La Compañía de Jesús en los países checos

Iglesia de San Ignacio (Foto: autor)

En esta presente edición de "Legados del pasado - testimonios del presente" repasamos la actuación de la orden de los jesuitas en las tierras checas.

Iglesia de San Ignacio  (Foto: autor)
La orden jesuita tiene entre la población checa mala fama alimentada por historiadores y escritores. El famoso literato checo Alois Jirásek denominaba a la época de los jesuitas en el Reino Checo como "Tiempos de oscuridad". Pero como no es tan fiero el león cómo lo pintan, tampoco lo son los jesuitas.

La orden surgió por iniciativa de San Ignacio de Loyola, su fundador y su primer general, en 1540. Fue el año de su muerte, en 1556, exactamente el 18 de abril, cuando los representantes jesuitas iniciaron su trayectoria en el Reino Checo.

Un primer grupo de doce jesuitas, de diferentes nacionalidades, se instaló en la iglesia de San Clemente cerca del Puente de Carlos, en la Ciudad Vieja, que pertenecía a los dominicos.

La orden jesuita gozaba del apoyo de los monarcas y de la aristocracia. Los jesuitas por ello disponían de grandes recursos financieros y comenzaron a fundar sus colegios en los barrios históricos de Praga.

El más famoso es el de la Ciudad Vieja en las inmediaciones del Puente de Carlos, que lleva el nombre de Clementinum, derivado de la iglesia de San Clemente, primera sede de los jesuitas de Praga.

Iglesia del Santísimo Salvador desde el Puente de Carlos  (Foto: autor)
El emperador Fernando I regaló la iglesia, que antes pertenecía a los dominicos, a los jesuitas. A lo largo de más de un siglo fue edificado todo el complejo que consta de dos iglesias, una capilla exterior y un colegio enorme. El recinto es el más grande de la orilla derecha del río Moldava y el segundo más grande de la capital, tras el Castillo de Praga.

El Clementinum se convirtió en la sede principal de la orden jesuita de los países checos. Los objetivos de los jesuitas fueron propagar la fe católica, realizar la investigación científica y respaldar a los artistas.

En el Clementinum se desarrollaban las matemáticas y la astronomía. Desde 1752 se miden allí a diario las temperaturas que sirven de referencia para toda Praga.

Los libros recogidos por los jesuitas fueron la base para la fundación de la Biblioteca Nacional en el año 1781, tras la abolición de la orden. La Biblioteca existe hasta el presente, dispone de unos cinco millones de libros y presta servicios a los estudiantes y a los estudiosos de toda la República Checa.

Iglesia del Santísimo Salvador
Entre las joyas arquitectónicas del complejo pertenecen las iglesias del Santísimo Salvador y de San Clemente, construida por los jesuitas en el lugar de la iglesia anterior de la misma consagración.

Muy famosa es también la Capilla de los Espejos en el colegio del Clementinum, en la que, dadas sus excelentes cualidades acústicas, se celebran los conciertos de la música de cámara. Sobre los tejados del Clementinum se eleva la blanca Torre Astronómica.

En la Ciudad Nueva los jesuitas se establecieron en la Plaza de Carlos. Allí edificaron el colegio y la iglesia de San Ignacio, única en aquel entonces de este nombre en el Reino Checo. La iglesia parece un gemelo mayor de la del Santísimo Salvador.

Otras órdenes religiosas protestaron por el hecho de que la Compañía de Jesús colocase en lo alto del frontón de la iglesia la estatua de San Ignacio en mandorla o sea en el limbo que rodea toda la figura; fuero reservado sólo para las estatuas de Cristo y Virgen María. Sin embargo, la estatua permaneció intacta hasta la actualidad y en los díos soleados su limbo brilla a la distancia.

Iglesia de San Nicolás  (Foto: autor)
El último colegio jesuita fue construido en la Ciudad Pequeña. El mejor arquitecto barroco checo Kilian Ignacio Dietzenhofer edificó el templo de San Nicolás, junto al colegio y un liceo. Las siluetas típicas de su cúpula gorda y el campanario esbelto de la iglesia forman parte imprescindible del panorama capitalino.

El apogeo de la orden jesuita en los países checos corresponde a la época posterior a la batalla de la Montaña Blanca, cuando a los jesuitas les fue encomendado el papel principal en la Contrarreforma. Ésa era la época en la que la orden pasó a ser objeto del odio de los checos. No obstante, no todas las críticas eran justas.

Para reforzar la fe católica los jesuitas supervisaban la producción literaria y censuraban los libros con un contenido defectuoso. Se trataba generalmente de los libros evangélicos que los jesuitas sustituían por los católicos. Mala fama se ganó especialmente Antonín Koniás que hizo quemar 30 mil libros.

Sin embargo, los jesuitas desempeñaron el papel principal en la educación al fundar escuelas y liceos. Varios miembros de la orden jesuita se destacaron como literatos, como Bohuslav Balbín, historiador y patriota checo que escribió varios tratados sobre el checo, siendo el más famoso "La defensa de la lengua eslava, especialmente la checa".

También Josef Dobrovský, autor de la primera gramática detallada del checo y el fundador de los estudios eslavos considerado, a su vez, como uno de los "padres" de la moderna lengua checa, pertenecía a la orden jesuita.

Otro jesuita, Josef Plachý, lideró la defensa del extremo derecho del Puente de Carlos frente a las embestidas de las tropas suecas a finales de la Guerra de los Treinta Años en 1648.

Los jesuitas se empeñaron también en ayudar a los enfermos durante las epidemias de la peste, pagando su dedicación a menudo con su propia vida.

A pesar de todo, la riqueza y el poder creciente de la Compañía de Jesús inquietaban a las casas reales europeas y en 1773 el papa Clemente XIV disolvió, haciendo caso a sus insistencias, la orden jesuita. En el Reino Checo, los jesuitas poseían, a esta altura, 43 casas de profesión y muchas iglesias, conventos y colegios.

Academia de Straka
Sus iglesias fueron entregadas a otras órdenes o a las parroquias. Los colegios se convirtieron en hospitales, cuarteles o empezaron a servir para otros fines. Sin embargo, la decisión papal causó graves daños especialmente en el nivel de la educación en los países checos.

Cuarenta años después, en 1814, la orden fue renovada. Casi cien años más tarde, los jesuitas volvieron a Praga sin reclamar sus posesiones y se dedican hasta la actualidad, con excepción del destierro en la época comunista, a la educación y a la administración espiritual.

La riqueza fabulosa de los jesuitas dio origen a varias leyendas en su mayoría relacionadas con tesoros ocultos. Uno de ellos yace en la orilla izquierda del río Moldava. Antes había allí una capilla y un jardín jesuita que servía como la residencia veraniega de los jesuitas.

Tras la abolición de la orden fue allí escondido un gran tesoro. El terreno pasó por muchos cambios y por manos de muchos propietarios. Actualmente se levanta allí el edificio de la Academia de Straka, sede del Gobierno. No queda sino esperar que si el Gabinete topase con el tesoro jesuita, invirtiera esos recursos para el bien común. Talvez en la educación, en la que destacó tanto la Compañía de Jesús.