Importantes protagonistas de los sucesos en el Protectorado de Bohemia y Moravia

De izquierda: Jan Kubiš y Jozef Gabčík

La República Checa, al igual que otros países del mundo, conmemora el 8 de mayo el aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, conflicto armado que dejó una profunda huella en la historia de Europa y también en otras partes del mundo. En ocasión de la Fiesta Nacional de la República Checa, el Día de la Victoria, dedicaremos atención a los hombres que influyeron en mayor medida los sucesos en el Protectorado de Bohemia y Moravia, formación estatal surgida en 1939 bajo la tutela de la Alemania nazi en el territorio de la hasta entonces Checoslovaquia soberana.

Emil Hácha,  foto: ČT  (Documento 'Heydrich - la solución final')
Emil Hácha, Reinhard Heydrich, Jan Kubiš y Václav Morávek. Estos son los nombres de algunos de los hombres, cuyos destinos se mezclaron durante los años de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que unos estuvieron de un lado de la barricada, otros del lado opuesto y algunos también en el medio. Resulta casi imposible hablar de unos, sin mencionar a los otros. Sus vidas se entrelazaron, a pesar de que algunos nunca se vieron en persona.

Suele decirse que no hay nada en el mundo que sea sólo negro y blanco. A pesar de que sería posible polemizar con esa afirmación, sin duda alguna es válida en el caso del ex presidente Emil Hácha. Éste llegó a encabezar Checoslovaquia en 1938, en un período de crisis, que siguió a la llamada traición de Múnich, cuando en base a los Acuerdos de Múnich, Alemania anexó gran parte del territorio de Checoslovaquia y el entonces presidente Edvard Beneš se marchó al exilio.

Hácha, jurista de renombre, presidente del Tribunal Supremo de Administración, asumió el cargo presidencial a la edad de 66 años, en momentos en que no estaba muy bien de salud y cuando además, se vio afectado por la muerte de su esposa, recuerda el historiador Jan Němeček, del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de la República Checa.

”La representación política que eligió a Hácha no esperaba de él que planteara una nueva política, al ejemplo del primer presidente checoslovaco, Tomáš Garrigue Masaryk, o posteriormente, de Edvard Beneš. El Partido Agrario pensaba que Hácha nunca estaría obligado a solucionar problemas políticos fundamentales. Por ironía del destino, en marzo de 1939, poco menos de seis meses después de asumir la presidencia, Hácha se vio enfrentado a una de las interrogantes más complicadas de la historia nacional. O sea, entregar el país o no a los ocupantes nazis. A pesar de que como jurista debió estar consciente de que no podría justificar el hecho de entregar el país a Adolfo Hitler, lo hizo. Pero no tenía derecho a hacerlo y él lo sabía”.

Adolf Hitler
Pero difícilmente se le puede reprochar actualmente algo a Hácha, ya que Checoslovaquia se encontraba entonces en una situación muy difícil. Un eventual enfrentamiento bélico aislado significaría para Checoslovaquia una cuestión de un par de días o semanas, pero en todo caso una catástrofe.

En marzo de 1939 Checoslovaquia dejó de existir. Los eslovacos se independizaron y crearon un Estado clero fascista supervisado por Alemania y los territorios checos fueron transformados por los nazis en el Protectorado de Bohemia y Moravia.

Pasados unos meses estalló la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, en 1941, cuando Hitler atacó la Unión Soviética, en el Protectorado de Bohemia y Moravia estalló una ola de huelgas. La situación se fue agudizando y culminó con la llegada de Reinhard Heydrich, quien instauró el terror en el protectorado.

Heydrich declaró el estado de sitio y la vida de los mejores representantes de la sociedad checa acabó en los patíbulos. Entonces fue detenido por los nazis también el primer ministro del Gobierno del Protectorado de Bohemia y Moravia, Alois Eliáš, sostiene el historiador Jan Němeček.

