy salvaje. Un número reducido de la aristocracia eran cristianos, pero la mayoría de los eslavos se emborrachaba, practicaba poligamia y adoraba dioses paganos. Eran tiempos difíciles”, destaca Chadima.

Sin embargo, Constantino y Metodio llegaron bien preparados. Sabían que si querían difundir la fe cristiana entre los eslavos, tenían que hacerlo en un idioma y una escritura comprensibles para ellos. El historiador Miloslav Pojsl acota que los eslavos hasta entonces no habían tenido escritura propia.

“Los eslavos no habían tenido su propia escritura. Naturalmente, los misioneros que llegaban a la Gran Moravia de otros países, hablaban el idioma eslavo y también predicaban en él. Sin embargo, la liturgia era en latín o en griego”, destaca Pojsl.

Constantino, como un filólogo experimentado, era consciente de que los alfabetos griego y latín eran absolutamente inconvenientes para el idioma eslavo.

Glagolítico | Foto: public domain
Por ello creó un alfabeto nuevo, de 38 letras, que reflejaba mucho mejor la gran riqueza sonora del eslavo antiguo: el glagolítico. Para su creación, Constantino utilizó varias escrituras orientales y algunas letras las tuvo que inventar, acota Miloslav Pojsl, quien señaló también una particularidad del alfabeto.

“Es interesante que el glagolítico es el único alfabeto en el mundo que empieza con una cruz. Con ese símbolo, Constantino quería poner de relieve que lo había creado para fines religiosos”, sostuvo Pojsl.

Además de ser autor del glagolítico, Constantino creó, basado en una modalidad macedonia del búlgaro, un idioma universal comprensible para todos los eslavos, el eslavo antiguo. Miloslav Pojsl destaca que los conocimientos lingüísticos de Constantino eran geniales.

“Constantino era un lingüista superdotado. Inspirándonse en una sola variante del eslavo, fue capaz de crear un idioma artificial que enriqueció con muchas palabras y términos. El resultado fue un idioma universal comprensible tanto para los eslavos del Oeste, como para los del Sur de Europa”, sostiene Pojsl.

En Bizancio, el cristianismo era la religión nacional y como lenguas litúrgicas eran consideradas solamente el griego, el latín y el hebreo. El hecho de que Cirilo y Metodio hayan predicado en eslavo fue algo verdaderamente revolucionario.

Antes de partir rumbo a la Gran Moravia, Cirilo y Metodio tradujeron los textos fundamentales que necesitaban para su misión y que posteriormente se convirtieron en manuales de los futuros clérigos moravos.

Los primeros textos, traducidos por Cirilo, fueron el misal, necesario para la celebración de una misa y el breviario, o sea, las oraciones prescritas diariamente a los sacerdotes. También empezó con la traducción de la Biblia, que fue terminada más tarde por Metodio.

Sin embargo, la mejor obra de Cirilo, desde el punto de vista literario, fue Proglas, el prólogo de los cuatro evangelios. Esta composición, escrita en versos, según los cánones griegos, es considerada como obra fundamental de la literatura eslava. Según Václav Konzal es una poesía perfecta.

Estatua de San Cirilo y San Metodio en Velehrad  (Foto: Andrea Fajkusová)
“Proglas, o sea, el prólogo de los evangelios, es una poesía perfecta, desde el punto de vista estilístico, hasta tal punto que le hace a uno sentir la piel de gallina, cuando la lee”, recalca Konzal.

El éxito de los dos hermanos entre los moravos fue enorme. No obstante, en agosto de 864, su protector, el príncipe Rostislav, perdió una batalla con el rey franco, Luis el Germánico, y los sacerdotes de Baviera regresaron a Moravia y se quedaron para siempre.

Constantino y Metodio permanecieron en la Gran Moravia durante cuatro años. En 867, los misioneros se dirigieron a Roma, donde los recibió el Papa Adriano II, quien, después de haberse opuesto originalmente, apoyó su iniciativa de divulgar el cristianismo en eslavo antiguo.

Constantino, débil de salud, no soportó las dificultades del largo viaje y falleció a los 50 días de su estancia en la Ciudad Eterna, el 14 de febrero de 869. Al morir, el primer educador y maestro de los eslavos tenía tan sólo 42 años. Fue enterrado en la basílica de San Clemente, mártir, cuyas reliquias él mismo había llevado a Roma.

