Hradec nad Moravicí

Castillo rojo de Hradec nad Moravicí, foto: Jan Valach, CC BY-SA 3.0 Unported

En esta edición de Radioviajes visitaremos el castillo de Hradec nad Moravicí situado al noreste de la ciudad de Opava, en la región de Silesia.

Castillo blanco de Hradec nad Moravicí,  foto: Dr. Killer,  CC BY-SA 3.0 Unported
La ciudad de Opava ofrece a los visitantes un paisaje armónico con fecundas llanuras en la riberas del río Opava en el sur, pero en el norte se surgen las moderadas ondulaciones de las montañas de Jeseníky separadas entre sí por hermosos valles.

A pocos kilómetros de Opava, en un valle del río Moravice se encuentra el castillo Hradec nad Moravicí, el gran tesoro del lugar.

La región dominada por el castillo fue poblada ya en la Prehistoria aproximadamente en el año 3 mil antes de Cristo, hecho que testimonian ricos yacimientos arqueológicos.

Hacia el siglo VIII se asentaron en la región los primeros eslavos, que escogieron para vivir las tierra cercanas a la confluencia del río Moravice y el arroyo Hradecná, un lugar que les ofrecía protección en caso de ser atacados por sus enemigos.

No obstante, el rey polaco Boleslav anexionó por un corto período de tiempo la región del río Moravice al reino polaco, pero la misma fue liberada en el siglo XI por los reyes de la dinastía checa de los Premislitas.

Para proteger el espacio estratégico cercano a la frontera con Polonia, los reyes checos mandaron a construir sobre el valle del río un castillo fortificado. Los detalles nos los ofrece Radomír Pribila, administrador del castillo Hradec nad Moravicí.

"En realidad el castillo lo forman tres edificaciones, de las cuales la más antigua es la que se conoce como ´castillo blanco' que se menciona por primera vez en un documento de hace más de mil años".

Un gran incendio destruyó el Castillo por lo que el rey checo Premysl Otakar II empezó la reconstrucción del mismo, que pasó a ser un conjunto gótico con un palacio, protegido por imponentes murallas con torres rodeadas por un sofisticado sistema de fosos.

Castillo rojo de Hradec nad Moravicí,  foto: Lestat,  CC BY-SA 3.0 Unported
Tras la muerte de Premysl Otakar II, el castillo lo heredó su viuda, la reina Kunhuta que pocos años después celebró allí su boda con el noble checo Závis de Falkenstein.

Kunhuta y Falkenstein pronto volvieron a la capital, Praga y el castillo pasó a manos de Mikulás, el príncipe de Opava, hijo político de Premysl Otakar II.

Al desaparecer la familia de los príncipes de Opava en el año 1464, Hradec nad Moravicí cambió regularmente de dueños, y no fue hasta un siglo después que se apoderó del mismo Karel Pruskovský, que lo mandó a reconstruir convirtiéndolo en un confortable palacio renacentista.

En medio de la plaza del castillo fue erigida una torre con reloj y en las cercanías surgió un bello jardín, había también un bosque y un estanque que ofrecían a los habitantes del castillo bellos espacios para descansar.

A principios del siglo XVIII la familia Pruskovský vendió el castillo. Nuevamente el castillo pasó de mano en mano hasta que en el año 1778 lo comprara el conde Jan Karel Lichnovský de Vostice y Werdenberg.

El conde Lichnovský también reconstruyó el castillo renacentista. Los arquitectos cambiaron por completo los interiores y el aspecto general de Hradec nad Moravicí.

El castillo pasó de fortificación a palacio en estilo imperial, confortable y elegante, ese es el aspecto que mantiene hasta la fecha.

La familia Lichnovský invitaba frecuentemente al castillo a grandes personajes de la música de la época, como apunta el administrador del castillo, Radomír Pribila.

Castillo rojo de Hradec nad Moravicí,  foto: Jan Valach,  CC BY-SA 3.0 Unported
"Famosos artistas visitaron a menudo a los condes Lichnovský. Uno de los primeros fue Ludwig van Beethoven que volvió en más de una oportunidad a Hradec nad Moravicí. Cabe citar también a Franz Listz, y todo parece indicar que también Niccolo Paganini visitó el lugar".

Resulta interesante recordar un suceso ocurrido en Hradec nad Moravicí. Se encontraba allí de visita Beethoven, y pese a las súplicas de sus anfitriones éste se negó a tocar para los oficiales del ejército de Napoleón.

Tras una acalorada discusión, Beethoven se marchó a pie del lugar, durante una noche tempestuosa, dejando una sarcástica carta de despedida en la que escribió: "Condes hay y habrá miles, pero Beethoven hay solo uno".

La segunda mitad del siglo XIX llevó a Hradec nad Moravicí otro período de cambios y reconstrucciones. La más importante fue la construcción de otro castillo que tuvo lugar entre los años 1874 hasta 1895, debido a su color se le conocido como 'castillo rojo'.

"El castillo rojo y la torre blanca, la tercera edificación se construyeron al mismo tiempo. A pesar de parecer hoy muy ostentoso, el castillo rojo fue construido como un establo para caballos, espacio para guardar los coches y sirvió también de alojamiento para la servidumbre".

El arquitecto alemán Händel, al que se le encargó la obra, se inspiró en la arquitectura silesiana de la Edad Media que construía las casas con ladrillos rojos.

La familia Lichnovský, dueña del castillo durante seis generaciones llevó a la región prosperidad económica. Introdujeron la cría de ovejas lo que posibiltó el desarrollo de la fabricación de lana.

En la orilla izquierda del río Moravice creció un "centro industrial" con una fábrica de papel, una hilandería y una planta eléctrica.

La historia del castillo se vió influida por la Segunda Guerra Mundial durante la cual la región de Opava formó parte de las regiones incluíadas en el territorio del Tercer Reich.

"La familia Lichnovský moraba durante la guerra en el castillo. Optaron por la nacionalidad alemana y durante el conflicto políticos alemanes y altos cargos del Ejército acudían frecuentemente al castillo. Al final de la guerra el castillo, y principalmente el castillo rojo, fue afectado varias veces por el bombardeo".

Por el hecho de que la familia Lichnovský se había declarado alemana y mantener estrechas relaciones con los representantes de Alemania, al terminar la Segunda Guerra Mundial perdieron todos sus bienes.

"Todo el mobiliario de los interiores y las obras de colección, en fin todo lo que se puede ver en el castillo, y que fue propiedad de la familia Lichnovský fue confiscado tras la Segunda Guerra Mundial y pasó a manos del Estado ".

A finales de los años setenta empezó con una gran reconstrucción en el castillo que finalizó hasta el año 1996, cuando Hradec nad Moravicí abrió sus puertas a los visitantes.

En la actualidad el 'castillo blanco' ofrece un recorrido por las habitaciones de lujo privadas y representativas y por la galería con una rica colección de cuadros de la familia de Lichnovský y el 'castillo rojo" sirve de restaurante y hotel.

Autor: Helena Karlasová
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