La plastilina cobró vida en Praga con los cortometrajes de Pablo Llorens

Caracol col-col

Gracias al ciclo Un viaje por la animación española, el Instituto Cervantes de Praga trajo a la República Checa una muestra del mejor cine de animación español, en forma de tres proyecciones temáticas. La primera se dedicó a las mujeres más importantes del mundo de la animación, la segunda al trabajo de Jan Baca y Toni Garriga y la tercera a la obra de animación con plastilina de Pablo Llorens.

Eliška Děcká,  foto: Carlos Ferrer
Precisamente, esta selección basada en realizadores individuales obedece a la principal característica compartida entre la animación española y la checa: la primacía del trabajo de autor. Nos lo cuenta la presentadora del ciclo, Eliška Děcká.

“Existe en común entre la animación española y la checa que no se trata de unas olas que tienen algo en común o un carácter semejante para todos los autores, sino que se trata de individuos. Son directores o directoras muy originales que tienen su manera de ver las cosas, su punto de vista, y eso es lo que hace la animación checa tan famosa, que hay muchas cosas muy diferentes pero muy originales, muy personales. Y eso me parece que existe también en cierta manera en España”.

Uno de los autores que más destacan en la animación española más actual es Pablo Llorens. El público praguense tuvo la oportunidad de ver reunidos la mayor parte de sus cortometrajes, desde sus primeros trabajos, cuando tenía 16 años, hasta 2005, cuando ganó su segundo premio Goya con El enigma del chico croqueta.

Caracol col-col
Llorens es autor de cortometrajes de relativa repercusión como Caracol col-col o su más reciente Chocopulpitos, además de toda una serie de trabajos de encargo, como series de televisión, videoclips o anuncios publicitarios. Todo con un denominador común, la plastilina, un formato que aporta sus propias ventajas, como nos cuenta Llorens.

“Puedes someter a los personajes a todo tipo de acciones o de situaciones que un actor seguramente saldría huyendo antes de hacerlas. Son trozos de plastilina que a base de trabajarlos y de vestirlos y de mimarlos mucho acaban pareciendo un personaje. Pero en realidad son solo material de bricolaje, con lo cual puedes hacer con ellos lo que quieras. Permite que las películas tengan una pulsión dramática bastante intensa”.

Pablo Llorens
Las historias de Llorens suelen tener que ver con un elemento fantástico, exterior, que entra en contacto con la realidad para cambiarla o amenazarla, normalmente un monstruo o un alienígena. Es también el caso de su primer largometraje, Juego de niños, la historia de una invasión extraterrestre de la que Llorens no está del todo satisfecho.

“Fue muy arriesgado principalmente porque no tenía mucha experiencia en aquel momento. Entonces fue como querer morder más de lo que realmente podía. No es que fuera excesivamente costosa De hecho estamos hablando de un largometraje, pero el cortometraje de El enigma del chico croqueta fue más costoso todavía que el largo. Es decir, que lo hice en un momento demasiado temprano para el conocimiento del medio que tenía en aquel momento”.

Chocopulpitos
Pero habrá tiempo de redimirse. Llorens ya planea una nueva película que supondrá todo un avance en cuanto a técnicas utilizadas.

“Estoy ideando y dándole vueltas de hacer un largometraje pero en lugar de ser simplemente de animación sería un largometraje de imagen real con actores en el que los elementos fantásticos serían muñecos animados. Ya he realizado un par de cortometrajes de prueba donde los actores conviven con muñecos y ha sido una experiencia muy gratificante”.

El largometraje se llamará Yo anduve con un hombre triángulo, y de seguro incluirá la receta Llorens: ritmo trepidante, humor ácido, parodia del medio televisivo y criaturas extrañas por todas partes.

Autor: Carlos Ferrer
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