Metodio, en cambio, fue ordenado primer arzobispo de la diócesis de Moravia y Panonia. Tras la muerte de su hermano, volvió a la Gran Moravia con la finalidad de continuar con la misión, pero las circunstancias ya no eran favorables.

Mientras los dos hermanos estuvieron de visita en Roma, el príncipe moravo Rostislav fue destronado por su sobrino Svatopluk, quien lo entregó a las manos de su principal enemigo, Luis el Germánico. Rostislav fue encarcelado y nunca más salió.

Sepultura en Velehrad
Metodio fue acusado de violar los cánones eclesiásticos y fue condenado a cadena perpetua. Después de tres años de prisión, el misionero fue liberado gracias a las apelaciones del Papa. Una vez fuera de la cárcel, continuó con su afán de hacer accesible la liturgia eslava a los creyentes de Moravia y Bohemia y logró terminar la traducción de varias partes de la Biblia.

San Metodio murió en el año 885, a la edad de 63 años. La tradición sitúa el lugar de su sepultura en Velehrad, Moravia del Sur, sin embargo, el desmoronamiento del imperio de la Gran Moravia, como consecuencia de las incursiones de los húngaros, ocasionó la destrucción de los asentamientos. Todos los intentos por hallar su tumba han resultado infructuosos hasta el presente.

El legado de la vida de Constantino y Metodio se mantuvo en Bohemia durante algún tiempo, pero en el siglo XI, por motivos de poder, fue suprimido. Los sacerdotes fueron expulsados del país y los libros eslavos fueron destruidos sistemáticamente. La memoria de los apóstoles eslavos fue renovada en relación con el renacimiento nacional checo recién en el siglo IXX.

Estatua de San Cirilo y San Metodio en el Puente de Carlos en Praga  (Foto: Štěpánka Budková)
éLa fiesta nacional de los hermanos de Salónica se celebra en la República Checa el día 5 de julio. Pero no siempre ha sido así. Originalmente, el Día de San Cirilo y San Metodio caía el 9 de marzo, fecha aproximada de su llegada a la Gran Moravia, en 863.

En 1868, el Papa Pío IX estableció como el día oficial de los misioneros bizantinos el 5 de julio. Doce años más tarde, su sucesor, el Papa Leo XIII, extendió la fiesta a la Iglesia universal. Los cristianos ortodoxos, sin embargo, nunca han reconocido la fecha como la fiesta oficial de los apóstoles de los eslavos.

Sostienen que no existe motivo ninguno para celebrarla ese día. Subrayan que las fiestas religiosas siempre deben estar relacionadas con el fallecimiento de una persona, su santificación o algún momento importante de su vida. No obstante, en el caso de los hermanos de Salónica, ninguna de las tres condiciones fue cumplida.

San Cirilo y San Metodio
La Iglesia Ortodoxa acusa además a la Iglesia Católica de haber elegido como el Día de San Cirilo y San Metodio el 5 de julio con la finalidad de eclipsar otra fiesta, la del reformador religioso checo Jan Hus, que se celebra el 6 de julio.

El especialista en la cultura eslava, Václav Konzal, rechaza la acusación y subraya que los motivos por los cuales el Papa Pío IX cambió la fecha de la fiesta fueron distintos.

“En el año 1863, todo el mundo celebró con mucha pompa el milésimo aniversario de la llegada de los misioneros bizantinos a la Gran Moravia. La fiesta empezó oficialmente en Roma, el día 5 de julio. Por eso, el entonces arzobispo de la ciudad morava de Olomouc, Bedřich Fürstenberk, solicitó cambiar la fecha de la fiesta para conmemorar ese día y porque el clima veraniego favorece las celebraciones”, indica Konzal.

A pesar de ello, los cristianos ortodoxos celebran el Día de San Cirilo y San Metodio el 24 de mayo, fecha en la que creen que los apóstoles iniciaron su misión en la Gran Moravia, y que coincide con la fiesta nacional de la ciudad de Constantinopla.

Hermanos de Salónica, misioneros bizantinos, apóstoles de los eslavos: bajo todos estos nombres se conoce a los santos Cirilo y Metodio. En el año 1981, fueron nombrados además co-patronos de Europa por el Papa Juan Pablo II.