La corrupción salpica al opositor Partido Socialdemócrata
La detención y orden de encarcelación de David Rath, gobernador de Bohemia Central y diputado del opositor Partido Socialdemócrata, ha provocado un sismo de dimensiones todavía imprevisibles en la política nacional. En el momento de la detención el político llevaba unos 275 mil euros en una caja de vino.
El vicepresidente del Partido Socialdemócrata (ČSSD), Lubomír Zaorálek, no ocultó su sorpresa por lo ocurrido y aceptó que su compañero de partido debe ser entregado a la justicia.
“Debido a la gravedad de las acusaciones tengo que reconocer que resulta impensable no entregar al sospechoso a la justicia”, subrayó Zaorálek.Tras seis meses de minuciosas investigaciones, la Policía asestó un golpe sin parangón en la historia del país. El lunes por la noche un comando especial detuvo en la calle al gobernador de Bohemia Central y diputado, David Rath, quien portaba 275 mil euros en una caja de vino, y a siete personas más sospechosas de corrupción.
En un principio Rath trató de desviar la atención de los sucesos asegurando que lo ocurrido era resultado de una campaña para desprestigiar a los socialdemócratas de cara a las venideras elecciones regionales.La fiscal del Estado, Lenka Bradáčová, dijo a la Televisión Checa que las pruebas disponibles han sido suficientes para pedir la detención de Rath y de las demás personas bajo cargos de corrupción, dañar los intereses de la Unión Europea, cohecho, aceptar sobornos y fraude en una licitación pública.
La Policía confirmó la confiscación de más de un millón de euros. Mientras que unas fuentes aseguran que el botín fue descubierto en la casa de Rath, en un escondite debajo del piso, el diario Právo asegura que se encontraba en la residencia de la directora del hospital de la ciudad de Kladno, Kateřina Pancová, una de las detenidas y persona cercana a Rath.Para el politólogo Zdeněk Zbořil la detención del gobernador de Bohemia Central y de sus cómplices demuestra que en el país se lucha contra la corrupción, pero la caída de tan altos cargos públicos tira por los suelos el deteriorado prestigio de la clase política checa, indiferentemente de las ideologías y de su papel en el oficialismo o en la oposición.