La gran novela checa de la actualidad
La iglesia inclinada (Šikmý kostel) de Karin Lednická tuvo, desde su aparición en 2020, un recorrido tan interesante como aquello que cuenta. Publicada de manera independiente, la obra que narra la expansión y declive de una ciudad como consecuencia de la minería logró imponerse de tal forma en el boca a boca que hoy se convirtió en un inesperado superventas. En esta entrevista exclusiva, su autora nos cuenta el detrás de escena de la gran novela que tanto los checos como los seguidores de la literatura checa en general hacía mucho estaban esperando.
Karin Lednická nació en Karviná y actualmente vive en Ostrava. Tiene una amplia experiencia como editora y periodista. Durante años se encargó de contar en distintos medios algunos acontecimientos históricos de la región de Moravia-Silesia que no suelen cubrirse a nivel nacional. Durante esas investigaciones fue recopilando una gran cantidad de material que, con el tiempo, la llevó a considerar la idea de escribir algo distinto: una crónica novelada sobre una ciudad desaparecida, la historia de un pueblo que le debe tanto su apogeo como su declive a las famosas minas de carbón. De todos esos lugares que menciona solo permanece una curiosa iglesia inclinada que da título al libro con el que Lednická se animó a tratar un tema desconocido para casi todos los checos y que, sin embargo, fue corriendo de boca en boca hasta transformarse en un inesperado superventas.
“Me da una enorme alegría lo que está pasando con lo que pronto será mi trilogía, luego de todo lo que escribí sobre una región que durante mucho tiempo ha sido una cenicienta al margen del interés y, de hecho, cuando hablé al respecto con algunos periodistas me preguntaron quién se interesaría en la vieja Karviná, una ciudad que ya no existe. Yo esperaba que al menos alguien estuviera interesado y el resultado es que se trata del libro más leído en el último tiempo, con varios premios literarios y para mí es una enorme alegría”.
Aun hoy, la actual Karviná tiene varias peculiaridades respecto a otras ciudades checas: en primer lugar, porque ahí conviven los checos con una importante población polaca pero también con eslovacos, alemanes y un grupo de gitanos. Antes del siglo XIX, Karviná era una pequeña población que empezó a crecer de manera notable con el descubrimiento del carbón. En el primer tomo de su trilogía (pronto se va a publicar el último) Lednická va contando todos esos acontecimientos que tuvieron lugar entre 1894 y 1921 a partir de la vida de tres personajes (Barbora, Julka y Ludwik) que reaccionan de distinta forma a los terribles obstáculos que surgen en su camino, y cuyas historias en muchos aspectos se van imbricando. Escrita con un ritmo notable y muchos recursos narrativos, cada episodio de La iglesia inclinada está basado en hechos reales aun cuando se trata de acontecimientos que no aparecen en los registros históricos y que la autora tuvo que reconstruir gracias al testimonio de una serie de testigos.
“Diría que para mí fue una sorpresa permanente la cantidad de temas que fueron apareciendo y la cantidad de cosas que logré encontrar en esos archivos y sobre todo en la historia oral porque hay cosas de las que, por muchas razones, no se podía hablar durante años y entonces se metían debajo de la alfombra. Y lo que hice fue sacar la alfombra y ponerme a barrer, creo que esa es una de las razones por las que el tema despertó tanta atención. No solo en la República Checa sino también en el extranjero”.
Ahora mismo se están preparando varias traducciones de este libro que, tal como ella misma cuenta, interesó antes que nadie a su propia autora que mientras escribía aquellos primeros artículos periodísticos se iba enterando de algunas informaciones desconocidas sobre la región en la que residió toda su vida. Ahí descubrió que Karviná fue uno de los centros más importantes del imperio austrohúngaro y se trataba, en efecto, de una región muy rica a nivel histórico, ecológico y cultural, a pesar de la mirada prejuiciosa que, según ella misma cuenta, tenía el país con respecto a esta zona, especialmente antes de la Revolución de Terciopelo. Eso explica el escepticismo que algunos mostraron por esta obra antes de que saliera y que además tiene el plus de haberse convertido en un superventas luego de publicarse de manera independiente.