Reinhard Heydrich | Foto: Česká televize
”La llegada de Heydrich, el 28 de septiembre de 1941, y la detención del primer ministro Alois Eliáš, representaron un momento definitivo para Emil Hácha. Definitivo en el sentido de que ese 28 de septiembre Hácha disponía sólo de unas dos horas para tomar una decisión. Recibió una ‘carta de bienvenida’ de Heydrich a la que debió reaccionar. Hácha tenía preparadas dos respuestas. En una escribió que abandonaba la presidencia del Protectorado de Bohemia y Moravia por motivos de salud y en la otra le aseguraba a Heydrich su lealtad y que le serviría fielmente en el cargo presidencial. En esas dos horas Hácha decidió firmar y enviar la segunda carta, en la que prometió ser leal a Heydrich”.

Desde aquél instante ya no había posibilidad para dar marcha atrás. En mayo de 1942 se produjo un hecho que acabó definitivamente con Hácha. El atentado contra Heydrich, seguido de la venganza de los nazis contra los checos, en forma de ejecuciones y arrasamiento del pueblo de Lidice.

Poco después del atentado, Hácha abandonó definitivamente Praga. Se marchó al palacio presidencial de Lány, al oeste de la capital y nunca más pasó en esta ciudad mayor tiempo. Su estado de salud fue empeorando a tal medida que poco a poco dejó de concebir la realidad que le rodeaba. En mayo de 1945 Emil Hácha fue detenido y trasladado a un hospital penitenciario, donde falleció al cabo de unas pocas semanas.

Ya durante la vida de Hácha existían posturas opuestas en cuanto a la valoración de su persona. Una parte de la nación lo calificó directamente y sin piedad alguna de colaborador. No obstante, así no más condenar a Hácha no sería objetivo, como especifica Jan Němeček.

”Independientemente de como era Hácha, fue una persona a la que siempre le preocupó el destino de la nación checa. Eso se nota en sus esfuerzos por conseguir la liberación de los estudiantes checos que fueron detenidos tras el cierre de las universidades checas el 17 de noviembre de 1939, en el marco de la persecución nazi. Los estudiantes fueron enviados al campo de concentración de Sachsenhausen. Hácha se esforzó porque los nazis los pusieran en libertad y es importante recordar que, los estudiantes pudieron abandonar paulatinamente los campos nazis antes de 1942”.

Jan Němeček,  foto: Jan Ptáček
Por otro lado, no obstante, el nombre de Hácha está relacionado con todo lo malo que ha pasado a la nación checa durante la Segunda Guerra Mundial. En sus discursos dedicados a cuestiones clave en el protectorado, defendía la política del Tercer Reich, cuyo exponente más conocido en los territorios checos fue Reinhard Heydrich, símbolo del mal humano.

Heydrich, el tercer hombre más importante del Tercer Reich no fue enviado a Praga por casualidad. Su llegada fue planificada y sus pasos premeditados con antelación.

La situación que reinaba en los territorios checos antes de que Reinhard Heydrich asumiera el cargo de protector de Bohemia y Moravia, el historiador Jan Němeček la describe de la siguiente manera.

”La invasión a la Unión Soviética provocó gran inquietud dentro del protectorado. Esa inquietud se caracterizó por una ola de huelgas y la activación de la resistencia nacional. Todo eso obligó a los representantes del Reich a enviar a Praga a un personero más enérgico que el gobernador anterior del Protectorado de Bohemia y Moravia, Konstantin von Neurath, que sólo supervisaba la administración del protectorado. Fue decidido reemplazarlo con un político mucho más ambicioso, sin escrúpulos y de posturas mucho más duras frente a la cuestión checa, como era Reinhard Heydrich”.

Habíamos señalado con anterioridad que Reinhard Heydrich, uno de los jefes de las SS y de la Gestapo, declaró el estado de sitio, envió al patíbulo a muchos de los mejores representantes de la nación checa y se empeñó por todos los medios a su alcance de oprimir y acabar con la resistencia. La escucha de transmisiones de radio extranjeras, así como la venta o compra de mercaderías en el mercado negro por ejemplo, se castigaban con la muerte.

La tarea de Heydrich consistía asimismo en consolidar la excitada situación que reinaba entre la población, porque Alemania estaba interesada en que en los territorios ocupados funcionara la producción bélica. Heydrich introdujo por ejemplo las cocinas con comedores para los obreros, con lo que calmó los ánimos radicales en las fábricas. Un obrero bien alimentado que disponía de ciertas seguridades sociales llegaba a estar satisfecho y era menos radical. Sin embargo, Heydrich tenía una idea clara del futuro de los checos, dice el historiador Jan Němeček.

