Los bosques de Jabkenice cautivaron a Federico Smetana
Situada cerca de Praga,la localidad de Jabkenice se convirtió en lugar de refugio de Federico Smetana. Sus bosques sirvieron de inspiración y el ambiente general del lugar ofreció paz y tranquilidad. En Jabkenice se encuentra un particular museo dedicado a uno de los mayores compositores checos.
La vida de Federico Smetana está vinculada con varias ciudades. Nació en 1824 en la ciudad de Litomyšl, vivió en Jindřichův Hradec, en Praga, y también en Gotemburgo en Suecia. Sin embargo, los últimos diez años los pasó en el pueblo de Jabkenice, en Bohemia Central.
El pueblo de Jabkenice se encuentra a 55km al noreste de Praga rodeado por bosques, arroyos y lagos artificiales, construidos a principios del siglo XIX. La zona es una reserva forestal, y precisamente este ambiente inspiró a Smetana para componer algunas de sus obras, como por ejemplo la ópera El Muro del Diablo.
En la República Checa existen dos museos dedicados a Federico Smetana. Uno, en pleno centro de Praga y otro en el pueblo de Jabkenice, en la antigua casa del guardabosques, según señala el guía del Museo, Lukáš Nedvěd.
“La primera exposición en este edificio fue inaugurada en 1937, sin embargo, a partir de 1928, estaba abierto al público el despacho de Federico Smetana, lo que podemos considerar como el primer museo, aunque al mismo tiempo, el edificio servía para sede de la Oficina Forestal“.
La casa en Jabkenice, que se convirtió en el lugar de la última estancia del autor, fue construida aproximadamente en 1630 y pertenecía a la familia de los condes de Thurn y Taxis. A partir de 1883 sirvió de hogar a la familia de su hija mayor Žofie, cuyo marido administraba el señorío y los cercanos bosques.Smetana solía ir a visitar a su hija y a su familia frecuentemente. A pesar de su sordera total todavía tenía esperanza de curación y volvía a su piso en Praga pero posteriormente sus problemas de salud no le permitían viajar. Además sufría problemas económicos por haber gastado mucho dinero pagando los mejores médicos y en 1876 se fue a vivir a la casa de su hija en Jabkenice.
La enfermedad diagnosticada, la irrefutable parálisis de los nervios auriculares, no representó un obstáculo insuperable para el compositor. En Jabkenice compuso unas de sus piezas más importantes: las óperas El beso, El secreto y El Muro del Diablo, los Cuartetos de Cuerda, una serie de danzas checas para piano y terminó su poema simfónico Mi Patria, concretamente su quinta y sexta parte.
Smetana abandonó la casa de Jabkenic el 24 de abril de 1884. Fue trasladado a un sanatorio psiquiátrico donde murió el 12 de mayo del mismo año. El Museo de Smetana estaba muy devastado, hasta 1976, cuando el edificio fue integrado al conjunto de Museos de la Música Checa y se realizó la primera importante reconstrucción que, por falta de dinero, finalizó hasta en 1995. Los creadores de los nuevos espacios querían mantener el ambiente de la época del siglo XIX y captar la vida de Smetana y de su familia y presentar a los visitantes una vista humana del compositor. Además se lograron salvar varios utencilios de uso diario que ahora forman parte de la exposición, según señala Nedvěd.
“Los visitantes pueden ver gran cantidad de piezas originales, el despacho de Smetana y el salón. Allí se encuentra la mesa original, donde Smetana escribía sus partituras, los muebles, piezas de porcelana y cristal, todo lo que usaba Smetana y su familia cuando vivían aquí. Sin embargo, entre todas las cosas destaca el piano de la marca Ulrich“.El sonido puro del piano de Smetana se ha mantenido hasta la actualidad y quizás también la acústica sigue igual que cuando lo tocaba el mismo autor, puesto que la reconstrucción de las habitaciones respeta el testimonio de la nieta de Smetana. A pesar de que el museo se ubica en una zona bastante apartada, muchas personas, incluso del extranjero, acuden al pueblo de Jabkenice, siguiendo las huellas de Smetana, según afirma Nedvěd.
“El museo lo visitan diariamente decenas de personas. Durante la temporada alta, de abril a septiembre, puede tratarse de más 3.000. Entre los visitantes hay sobre todo músicos, pero no faltan estudiantes, grupos de alumnos e incluso turistas del extranjero, entre ellos la mayor parte son japoneses.“
Cerca del museo los visitantes pueden dar un paseo por la “Ruta de Smetana” que copia los paseos que solía dar el compositor durante sus ratos de descanso.