“Por supuesto, la facilidad de hoy para publicar de manera independiente incluso sin saber nada sobre edición de libros, ha llevado al hecho de que a veces la calidad de las obras sea bastante dudosa y los lectores muchas veces se sienten defraudados. Pero también es cierto que, en la actualidad, se autopublican personas que conocen bien la industria y tienen en claro que es necesario invertir en distintos niveles para que el lector pueda obtener algo más profesional y creo que esa tendencia está empezando a prevalecer”.
Lo cierto es que el mismo cuidado que tuvo la autora en lo que hace al aspecto material del libro también lo aplicó a la hora de escribir. Porque si bien La iglesia inclinada es una novela y, por lo tanto, ficción, ella misma asegura que no inventó nada y se sintió tan comprometida con la historia oral que le iban brindando los testigos a quienes entrevistó que no hizo más que ceñirse a lo posible con el objetivo de presentar una imagen lo más fidedigna posible de su región.
“Y en ese sentido hay algo muy interesante: ahí donde hacía ficción dentro de los límites de lo real, recibí algunas reacciones de los lectores diciendo que buena parte de lo que yo consideraba ficción en realidad les había sucedido a algunos miembros de su familia, lo cual me pareció algo absolutamente singular y entonces puedo llegar a decir que se me ocurrieron algunas cosas que realmente sucedieron, y lo tomé como una especie de confirmación”.
De hecho, los primeros lectores de su obra fueron varios historiadores y sociólogos que, justamente, se encargaron de supervisar la verosimilitud de lo que se cuenta, al menos en lo que hace a ciertos temas puntuales que requerían la mirada de un especialista. Mientras empieza a barajar algunas opciones de próximos libros, Lednická disfruta del éxito de su obra, pero sobre todo del hecho de que su región empiece a generar más interés. Incluso afirma su deseo de que también el público hispano interesado en la cultura checa pueda empezar a conocer un poco más de este sitio casi invisibilizado de Chequia.
“Ideas hay muchas, me interesan, por ejemplo, las vidas de los escritores, pero aún no decidí qué hacer después de esta trilogía. Ahora mismo estoy escribiendo algo sobre la tragedia de Životice, una represalia nazi comparable a la de Lídice, pero mucho menos conocida; otro agujero de la historia que intento resolver. Alguna vez me puse a pensar si podría existir alguna analogía con España, es decir, si existe allí también alguna zona tan olvidada de la que se sepa tan poco, pero hasta ahora no la encontré. En este sitio hay tantos temas para contar que hacerlo me llevaría varias vidas”.
Resulta interesante, además, que la publicación de La iglesia inclinada haya coincidido con la expansión mundial del coronavirus. Lednická es consciente de que la lectura de su obra puede propiciar algunas reflexiones sobre la pandemia y asegura que, durante un pasaje que escribió sobre la crisis económica de la década del treinta, entendió que aquellos dramas del pasado se vivían de manera muy distinta a lo que sucede en la actualidad. Y si bien reconoce que la pandemia para muchos fue terrible, sobre todo por la cantidad de muertes, afirma que la realidad no siempre coincide con lo que muestran los medios de comunicación.
“Hay muchos paralelismos que se pueden encontrar allí, y me complace que no solo los vea yo, sino también algunos lectores y críticos. Porque es casi un cliché, pero, si lo permitimos, la historia se repite”.
Entre las principales similitudes, Lednická menciona, sobre todo, el auge de los nacionalismos que también propició en cierto modo la pandemia y que siempre suele pasar desapercibido. En todo caso, le resulta muy interesante comparar la situación general de la sociedad en aquel entonces y en la actualidad con ese gran objetivo en mente: evitar repetir lo peor de la historia.
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