"La mayoría de los checos quiere saber algo del idioma español"

Luis Palacios, foto: Rosario López

El español gana cada vez más adeptos en la República Checa. Tanto es así que Luis Palacios, un ecuatoriano que lleva más de 20 años instalado aquí, trabaja de sol a sol enseñando el idioma a mayores y pequeños.

Luis Palacios,  foto: Rosario López
Da clases de español a unos 200 estudiantes de Turismo en Praga y a otros 30 particulares que acuden a él para aprender la lengua hispana por motivos variopintos. Luis Palacios salió de Ecuador en 1986 con una beca para estudiar en la República Checa durante cinco años. Su intención era formarse en el extranjero y regresar a su país, pero el destino tenía otros planes para él.

A mitad de sus estudios formó familia con una checa. Al principio hizo trabajos de todo tipo para sacar adelante a su familia, pero en la actualidad tiene el día totalmente ocupado impartiendo clases de español. Se trata de una lengua que despierta mucho interés entre los checos, según afirma.

“Y eso es gracias a la gran curiosidad. Todos los checos, o la mayoría de los checos quiere de alguna manera saber algo del español, quieren viajar, quieren hacer muchas cosas, quieren conocer el mundo hispánico como tal”.

Sin embargo, es mucho el desconocimiento que tienen de España. Y de América, la mayoría de los jóvenes sólo conocen Nueva York y Los Ángeles, cuenta Luis. Por eso, a final de curso, sus estudiantes tienen que hacer una exposición sobre un país de habla hispana, documentarse todo lo posible para conocer su historia, cultura y tradiciones. Y es que aprender un idioma no es sólo conocer la gramática, asegura.

“Y al otro lado pues son las historias de los países, conocer los países, conocer las tradiciones, fiestas, etcétera, etcétera. Eso es lo principal, y eso es lo que más yo llevo en el sentido también de las clases con adultos y con personas las cuales ya hablan español”.

Dar clases a adultos difiere mucho de dar clases a jóvenes, confiesa Luis. El adulto va voluntariamente a sus clases particulares a aprender español, ya sea por motivos de trabajo, viajes o simplemente porque quiere ver una buena película en español. Sin embargo, para captar la atención de los jóvenes se necesitan otros métodos. Luis nos explica cómo ser un buen profesor.

“Que la persona la cual les enseña español sea una persona activa, multifacética, que no se aburran con esta persona. Entonces, un verdadero profesor tiene que, de alguna manera, siempre estar buscando las posibilidades de cómo darles más de nuevo a estos jóvenes”.

Desde que nació Internet, la enseñanza ha cambiado mucho y los alumnos no se conforman con las lecciones del profesor.

“Yo pienso que todo lo ha cambiado Internet como tal, ya que ha llevado a que la gente quiera saber más y más informaciones. Ahora por ejemplo, si hay un estudiante que en la escuela recibe unos conocimientos los cuales a él no le parecen suficiente, va a Internet y se pone a buscar más cosas y más cosas”.

Volviendo a los idiomas, hubo un tiempo en que Luis Palacios fue también alumno, en este caso de checo. Durante nueve meses tomó clases particulares. Estaba convencido de que tenía el idioma en el bolsillo, pero la realidad era bien diferente.

“El primer día de clases, la primera conferencia, una conferencia de química, donde llegó el profesor y empezó a hablar, empezó a hablar, no paraba de hablar...Habló noventa minutos, hasta que paró y yo recién pude respirar. En ese momento, salí corriendo del aula y dije no sé nada, absolutamente nada”.

Por suerte las cosas han cambiado. Luis Palacios ya lleva 23 años en Chequia. Afincado en Praga, forma parte de la Asociación de Profesores de Español de la República Checa, desde donde se comunica con toda la gente del ámbito educativo relacionado con el habla hispana. Surgen becas de formación y organizan seminarios y conferencias a menudo. Así pues, su vida hoy por hoy está aquí, aunque no descarta volver a su país, pero sólo de vacaciones, puesto que sus padres viven en Madrid. Sería una oportunidad para que sus hijas conocieran Ecuador, aunque sólo si ellas quieren, como manda la educación checa.