Jarro de agua fría en Suecia
La selección checa de fútbol volvió a quedarse fuera de un mundial. En una semifinal de repesca contra Suecia sin mucho fútbol, mantuvo sus opciones hasta la segunda parte de la prórroga después de que el VAR le anulase un gol que podría haberlo cambiado todo.
La República Checa jugó su último mundial de fútbol en 2006 y, como mínimo, no será hasta 2026 que vuelva a estar presente en la cita soñada por cada jugador y aficionado al fútbol. En la ciudad sueca de Solna cayó después de un largo partido que, especialmente desde la segunda parte, ambas selecciones convirtieron en un repertorio de pases fallidos, balones regalados, centros a ninguna parte y todo tipo de imprecisiones, especialmente a la hora de rematar o tirar a portería. Aunque corazón e intensidad no le faltó al choque, como no podía ser menos dada su relevancia, a la segunda parte de la prórroga se llegó con la elocuente estadística de un solo tiro a puerta por parte de cada equipo. Pero el acierto del que careció el encuentro llegó, para desgracia checa, en el minuto 109. En la única jugada colectiva reseñable de todo el partido, un pase en profundidad a Quaison que trianguló con Isak ya dentro del área, terminó con un disparo contra el que Vaclík no pudo hacer mucho y adelantó a Suecia. Tampoco en los últimos diez minutos restantes de partido Chequia fue capaz de crear mucho peligro. Después, ya solo quedó digerir la amargura de la derrota, como reconoció el seleccionador checo, Jaroslav Šilhavý.
“Ahora está todo muy fresco, estoy muy triste. Los chicos en el vestuario tienen la cabeza baja. Sabíamos que podíamos ganar a Suecia o como mínimo llegar a los penaltis y que ahí se decidiera el pase. Podíamos haber ganado a pesar de todos los problemas que hemos tenido, por lo que tengo que felicitar a los jugadores por su actuación”.
La selección checa no pudo echar más de menos a su estrella, el lesionado Patrik Shick, segundo mayor anotador de la Bundesliga solo por detrás de Lewandowski. Con él, probablemente el resultado habría sido muy distinto.
Pero la eliminatoria podría haber sido muy distinta en cualquier caso. En el minuto 10 de la primera parte se produjo la jugada más polémica del choque. Un córner lanzado por Chequia terminó en las redes después de varios intentos de remate y rechaces. Pero para cuando el balón pasó la línea de gol, la jugada ya estaba anulada por el árbitro y el VAR más tarde lo ratificó. Las imágenes no aclaraban del todo qué había visto el colegiado, pero finalmente fue la carga sobre el defensa sueco que hizo Jakub Brabec antes de cabecear lo que fue pitado como falta. Šilhavý y todo el equipo no apreciaron nada en esa jugada. Salvo el propio Brabec.
“Tengo que reconocer que los chicos en la tablet lo vieron distinto al árbitro, vieron un gol claro que debió subir al marcador. Pero luego llegó Jakub Brabec y dijo que sí había hecho falta”.
El centrocampista del Hellas Verona Antonín Barák explicó la reacción calmada del equipo checo en esos momentos en los que se podía estar decidiendo el signo de la eliminatoria.
“En la actualidad para mí no tiene ningún sentido presionar al árbitro porque tenemos el VAR, y con la revisión en vídeo no debería haber errores. Por eso, en ese momento no estaba interesado en mantener ninguna comunicación con el árbitro, sino que solo estaba esperando que llegara el veredicto”.
Suecia partía como favorita pero Chequia mantuvo hasta casi el final las esperanzas y las opciones intactas de poder medirse a Polonia en unos días por una plaza en Catar 2022. La decepción no llega a los niveles que está sufriendo la campeona de Europa, Italia, a la que Macedonia del Norte dejó también sin billete a su segundo mundial consecutivo. Pero después de la buena actuación del combinado checo en la pasada Eurocopa, la derrota hace incluso que se mire al banquillo y que haya quien se cuestione si el equipo técnico es el ideal para el combinado checo. Jaroslav Šilhavý no quiere tomar ninguna decisión en caliente.
“Justo después del partido no es el momento de decidirlo. Estoy preparado para lo que sea. Primero tenemos que valorarlo los compañeros y yo, ya que se nos termina el contrato el último día de julio. Tenemos que sentarnos con la dirección y el comité ejecutivo y valorarlo todo”.
La República Checa, dos veces finalista de un campeonato mundial y todo un clásico del fútbol europeo, pasará como mínimo, veinte años sin participar en una cita mundialista, algo completamente inaudito en la historia del fútbol nacional.