Falleció Marie Šupíková, la sobreviviente de Lidice que compartió su historia con varias generaciones
Como niña, Marie Šupíková sobrevivió la destrucción del pueblo de Lidice por los nazis. Tras la guerra, se convirtió en una de las que más activamente hablaron sobre las atrocidades con las generaciones más jóvenes. Šupíková falleció este lunes a los 88 años.
Marie Šupíková tenía nueve años, cuando los nazis lanzaron en junio de 1942 una operación que entraría en la historia por su crueldad y salvajismo. Los nazis, furiosos por el atentado perpetrado por los checos contra Reinhard Heydrich, desencadenaron una fuerte ola represiva contra la población, que azotó también los pueblos de Lidice y Ležáky.
En la madrugada del 10 de junio, los nazis acordonaron la aldea de Lidice y a las 7 de la mañana iniciaron los fusilamientos. Los nazis ejecutaron a 173 hombres de entre 14 y 84 años de edad. Las mujeres y los niños fueron enviados a campos de concentración o destinados a ser germanizados en familias alemanas.
Marie Šupíková formaba parte de este segundo grupo de niños, y según contó para un programa de la Radio Checa, sus primeros pasos se dirigieron a Polonia.
“Éramos como 89 niños y llegamos a Polonia. En Lodz habían convertido una fábrica en un campo de concentración. Teníamos piojos en el cabello y mucha hambre y echábamos de menos nuestros hogares. Y estábamos allí solos y no sabíamos qué hacer”.
Šupíková recuerda que en un momento llegaron soldados, con botas de cuero pulidas, los reunieron en una sala y empezaron a seleccionar a niños.
“Uno tenía como un bastón en la mano y pasaba entre nosotros y de vez en cuando miraba a alguien y le tocaba el hombro con el bastón para que se pusiera de pie. Así fueron escogidos siete niños para que nos criaran como alemanes. Estaban eligiendo principalmente a niños con pelo rubio y ojos azules. Pero en ese entonces aún no sabíamos por qué”.
Se trataba de seis niñas y un niño. Marie Šupíková estaba entre ellos. Los demás niños de Lidice fueron enviados al campo de exterminio de Chełmno, donde fueron asesinados en vehículos de gas arreglados especialmente para ese fin. En ese entonces se estaba considerando que estos ‘vehículos asesinos’ como se les llamaba, podrían fabricarse en la ciudad checa de Vysoké Mýto. Afortunadamente, el plan nunca se llevó a cabo.
Al ser seleccionada, Marie Šupíková y los demás niños aún no entendían la vida que los nazis habían previsto para ellos, contó.
“El por qué nos eligieron a nosotros lo descubrimos después. Cumplíamos con las leyes raciales alemanas. Y yo nunca fui rubia, pero me imagino que cumplí de otra manera. Porque ellos evaluaban los pómulos, los pabellones de las orejas, tenían ciertos criterios. Y diría que elegían también a niños de cierta edad, cuando todavía se podían formar”.
Šupíková empezó a asistir a una escuela alemana y tenía prohibido hablar en checo con los demás alumnos. Según recuerda, en julio de 1943 la llamó a su oficina la directora del colegio.
“Vino una pareja mayor. Me miraban a mí y yo los miraba ellos. Y sucedió algo raro, que hasta hoy no comprendo, y es que la directora de la escuela me pidió que caminara por la oficina. Creo que estaban mirando si no tenía las piernas torcidas, no lo sé. Y vinieron dos o tres veces más. No tenían hijos, su apellido era Schiller y vivían en Poznan. Y la mujer me trajo una vez un bollo con mantequilla y eso era algo especial para mí. Un día la directora me dijo que le había gustado al matrimonio, que me habían elegido y que me iban a adoptar”.
Con sus nuevos padres y bajo un nuevo nombre, Ingeborg Schiller, Šupíková vivió en Poznan hasta enero de 1945, cuando la familia decidió huir ante la llegada del frente de la guerra a Alemania.
Cuando Europa empezó a recuperar la paz, se inició la búsqueda de los niños perdidos de Lidice. Se sumaron a ella el Comité Checoslovaco de Repatriación, la organización alemana Víctimas del Fascismo y también las mujeres de Lidice que habían sobrevivido el campo de concentración de Ravensbrück. En todo el tiempo que había transcurrido, no se habían enterado de lo que había sucedido en Lidice.
Marie Šupíková volvió a Checoslovaquia en agosto de 1946 y pudo reencontrarse brevemente con su madre, quien, no obstante, sucumbió al martirio sufrido a finales del mismo año.
Tras la guerra, Šupíková se dedicó a contar su historia y las atrocidades de la guerra al público. Recordaba los acontecimientos de su vida consciente de la desgracia y la suerte que le había tocado.
“Yo siempre digo que es irónico. Por un lado me robaron mi familia, mi hogar y destruyeron parte de mi infancia. Por otro, uno tiene que agradecerles que me dejaran regresar, que me consideran de raza pura y que pudiera sobrevivir todo este sufrimiento. Y cuando uno lo recuerda todo, cuando tiene su propia familia, piensa en el momento en el que mi mamá tuvo que entregarnos. Lo que tuvo que vivir en esos pocos segundos. Todo lo que había vivido hasta este instante debió haber pasado delante de sus ojos”.
El director del Museo de Lidice, Eduard Stehlík, amigo de Šupíková durante más de 30 años, la recuerda como a una mujer extraordinaria y una de las sobrevivientes más activas en la concienciación del público sobre los acontecimientos de la guerra.
“Es una pérdida enorme, porque sus vivencias fueron extraordinarias y extraordinariamente crueles. Y siempre la recordaré como a una persona increíblemente fuerte con un don de transmitir los horrores de la guerra a las generaciones más jóvenes. En este sentido es irremplazable. Era una persona muy amable y que echaremos muchísimo en falta”.
Šupíková continuó asistiendo a pláticas y conferencias hasta que se inició la pandemia del coronavirus. De acuerdo con Stehlík, Šupíková superó el COVID en los últimos meses y recibió la vacuna, pero no logró sobrellevar otros problemas de salud.
De los cerca de 500 habitantes que vivían en Lidice antes de la guerra sobrevivieron 160. Tras la liberación de Checoslovaquia en mayo de 1945, 143 mujeres y 17 niños volvieron a Lidice. Hoy sigue con vida la última mujer de Lidice, Jaroslava Skleničková, y unos cuantos niños.