Las personas sin hogar: el nuevo foco de atención en la lucha contra el coronavirus
Mientras la República Checa continúa con sus esfuerzos por contener el número creciente de infecciones de coronavirus, algunos han advertido sobre los riesgos asociados a los miles de consumidores de drogas y personas sin hogar viviendo en las calles.
Los consumidores de drogas duras a menudo viven en las calles, expuestos a los elementos y a los espacios públicos, hecho que agrava aún más el problema, ya que pueden propagar el virus de manera incontrolada.
Para evitar que el problema se le vaya de las manos, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales ha publicado directrices que indican cómo trabajar con estos grupos durante la epidemia. Las recomendaciones incluyen chequeos de temperatura sin contacto y la creación de albergues a los que las personas que viven en la calle puedan acceder en cualquier momento. La Alcaldía Mayor de Praga ha dado un paso adicional y ha empezado a trasladar a las personas sin hogar a hoteles y hostales.
En la ciudad de Brno, para encontrar alojamiento alternativo, las autoridades municipales están colaborando con organizaciones como la ONG Podané Ruce (“Manos Estrechadas”) que ofrece apoyo a drogadictos.
Su director, Jindřich Vobořil, que antiguamente trabajó como enfermero, comenta que, en este momento, él y su equipo están seleccionando lugares en Brno donde podrían colocarse contenedores de emergencia.“Se trata de contenedores donde uno puede ir al baño, ducharse o preparar comida, un espacio donde los sintecho podrían vivir. Nuestro equipo está recorriendo la ciudad, tomando su temperatura y recogiéndolos de la calle. Estamos preparando también soluciones más flexibles, de momento estamos instalando una especie de ciudad formada por tiendas de campaña”.
Muchos se han ofrecido como voluntarios y Vobořil está eligiendo a los mejores candidatos y preparando una capacitación rápida del personal. Según explica, es necesario crear una reserva numerosa de trabajadores capacitados ya que, como en tiempos de guerra, la línea de combate puede necesitar sustitutos en cualquier momento.
“Nuestro objetivo es crear un ejército de voluntarios porque la situación puede cambiar, puede ser que dentro de una semana mucha gente esté en cuarentena y una gran parte de los servicios deje de funcionar. Una vez que empiecen a colapsar, el sistema de salud podría verse desbordado”.
Solo recientemente el Estado checo ha empezado a proporcionar material médico al sector social, dado que organizaciones como la ONG Podané ruce al principio tuvieron que unirse con voluntarios para coser mascarillas para sí mismos y para las personas en la calle.Ahora, según explica Vobořil, el mayor problema es la gran falta de kits de prueba. Sin la posibilidad de detectar quién está contagiado, el personal de servicios sociales se enfrenta a un peligro omnipresente de contraer el virus o de contagiar a las personas en la calle.
“Estamos en medio de un gran debate, considerando si poner en riesgo a nuestros trabajadores o, al contrario, a la ciudad entera. Lo que procuramos es acumular la mayor cantidad de material de protección posible, ya sea trajes, guantes, mascarillas u otro equipo. Adicionalmente, los voluntarios deben respetar una serie de reglas estrictas para prevenir la expansión del virus”.
Como indica Vobořil, la otra opción sería no hacer nada.