Alois Eliáš,  foto: ČT  (Documento 'Heydrich - la solución final')
”No hay que olvidar otra cosa. Heydrich, promotor de la monstruosa ‘Solución final’ para los judíos de Europa, plan presentado en la conferencia de Wannsee en 1942, tenía preparado un programa semejante, aunque de dimensión más pequeña, para acabar con la nación checa. Poco después de llegar a Praga, Heydrich presentó ese plan a sus jefes de las SS y a otros altos representantes nazis. El documento contenía recomendaciones de cómo proceder contra los checos. Pero no enseguida, porque la meta primordial era ganar la guerra. Heydrich quería eliminar a la nación checa de a poco. A los dirigentes políticos pretendía fusilarlos, a los habitantes que rechazaran ser reeducados los enviaría a los territorios del este de Europa, a Siberia que, como esperaba, sería ocupada por los nazis y otra parte de la población, capaz de aportar algún beneficio al Tercer Reich, sería trasladada a Alemania y obligada a adaptarse”.

Con antelación hemos mencionado también al primer ministro del Gobierno del protectorado, general Alois Eliáš. Por su colaboración con la resistencia en el país, así como con la radicada en el extranjero, fue detenido por los nazis y más tarde ejecutado. Cabe decir que en el contexto europeo, la historia de este personaje podría ser calificada de inusual, asegura Jan Němeček.

”Se podría mencionar por ejemplo el caso de Serbia y del general Nedich que encabezó el Gobierno local. Pero es imposible compararlo con Eliáš, quien fue el único jefe de un Gobierno constituido por los alemanes nazis que fue ejecutado. Naturalmente, también Eliáš fue responsable de cosas negativas que ocurrían en el protectorado. Independientemente del respeto que se tiene hacia su persona, es indiscutible que, al igual que Hácha, respaldó las actividades de los nazis en el protectorado. Como jefe de Gobierno, estuvo obligado a hacerlo. No obstante, si llegara a sobrevivir la guerra, creo que no sería castigado, aunque tendría que comparecer ante los tribunales al igual que los demás miembros del Gobierno del protectorado. En el caso de algunos, según se dijo, su culpa fue contrapesada con su ayuda a la resistencia”.

Reinhard Heydrich,  foto: Bundesarchiv,  Hoffmann Heinrich,  CC-BY-SA,  Wikimedia Commons 3.0
Pero volvamos a Heydrich. Un proverbio dice que tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe. Y así, tampoco los actos de Heydrich pasaron desapercibidos. En Londres, donde tenía su sede el Gobierno checoslovaco en el exilio encabezado por el presidente Edvard Beneš, comenzó a surgir un plan para la liquidación de Heydrich.

A la tristemente célebre época en la que Heydrich era protector de Bohemia y Moravia se remonta también el fin de un grupo de la resistencia nacional, denominado ‘Los Reyes Magos’. Éste era formado por ex miembros de las Fuerzas Armadas Checoslovacas, el coronel Josef Balabán, el teniente coronel Josef Mašín y el capitán Václav Morávek.

El grupo constituía parte de una extensa organización ilegal de la resistencia, llamada ‘La defensa de la nación’, pero tenía un carácter específico. Tenía su propia conexión con el exilio checoslovaco en Londres, ayudaba en la publicación de documentos en la clandestinidad y, por separado, tomaba parte activa en un sinnúmero de acciones contra los nazis. También acoplaba armas para el eventual caso de que se produjera un golpe de estado, dice Jan Němeček.

”Entre las acciones más relevantes de este grupo se incluyen unos atentados en Berlín. A través de un ayudante enviaron una maleta con explosivos a esa ciudad, para ser instalada junto al Ministerio de la Aviación y la dirección de la Policía en la Alexanderplatz, en el centro de la ciudad. La explosión causó un enorme pánico. Se produjo en septiembre de 1939 cuando los nazis avanzaban con éxito en Polonia y de pronto en el centro del Tercer Reich pasó algo así. Los alemanes nunca llegaron a descubrir quienes fueron los responsables del atentado. Al ayudante que llevó la maleta lo detuvieron más tarde en la frontera, pero no sabían que se trataba de uno de los culpables. Fue condenado sólo por haber cruzado ilegalmente la frontera”.

