Las normativas europeas preocupan al sector de la alimentación
Las regulaciones comunitarias podrían conducir a un encarecimiento de los alimentos ante las estrictas condiciones que plantean.
La lucha contra el cambio climático y la transición hacia una economía verde son algunas de las líneas que vienen marcado las regulaciones europeas. Sin embargo, no son pocas las industrias y sectores que alzan la voz frente al posible impacto inmediato de dichas políticas en el bolsillo de los ciudadanos.
Un buen ejemplo es el de la alimentación, donde en Chequia ya hay quien se pronunciado al respecto. Y es que la Cámara de Alimentos ha manifestado su preocupación por el posible aumento de los precios de los alimentos debido a las nuevas normativas comunitarias, las cuales afirman que incrementarán significativamente los costes de producción y administración de los productos alimentarios, lo que repercutirá en los precios al consumidor.
Críticas locales
"Aún hoy en Europa los alimentos son más caros que en el resto del mundo. Y debido a medidas sin sentido, tendremos que seguir encareciéndolos. Las preocupaciones sobre los efectos de la transformación verde están justificadas. Deberíamos utilizar el sentido común en la política climática", afirmó Dana Večeřová, presidenta de la Cámara.
En esta línea, la institución ha denunciado lo que considera una falta de transparencia en el análisis de los impactos de dichas regulaciones por parte de la Comisión Europea. Su cumplimiento, señalan, no solo encarecerá la producción, sino que en muchos casos es poco realista.
Por ejemplo, las empresas deberán reducir obligatoriamente el desperdicio de alimentos, aunque, según ellas, en el sector alimentario casi no se generan residuos. También deberán proporcionar datos acerca de la huella de carbono y estarán obligadas a utilizar tan solo envases reutilizables en el comercio, lo que resultaría muy problemático tanto desde el punto de vista de la implementación técnica y de la seguridad alimentaria
La Cámara sostiene que estas medidas tendrán efectos limitados y que solo conseguirán trasladar la producción fuera de la Unión Europea, lo que podría empeorar la situación climática global.
