La ciudad de Teplice debe su surgimiento a la reina Judita

Nos dirigimos esta vez al noroeste del país, a la ciudad de Teplice. Esta se encuentra cerca de la frontera con Alemania, en una zona ondulada protegida por los Montes Metálicos y la Meseta Checa.

El surgimiento de la ciudad de Teplice se debe en gran medida a las fuentes de aguas termales curativas locales. Estas fueron descubiertas en el lugar hace algo más de 2 mil años, hecho que documentan los hallazgos de monedas y joyas usadas por los celtas, así como de monedas romanas que datan de principios de nuestra era.

Según las leyendas nacionales, las fuentes de aguas termales locales fueron descubiertas por pura casualidad, en el año 762, por pastores del entonces patrón de las tierras locales llamado Kolostej.

También el nombre, Teplice, está estrechamente vinculado con las aguas curativas locales, que son "tibias", en checo "teplé", según nos contó Bohuslava Chleborádová, del Museo de Teplice.

"En las proximidades de Teplice se encontraba el camino que en tiempos antiguos unía la ciudad de Praga con Sajonia, región histórica de Alemania. Los viajeros que pasaban por estos lugares más seguido, descubrieron que las aguas termales locales no sólo eran tibias, sino que ayudaban a curar algunas enfermedades, especialmente del aparato motriz".

En las crónicas se sostiene que a principios del siglo XII el poder curativo de las aguas termales atrajo la atención de la reina Judita, esposa del soberano checo, Vladislavo II Premislita. La reina mandó a construir cerca de las fuentes un monasterio benedictino que fue el segundo convento de esa orden religiosa en las tierras checas. El primero había sido fundado tiempo antes junto al Castillo de Praga.

Las fuentes históricas revelan que el monasterio fue en sus tiempos el primer lugar de la zona en ofrecer tratamientos curativos en base a las aguas termales locales, según nos informó Ivo Flasar, del Museo de Teplice. Añadió que dichas fuentes documentan también que la reina Judita fue una mujer realmente extraordinaria.

"En una de las crónicas se sostiene que la reina Judita era una mujer muy bella e inteligente. Los conocimientos que tenía eran en esa época algo inusual en el caso de una mujer, porque se suponía que sólo los hombres disponían de ese privilegio. Judita se interesaba por la literatura, las ciencias, la política y dominaba varios idiomas, entre ellos el latín".

La fama del monasterio benedictino de Teplice se extendió por toda Europa y el poblado que existía junto al mismo fue creciendo. Las primeras menciones de la ciudad de Teplice que aparecen en los anales, datan del siglo XIII.

Calavera de la reina Judita,  foto: CTK
El culto de la reina Judita a la que se debe el surgimiento de Teplice, se conserva en la ciudad hasta la actualidad.

Lo documentó la repercusión que tuvo la información de que los restos humanos que habían sido descubiertos en el área del palacio local habían sido identificados por especialistas como despojos mortales de la reina Judita. Estos fueron expuestos recientemente durante varios días en la iglesia de San Juan Bautista, en Teplice, y miles de personas acudieron al lugar para rendir homenaje a "su reina", según nos contó Ivo Flasar del Museo de Teplice.

"Los restos de la reina Judita, segunda esposa de Vladislavo II Premislita, fueron descubiertos durante los trabajos arqueológicos efectuados en el área del palacio local en los años 50 del siglo XX. Las investigaciones de los mismos duraron largos años y recién hace poco el antropólogo checo, Emanuel Vlcek confirmó que, efectivamente, eran los restos mortales de la reina Judita".

Hablando de Judita cabe recordar que también en Praga existía una obra que llevaba su nombre. Se trataba del puente de piedra sobre el río Vltava, construido en el siglo XII, siendo entonces el segundo más antiguo puente de piedra de toda Europa Central, después del de la ciudad alemana de Ratisbona.

"El puente tenía 514 metros de largo, lo que era algo extraordinario para esa época", señala Ivo Flasar, del Museo de Teplice. "En 1343, no obstante, el puente se derrumbó al no resistir a las inundaciones causadas por las aguas primaverales. Y en 1357 comenzó a construirse en su lugar el Puente de Carlos, que permanece ahí hasta hoy. Del puente Judit se conservaron sólo los cimientos".

Pero volvamos a Teplice, que es la meta de este Radioviajes en Radio Praga. El monasterio y la ciudad registraron períodos de florecimiento, así como tiempos en que fueron blanco de ataques de hordas enemigas, como recuerda Bohuslava Chleborádová, del Museo de la ciudad.

"Los tiempos de guerra fueron reflejándose también en el aspecto de la ciudad de Teplice y del monasterio local. Durante las guerras husitas, en el siglo XV, el monasterio quedó casi en ruina, siendo destruida entonces también la basílica local que, en su época, había sido una de las mayores obras religiosas en el Reino de Bohemia".

En el siglo XVI fue construido en su lugar un palacio en el que hasta hoy se conservan restos del antiguo monasterio. Así, el palacio puede servir como manual de arquitectura, habiendo en él obras de estilo románico y hasta obras del barroco.

Teplice y sus centros termales registraron un nuevo florecimiento durante los siglos XVIII y XIX, cuando se le apodaba incluso "Pequeña París". La ciudad era visitada entonces por importantes personalidades de la vida política y cultural de toda la Europa de esos tiempos. A tratamientos curativos se sometieron en Teplice, por ejemplo, el emperador austríaco Francisco Fernando I y el zar ruso Alexander Nicolás. Los efectos de las aguas termales locales los experimentaron también Beethoven, Chopin, Goethe y otros renombrados artistas.

El palacio de Teplice se abre en uno de sus lados a la Plaza Palaciega, donde se levanta una columna de la peste del año 1718, hermosa obra de Matyás Bernard Braun, uno de los mejores escultores de la era barroca en las tierras checas. Trasladándonos a la cercana Plaza de la Libertad, divisamos desde lejos la hermosa alcaldía de estilo imperio que data de principios del siglo XIX.

De gran atractivo desde el punto de vista arquitectónico son también los edificios de los sanatorios locales donde, en base a las aguas termales se curan especialmente las enfermedades del aparato motriz. La mayoría de estos establecimientos está rodeada de parques que le dan a Teplice un especial toque de tranquilidad.

Antaño había en Teplice también un extenso barrio judío con dos sinagogas. A la nueva sinagoga, construida en el año 1882 se le atribuía una gran importancia. En la misma transcurrían todas las actividades mayores de la comunidad judía local. En el siglo XIX, la sinagoga, de estilo neorenacentista con elementos que evocaban obras arquitectónicas de los moros, era una de las dominantes de la ciudad de Teplice. A la vez, se trataba de una de las mayores sinagogas en las tierras checas.

El 15 de marzo de 1939, Checoslovaquia fue ocupada por la Alemania nazi. Esa nefasta fecha marcó también el destino de la sinagoga de Teplice, que el mismo día fue incendiada y quemada casi por completo. La mayoría de los judíos fueron enviados a ghettos y campos de concentración. También esta parte de la historia de Teplice no debería ser olvidada.

Hoy en día la ciudad de Teplice es uno de los más concurridos balnearios de la República Checa. Además de tratamientos curativos brinda a los visitantes un sinnúmero de otros atractivos. Son también interesantes sus alrededores, especialmente las vistas panorámicas desde los montes que rodean la ciudad. Les recomendamos visitarla.