Tumba de Václav Morávek,  foto: ČT  (Documento 'Heydrich - la solución final')
En 1941, ‘Los Reyes Magos’ prepararon un ataque con bomba contra el tren del jefe de las SS Heinrich Himmler. No obstante, a raíz de unos cambios en las vías, el tren llegó a otra estación de Berlín y la explosión no dio así el resultado deseado. El hombre que instaló la primera carga se encontró posteriormente en la cárcel alemana con comunistas alemanes que fueron detenidos por sospechas de ser autores de los ataques en Berlín.

‘Los Reyes Magos’ desarrollaron sus actividades en el marco de la resistencia durante largo tiempo, pero al final los nazis los descubrieron. Josef Balabán, detenido en abril de 1941, fue una de las primeras víctimas checas de Heydrich, siendo ejecutado poco tiempo después de que el nuevo gobernador del Protectorado de Bohemia y Moravia asumiera el cargo.

Josef Mašín fue detenido un mes más tarde. Václav Morávek logró eludir a su detención durante más tiempo. Poco a poco fueron siendo descubiertas todas las emisoras del grupo, por lo que Morávek no pudo contactarse con Londres, la Gestapo le seguía la pista, pero él no se daba por vencido. Sin embargo, su fin se iba aproximando inevitablemente, sostiene el historiador Němeček.

”Sobre las actividades de todo ese grupo podrían escribirse libros o contarse leyendas. Por ejemplo, en 1941 la Gestapo irrumpió en uno de los apartamentos donde Morávek se había ocultado. Él logró abrirse paso a disparos de entre cinco miembros de la Gestapo y huir. Uno de los enemigos quedó herido de gravedad, otro levemente. Para los alemanes fue un gran fracaso. Lamentablemente, tres meses después, en marzo de 1942, Morávek acudió al lugar de otro encuentro a donde no obstante, poco antes había llegado la Gestapo y había detenido a uno de sus ayudantes. Creo que Morávek pudo haberse dado la vuelta y huir, pero al parecer, ya no estaba muy bien psíquicamente. Sabía que uno de sus mejores amigos terminó en el patíbulo y el otro estaba en la cárcel, y que los demás también ya fueron detenidos. Sacó una pistola, comenzó a disparar y falleció durante el tiroteo con la Gestapo”.

Josef Mašín
En junio de 1942 fue fusilado Josef Mašín, después de un año de haber estado en la cárcel. Al igual que muchos otros patriotas checos murió en medio de la bestial represión desatada por los nazis después del atentado y la posterior muerte del protector de Bohemia y Moravia, Reinhard Heydrich.

Hasta hoy se discute cuándo fue decidido en Gran Bretaña perpetrar un atentado contra Reinhard Heydrich, ‘el verdugo de la nación checa’. Todo indica que los preparativos para la venganza por la violencia contra los habitantes del protectorado debieron haberse iniciado en 1941, porque a finales de ese año paracaidistas del grupo de resistencia Anthropoid, Jan Kubiš y Jozef Gabčík saltaron de unos aviones al territorio checo.

Su posición no fue nada fácil, pues la idea que se habían formado en Londres sobre la situación en el protectorado estaba lejos de la realidad. A pesar de ello, los paracaidistas lograron entablar algunos contactos e, independientemente del gran riesgo, crear una red de resistencia. En primavera de 1942, los días de vida que le quedaban a Heydrich estaban contados.

Cuando el 27 de mayo por la mañana Heydrich partió de su casa en Panenské Břežany en dirección a Praga, los paracaidistas esperaban la llegada de su coche en una curva en el barrio de Kobylisy, en Praga. En el momento decisivo no obstante, a Gabčík le falló su arma y Heydrich fue herido sólo por las esquirlas de una bomba que contra su automóvil lanzó Kubiš. Pero ello fue suficiente. Heydrich fue llevado a un hospital, donde falleció al cabo de unos días, a pesar de los esfuerzos de los médicos por salvarle la vida.

