“La poesía no puede permanecer ajena a los horrores del mundo”
“Quien no lea ‘La Academia de Piatock’ contrae una enorme deuda espiritual. Aunque no lo sepa”. Esas son las palabras de Juan Gelman que aparecen en la contratapa de la edición argentina del último libro de Alberto Szpunberg, el poeta que acaba de visitar por primera vez Praga para brindar una lectura de sus mejores poemas.
“Yo, Piatock, vi muchas cosas en mi vida: en vísperas del día más terrible de todos los días, asistí al parto de un cordero de dos cabezas: con la una asentía, con la otra negaba, pero en sus cuatro ojos brillaba la misma única mirada de los que de una u otra forma van a morir”.
Alberto Szpunberg llegó el domingo a la República Checa y lo primero que hizo fue visitar Terezín, el ex campo de concentración nazi. Lo hizo en calidad de judío y en calidad de sobreviviente de una de las más sanguinarias dictaduras militares que recuerde la historia reciente.“Me conmovió todo, ¿viste? Me removió todo. En un momento tuve ganas de desaparecer, porque eso como que me desbordaba. No pude dejar de pensar en la experiencia Argentina, en los 30 mil caídos en condiciones espantosas, como vos conocés, seguro, ¿no cierto? Los campos de concentración que hubo. Se habla siempre de la Escuela de Mecánica de la Armada, la ESMA, pero en realidad hubo en todo el país muchos campos de concentración y se me mezclaba todo”.
La obra de Alberto Szpunberg aspira a recuperar la tradición humanista judía, para intentar un cambio de conciencia en el mundo, con Rimbaud en el horizonte.
“Yo creo que alguna vez, cuando charlamos por teléfono, te dije: hay que recuperar ciertas tradiciones y continuidades humanistas dentro del mundo judío, pero hay que recuperarlo no solo dentro del mundo judío, en el mundo entero. Cambiar la vida como nos pidió Rimbaud sigue vigente en todo momento, ¿no? Y en definitiva, lo único que asegura que no se vuelva a repetir un Terezín, me refiero al nazismo, o que no se vuelva a repetir algo tan atroz como fue la dictadura argentina, es que haya un cambio de conciencia en la humanidad, ¿no?”.
Y en ese aspecto la poesía no puede permanecer ajena e impávida a todas estas atrocidades, cree Alberto Szpunberg.
“Yo creo que la poesía, que es una respuesta a partir de la sensibilidad, no puede permanecer indiferente, es inconcebible a la condición misma de la poesía. Entonces, bueno, la poesía tiene que registrar eso”.
Alberto Szpunberg visitó Praga para compartir con el público checo parte de su obra. En un recital la tarde del lunes, leyó en la Casa Literaria de Praga poemas de su antología bilingüe español-alemán ‘El Viento a Veces es como Todos’. Y puso especial hincapié en su último libro, ‘La Academia de Piatock’, publicado en 2008 en Venezuela y de próxima edición en Argentina. Para ‘La Academia de Piatock’, Szpunberg se basó en sus recuerdos de infancia.“Piatock existió. Vivió en un pueblito de Ucrania llamado Berdyczów. Ahí nació también mi padre y él me habló de Piatock, que era el tonto del pueblo. Trabajo que nadie quería hacer, como destapar una letrina o sacar del barro un carro que había quedado empantanado, la solución era llamar a Piatock”.
Por otro lado, el padre del poeta siempre le hablaba de Platón y de su famosa Academia.
“Mi papá, que también estaba inquieto por la situación del mundo, imaginate que no se vino de Ucrania a Buenos Aires en plan turístico, sino perseguido por el hambre, los pogromos, las guerras, todo eso. Mi papá tenía sus fantasías y sus idealizaciones. Mi papá decía que el mundo va a funcionar bien cuando esté gobernado por la Academia de Platón. Platón para él era el paradigma de la sabiduría, la filosofía. Yo le decía no, la Academia de Platón no, la Academia de Piatock. En realidad lo que yo le estaba diciendo es que hay que dar vuelta el mundo. Arriba los de abajo”.De ‘La Academia de Piatock’ ha dicho el también argentino Juan Gelman: “Muchos siglos palpitan en este libro que traza una parábola estupenda sobre el mundo que hoy vivimos y la necesidad de cambiarlo. La pasión de Alberto Szpunberg conjunta el ritmo del poema con el ritmo de la prosa de tal modo que disuelve los géneros en un solo movimiento. Quien no lea ‘La Academia de Piatock’ contrae consigo mismo una enorme deuda espiritual. Aunque no lo sepa”. Tremendas palabras que calaron hondo en Alberto Szpunberg.
“Eso lo escribió para la edición argentina, que ahora cuando vuelva supongo que estará por salir o ya habrá salido. Yo siento mucho agradecimiento. Yo le escribí: ‘Che, lo que dijiste me queda muy grande’. Y él me dijo: ‘No te preocupes, si queda grande engordamos y el traje nos va a quedar bien’. Nos conocemos desde hace añares. Estuvimos juntos en algunos congresos de escritores judíos y en mi defensa de la causa Palestina siempre choqué con otros que son oficialistas y qué sé yo. Y Juan siempre cerró filas conmigo, los dos ahí siempre firmes”.Además de viajar a Terezín, Alberto Szpunberg visitó el barrio judío de Praga, que le trae tantos recuerdos de infancia, aunque nunca había estado en la capital checa: sus primeras imágenes de esa época tienen relación con el Golem, el monstruo mítico que habita ahí.
“En el bosque cada árbol crece desde su propia raíz hacia un mismo cielo, siempre inalcanzable, y en sus cálculos de futuro entran la cueva que cavará la ardilla entre sus raíces, los pájaros que harán nido en sus horquetas, el caracol que regará con su baba la corteza, el próximo negro judío gitano palestino tutsi hutu kosovar bosnio chiapanenco curdo armenio chechenio que colgarán de alguna de sus ramas, la hiedra que ocultará el crimen, el viento que barrerá la historia, hasta el hacha que borrará todas las huellas”.