“Los discapacitados son como un espejo que te muestra quien eres”
Praga fue la primera ciudad en Europa Central y del Este donde se abrió, hace 15 años, una cafetería protegida, es decir un establecimiento que emplea personas con algún tipo de discapacidad o enfermedad mental. En la actualidad, podemos encontrar semejantes cafeterías y restaurantes a lo largo y ancho del país. Gracias a ellos, cada año miles de personas pueden obtener nueva experiencia e integrarse más tarde al mercado laboral.
A primera vista, el Café Na Půl Cesty, ubicado en un amplio parque capitalino, no es muy diferente de otras cafeterías en la ciudad. El encargado de barra saluda a los recién llegados, los meseros sonrientes reciben los pedidos y enseguida traen las bebidas. Nadie sospecharía que la mayoría de los empleados son personas que se tuvieron que enfrentar a la esquizofrenia u otra enfermedad psicológica.
Los establecimientos como el Café Na Půl Cesty tienen por objetivo formar y emplear a personas con discapacidad, ya sea psíquica o física, y servir de trampolín para salir de la exclusión social y empezar una nueva vida. Para Jiří Volf, de la organización Green Doors que emplea a enfermos mentales en tres cafeterías, estos establecimientos hacían mucha falta en las ciudades checas.
“A principios de los años 90 no existía nada parecido. Al salir del hospital psiquiátrico, la gente no contaba con ningún servicio, no había quien les ayudara. Luego, el psiquiatra Martin Jarolímek vino con la idea de que el trabajo en la barra podría ser bueno para estar en contacto con el mundo exterior. Eso es lo que los enfermos necesitan”.
El Café Na Půl Cesty fue establecido en Praga en 1997. Era la primera cafetería protegida en toda la región de Europa Central y del Este. Jana Kofránková, encargada de la gestión de fondos, explica cuál es su objetivo.
“La mayoría de nuestros empleados es gente joven que padece esquizofrenia o alguna otra enfermedad mental. Nos dedicamos a la rehabilitación laboral y social de estas personas. El trabajo en la cafetería les ayuda a prepararse a buscar un trabajo o volver a la escuela, a reintegrarse al mundo en el que vivían antes de la enfermedad”.
Aunque en el café todo parece funcionar como en cualquier otro local, para los empleados no es nada fácil a aprender cosas nuevas y acostumbrarse al ritmo del trabajo, explica.
“Nosotros como gente sana estamos acostumbrados a levantarnos por la mañana, comemos, vamos al trabajo donde hacemos nuestra tarea, volvemos a casa, comemos y dormimos. Los esquizofrénicos y otros enfermos pierden estas costumbres debido a su dolencia. En la cafetería vuelven a retomar el régimen regular. Llegan cada mañana y trabajan durante un tiempo definido y esto les sirve para ejercer un empleo en el futuro”.
La gran mayoría de los enfermos que pasan por el Café Na Půl Cesty logra encontrar un trabajo o volver a la vida que llevaba antes de la enfermedad. Sin embargo, hay personas que no tienen la motivación suficiente para seguir adelante, señala Jana Kofránková.
“Cada empleado tiene que tener la voluntad de participar de manera activa en la rehabilitación. Si no quiere trabajar sobre sí mismo y aprender algo nuevo, la cosa no puede funcionar. Los interesados vienen de manera voluntaria y tienen que pasar por el periodo de prueba para que nosotros podamos averiguar si tienen suficiente motivación para cumplir el programa de un año”.
El Café Na Půl Cesty no es el único lugar que ofrece trabajo y terapia a personas con algún tipo de discapacidad o problemas de salud. En todo el país se pueden encontrar cafeterías y restaurantes atendidos por discapacitados intelectuales, no videntes, sordos o antiguos drogadictos.
Algunos de ellos en ciudades muy pequeñas como es el caso de Řevnice en Bohemia Central. El café llamado La Casita Azul (Modrý Domeček) es un importante centro de la vida social en este pueblo de unos 3.000 habitantes. Karel Gregor, fotógrafo y uno de los asistentes personales que entrena los empleados en las tareas a desempeñar, explica quienes son los jóvenes que trabajan ahí.
“Nuestro establecimiento es único en la República Checa ya que tenemos a dos tipos de empleados, personas que sufren de una enfermedad y personas con discapacidad intelectual. Queríamos ver si pueden trabajar juntos y el resultado es muy interesante. Los empleados con discapacidad mental estabilizan a los que tienen una enfermedad psicológica y se ayudan unos a los otros”.
A pesar de las diferencias entre los trabajadores, en el principio todos tienen que familiarizarse con cada una de las tareas para entender el funcionamiento del local.“Cada nuevo empleado tiene que aprender a hacer todos los trabajos necesarios. Empieza con la limpieza, lava los platos y todas esas cosas que forman parte de la jornada laboral. Es importante que aprendan a hacer todas las actividades para luego dedicarse a la que más les gusta”.
Los asistentes personales son egresados de facultades de psicología o toman cursos especializados. Lo más importante es percibir las dificultades con las que se topan los empleados en el trabajo, aclara Karel.
“Para los esquizofrénicos es difícil superar las situaciones de estrés, necesitan mucha calma. Así que para ellos lo más complicado es hablar con los clientes, apuntar los pedidos, hacer la cuenta y coordinar su trabajo con los demás. Los discapacitados intelectuales se dedican sobre todo a trabajos manuales, sin embargo, si avanzan bien, pueden llegar a hacer cosas más complicadas”.
Cada asistente tiene que seguir el rendimiento de los empleados de su turno y estar siempre atento a las situaciones inesperadas que se pueden producir en cada momento. Se necesita mucha paciencia, pero también agilidad, dice Karel.“Cuando trabajas con un solo tipo de discapacitados, sabes cómo comportarte, cómo manejar las situaciones difíciles. Cuando mezclas dos grupos diferentes, es mucho más difícil ya que cada uno necesita una actitud diferente, otro tipo de comunicación. Tienes que alternar las dos actitudes todo el tiempo y además tener bajo control todo lo que está sucediendo en la cafetería. Es muy agotador, sobre todo cuando hay mucha gente”.
Karel admite que el empleo de asistente no es para toda la vida. El síndrome de estar quemado por el trabajo es muy común entre los monitores y el sueldo no es muy bueno. Sin embargo, nunca se arrepintió de haberlo escogido.
“El trabajo con los discapacitados tiene mucho sentido. Todos deberíamos probarlo. Yo digo que esta gente es como un espejo que te muestra cómo eres por dentro, quien eres. Y eso es lo más difícil. Mucha gente no lo aguanta. Por otro lado te ayuda a trabajar sobre ti mismo, cambiar muchas cosas y ser una persona mejor”.
Las cafeterías y restaurantes no son el único lugar donde pueden encontrar trabajo los discapacitados o enfermos mentales. En la República Checa existen también decenas de talleres que ofrecen actividades como fabricación de cerámica o de juguetes de madera o a la crianza de animales. Gracias a estos lugares y a la gente como Karel Gregor, muchas personas lograron salir de los hospitales y sanatorios e independizarse o al menos encontrar una actividad que brinda alegría tanto a ellos mismos como a los demás.