Foto: Barbora Kmentová  (reconstrucción del atentado contra Heydrich)
El atentado contra Heydrich representó un gran golpe para los nazis. Reaccionaron desencadenando el terror en el país y todo lo subordinaron a los esfuerzos por detener a los responsables del atentado.

Las aldeas de Lidice y Ležáky fueron arrasadas, sus habitantes fusilados o enviados a campos de concentración. A diario hubo ejecuciones de personas inocentes. Aún así, durante un considerable período de tiempo los nazis no lograban descubrir la pista de los paracaidistas.

A éstos mientras tanto, les ofrecieron refugio los miembros de la Iglesia Ortodoxa checa, en el templo de San Cirilo y San Metodio, situado en la calle Resslova, en Praga. Allí, durante largos días, Gabčík y Kubiš, junto con otros cinco colaboradores, esperaban la llegada de la muerte o su salvación.

Llegó lo primero. Fueron traicionados por uno de sus colegas, quien en vez de dirigirse después del atentado a la cripta del templo como se había acordado, se fue a visitar a su familia.

Jan Kubiš,  foto: UK,  Public Domain
En base a las informaciones del traidor Karel Čurda, el 18 de mayo de 1942 en horas de la madrugada los nazis llegaron a la iglesia de San Cirilo y San Metodio. Tenían una gran superioridad numérica, en contra de los ocho hombres refugiados en el lugar había unos 800 militares. A pesar de ello, el combate se prolongó durante cierto tiempo. Al ser exhortados los paracaidistas por los nazis a rendirse, respondieron unísono:“Somos checos, nunca nos rendiremos”.

Al cabo de cuatro horas de lucha y al darse cuenta de que no había ninguna esperanza de huir y salvarse, los últimos miembros de la resistencia que quedaban vivos en la cripta de la iglesia terminaron sus vidas suicidándose con ayuda de un arma de fuego o envenenándose.

Hasta hoy se discute en la República Checa de si el atentado contra Heydrich fue un acto de heroísmo o un acto que sólo trajo la muerte a centenares de personas, destaca el historiador Jan Němeček.

”Fue el fin de la resistencia checa. Después de cierto tiempo los nazis lograron descubrir a los autores del atentado y liquidar la red de sus ayudantes. Esto, en su resultado, significó la liquidación de todas las redes de la resistencia conectadas con ellos. Fue una catástrofe, de la que la resistencia no comunista checa no logró recuperarse hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Nunca más se logró crear una red informativa como la que había existido antes del atentado contra Heydrich. Por otro lado, el atentado, o mejor dicho los acontecimientos que le siguieron, tuvieron una amplia repercusión en el mundo entero. No sólo los aliados, sino también el continente americano, reaccionaron con rechazo a las ejecuciones masivas de checos, a la trágica desaparición de Lidice”.

Jozef Gabčík
El asesinato de personas inocentes, ancianos, mujeres y niños, la tragedia de Lidice y Ležáky, conmovió profundamente a los habitantes de todo el planeta. Numerosos pueblos, plazas y calles en el extranjero, por ejemplo en América Latina, acogieron el nombre de Lidice. Desde este punto de vista se puede decir que la muerte de las víctimas checas de la furia nazi no fue vana, porque movilizó a las masas en el mundo entero.

Además, ayudó en la formación y la promoción de nuevos planes políticos de la resistencia checoslovaca, tanto dentro del país como fuera de sus fronteras.

Pero quedaban todavía tres años para finalizar la Segunda Guerra Mundial, tres años que trajeron la muerte a otros cientos de miles de personas. Recién el 8 de mayo de 1945, Europa pudo respirar nuevamente aires de libertad.

Checoslovaquia fue restablecida y, después de seis años de ocupación y supremacía nazi, los checos, moravos y también los eslovacos pudieron retomar el destino en sus manos y edificar su nuevo futuro.

Muy pronto, no obstante, quedaría patente que no todo iba a ser de la manera como se había esperado y soñado en aquellos gloriosos días de mayo de 1945.

Autores: Ivana Vonderková , Martina Bílá
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