Fenómeno Zlín, arquitectura para trabajar y para vivir
Un milagro urbanístico vinculado con un milagro comercial se vivió en la época de entreguerras en la ciudad morava de Zlín. Su cara fue marcada por el desarrollo de la empresa de calzado Baťa. La historia de la arquitectura funcionalista de Zlín, desde 1910 hasta 1960, se presenta en el Palacio Ferial de Praga en la exposición titulada Fenómeno Baťa.
El arquitecto suizo Le Corbusier expresó: “Zlín es un fenómeno brillante”.
La exposición en el Palacio Ferial permite convencerse de la veracidad de sus palabras sin tener que desplazarse hasta Moravia Oriental. Fotos de la época de tamaño gigantesco instaladas a la entrada crean la ilusión de que uno se encuentra en medio de la fábrica de calzado Baťa. Unos pasos más adelante el visitante puede sumarse a la muchedumbre de trabajadores que después de la jornada laboral se precipitan para gastar su dinero en el centro comercial de Zlín.
El consorcio de los hermanos Tomáš y Jan Antonín Baťa es lo primero que se imagina mucha gente al escuchar el nombre de esa ciudad morava, opina Ladislava Horñáková, una de las autoras de la muestra sobre la arquitectura de Zlín.
“Tomáš Baťa fundó en 1894 una fábrica que empezó a desarrollarse a un ritmo inesperado debido a sus capacidades empresariales y su voluntad de hacer algo también para la gente. En la época del comunismo se decía que era capitalista y explotador, pero él procuraba que sus obreros tuvieran condiciones favorables para vivir y trabajar”, afirma Horñáková.
Zlín fue la única ciudad de Europa construida en un estilo estrictamente funcionalista. Siguiendo el ejemplo de las urbanizaciones estadounidenses, los arquitectos, encabezados por František Lydie Gahura, mantuvieron la característica división de la ciudad en tres zonas.
Una zona de trabajo, que incluía los edificios de producción de la empresa Baťa, una zona pública con comercios, comedores, balnearios, parques y campos de deporte, y una zona tranquila con viviendas y jardines.
“Trabajar en colectivo, vivir como individuo”, fue el lema de Tomáš Baťa, empresario exigente que deseaba que sus obreros se sintieran en casa como reyes, recuerda Ladislava Horñáková.
“Cuando Tomáš Baťa fue elegido alcalde en 1923 dijo que tenía la visión de una ciudad para 50 mil habitantes. Zlín tenía entonces unos 3500. Nuestra exposición muestra cómo en el transcurso de unos 30 años una localidad pequeña se convirtió en una aglomeración industrial grande que tenía su sistema de vida y administración y su cara característica que se reflejó posteriormente en todo el mundo”.
Un esqueleto de hormigón armado con vigas de 6,15 por 6,15 metros se convirtió en la unidad básica de construcción aplicada tanto en los edificios industriales, como en las casas familiares. El esqueleto se llenaba con ladrillos y ventanas con marcos metálicos.
A medida que se fue expandiendo al mundo la empresa Baťa, se divulgó también la arquitectura característica de Zlín. Clones de la urbe madre nacieron en quince ciudades europeas, así como en la India, Indonesia, Brasil, México, EE.UU. y Canadá.
La exposición de Praga evoca la atmósfera de Zlín de entreguerras. Aparte de presentar los monumentos arquitectónicos más importantes de la ciudad mediante planos originales, maquetas y fotos, los organizadores recuerdan al visitante toda la escala de productos de la empresa Baťa: calcetines, medias, neumáticos, máscaras de gas, juguetes de goma, películas de los talleres fílmicos de Zlín...
Y naturalmente no faltan vitrinas con los zapatos. Las damas quedarán impresionadas por una colección de modelos de lujo de piel de cocodrilo y serpiente que se producían en la empresa Baťa en serie hasta el año 1954.
La exposición Fenómeno Baťa permanecerá instalada en el Palacio Ferial de Praga hasta el 31 de mayo.