Hospitales checos exportan tejidos de cadáveres

Operación

Unos diez hospitales checos venden tejidos de cadáveres. Gracias a sus "indulgentes" leyes y a las prácticas habituales en los hospitales hasta el momento, la República Checa se ha convertido en suministrador de "materia prima" de humanos.

Los hospitales en cuestión concertaron un contrato con la firma privada Medal, interesada en la compra de tejidos de pacientes fallecidos. Se trata de huesos, cartílagos y pericardios, que luego dicha firma procesa en Alemania para la obtención de productos empleados en las intervenciones quirúrgicas. Y hay que decir que Medal ha hecho de esto un más que lucrativo negocio.

Si bien la práctica de esos hospitales checos no viola la legislación vigente, pues les permite hacer la autopsia en la mayoría de los casos de defunción, muchos médicos coinciden en opinar que no tiene nada de ética. Es que a los pacientes no se les pregunta previamente si estarían de acuerdo con el aprovechamiento de sus órganos y/o tejidos con fines médicos en caso de muerte. Y no sólo eso: en muchos casos la familia desconoce en qué "condiciones" le entregan a su ser querido para el entierro o la incineración, y desconoce menos todavía el hecho de que haya personas que se hagan con dinero "y con mucho dinero- a expensas del difunto. Y como bien expresó el sacerdote Tomás Halík al conocer la noticia: "el cuerpo humano no es un conjunto de piezas de recambio".

El diario Mladá Fronta Dnes comprobó que la firma Medal colabora, por ejemplo, con el hospital de la ciudad de Decín. Éste, por su parte, afirma que sus prácticas no atentan contra la ética. El jefe de la sucursal checa de la firma Medal, Jiri Prib, argumenta: "tenemos que reflexionar acerca de lo que queremos defender, si el derecho de los muertos, o el de los vivos".

Desde luego que prolongar la vida de un enfermo es loable. Lo que ya no me lo parece tanto es que semejantes prácticas puedan hacerse sin el consentimiento previo de aquél que ha de contribuir a la causa con parte de su cuerpo, o sin el de sus familiares más allegados.

Autor: Mónica Villegas Gallego
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