La voz checa de Gabriel García Márquez
El prestigioso traductor Vladimír Medek obtuvo la semana pasada el Premio Josef Jungmann a la mejor traducción de ficción del 2018 por “El jinete polaco” de Antonio Muñoz Molina. Un premio oportuno que corona una gran trayectoria.
A sala llena se llevó a cabo la ceremonia que tuvo como gran protagonista a Vladímir Medek. El reconocido traductor obtuvo el Premio Josef Jungmann a la mejor traducción de ficción del 2018 por “El jinete polaco” de Antonio Muñoz Molina. Aunque, tal como explicó, lo más complicado de este trabajo estuvo, en realidad, fuera del texto.
“Lo más difícil fue obtener los derechos para traducir el libro porque tenía una agencia inglesa para la cual el mercado checo es demasiado pequeño, no le interesa. Por suerte conseguimos eso con la ayuda del propio autor”.Es decir que, además de traducir el libro, Medek logró obtener también los derechos gracias al propio Muñoz Molina, a quien contactó por medio de la Real Academia Española. Y, con una sonrisa, se apura en anunciar que mañana le va a mandar otro mail contándole de este premio. Sin embargo, aclara que el texto también fue exigente: sobre todo por la variedad de escenas y el hecho de que el autor español suele comenzar una frase en la página 20 y terminarla en la página 23.
Pero además de llevar al checo esta obra, que ganó el Premio Planeta en 1991, Medek es conocido por haber hecho la traducción de los libros de Harry Potter. Y el prestigio que ganó entre su pares se lo debe a la traducción de “Rayuela” de Cortázar y, sobre todo, de “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez que, si bien no fue su primer trabajo como traductor, marcó un antes y un después en su carrera.
“Yo creo que la señora Carmen Balcells ha creado al escritor Gabriel García Márquez y su libro ha creado al traductor Vladimír Medek”.Muchos años después, el traductor Vladimír Medek recuerda aquella tarde remota en que la editorial Odeon le propuso hacer ese trabajo. Él empezó a entrar en contacto con la novela mientras volvía en tren de Praga hacia su casa en Nový Bor. Y cuando leía la parte de “la peste del insomnio” que hace olvidar a los habitantes de Macondo el nombre de las cosas, despertó a su mujer con carcajadas. Al día siguiente llamó a la editorial aceptando la propuesta. Hoy Medek es capaz de reproducir en checo cada palabra de ese comienzo que, tal vez, se haya convertido en uno de los más emblemáticos de la literatura latinoamericana.
“Yo creo que ese comienzo me dio mucho trabajo pero, al mismo tiempo, fue algo tremendo. Es un libro que hubiera traducido aun sin estar pagado”.
Otro aspecto que Medek recuerda mucho de esa traducción es el título que tardó más de un mes en resolverse. Él quería que fuera “Sto roků samoty” (opción que finalmente se impuso) y el director editorial proponía “Sto let samoty”.
Medek asegura que el significado es el mismo pero aclara que, además de poner en relieve cada uno de los años, “Sto roku” tiene un ritmo, una melodía que la otra opción no. Medek agrega que aún le gustaría traducir muchos libros más, especialmente algunos cuentos de Jorge Luis Borges, uno de los escritores que más admira y de quien también recuerda una frase de memoria, perteneciente a su relato “El zahir”: “El mundo, desgraciadamente es real; yo desgraciadamente soy Borges”.Una admiración similar es la que siente por Medek Martina Kutková, quien colaboró con la hispanista Anežka Charvátová en la supervisión de “El jinete polaco” y había realizado, además, una tesis sobre la obra del premiado traductor.
“Yo creo que este premio no se debe solamente al Jinete polaco sino a todo su trabajo durante todos estos años, ha traducido como cincuenta libros”.
La traductora Anežka Charvátová, también presente en el emotivo acto que tuvo lugar en el instituto Goethe de Praga, resume todo con una frase: él dio la voz a García Márquez.
“Y creo que el éxito de García Márquez en este país se debe en gran parte a su traducción, si no fuera tan buena no habría sido lo mismo. Es otro tipo de libro, yo creo que con García Márquez hay que tener la misma sensibilidad y él logró eso”.
Si los libros nos permiten ser varias personas a la vez, a traductores como Vladimír Medek les debemos que esas múltiples vidas tampoco tengan límites geográficos ni idiomáticos.