Europa le teme a los inmigrantes
La mayoría de los analistas coinciden en que tras la ampliación de la Unión Europea, el primero de mayo del 2004, no se producirá un gran desplazamiento de inmigrantes de los nuevos países miembros a naciones más ricas de occidente. Estas suposiciones se sostienen en las experiencias de las anteriores expansiones de Europa o la unificación de Alemania, tras la caída del Muro de Berlín. Sin embargo, la incorporación de nuevos países a la UE despierta en muchos un gran temor y se adoptan medidas para evitar la inmigración.
Las posibilidades de trabajar en alguno de los actuales pasíes miembros de la Unión Europea era para muchos la principal ventaja de la ampliación. Sin embargo, la realidad tras el 1 de mayo será muy diferente: De los 15 países comunitarios, sólo Gran Bretaña e Irlanda están dispuestos a abrir plenamente sus mercados laborales, mientras que Alemania, Austria o Dinamarca, serán más rígidos en sus políticas de apertura: Dinamarca, por ejemplo, además de establecer un período transitorio de dos años, exigirá la tramitación de un permiso de trabajo. En el caso concreto de Praga, la diplomacia checa mantiene intensas negociaciones con Italia, Holanda y Suecia, aunque todo indica que finalmente esos pasíes optarán por establecer períodos transitorios durante los cuales los checos no podrán buscar trabajo en esos países. Todo ello a menos de que se consiga llegar a un acuerdo y establecer cuotas anuales de inmigrantes, tal como lo han hecho Polonia y España. A pesar de que los "viejos miembros" de la Unión comprenden la necesidad de acercarse cada vez más a sus vecinos orientales, todo indica que no superarán fácilmente su temor al gran "desconocido" que representa la unificación de Europa y, hasta entonces, serán los ciudadanos de los nuevos países miembros los que saldrán perjudicados.