Estado checo adquirió obras de arte de gran valor histórico en Holanda

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En una subasta en Ámsterdam, el Estado checo adquirió 28 obras de arte y piezas de las colecciones Liechtenstein, que antes de la Segunda Guerra Mundial decoraban varios castillos moravos que pertenecían a dicha familia aristocrática.

Palacio de Valtice  (Foto: CTK)
En la subasta, realizada en Holanda, representantes del Instituto de Monumentos Nacionales compraron, por un valor total de 400 mil euros, valiosos cuadros, tapices y piezas decorativas, además de sillas originales del siglo XVI. Todos los objetos serán devueltos a sus lugares originales en los castillos moravos de Lednice, Valtice y Šternberk.

Entre las adquisiciones figuran tres naturalezas muertas, una de ellas de Juan Pieter Brueghel, uno de importantes artistas flamencos, sostuvo Naděžda Kubů, del Instituto de Monumentos Nacionales.

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“Teníamos gran interés en comprar ese cuadro, por lo que hemos decidido negociar hasta el máximo, claro, tomando en cuenta nuestras posibilidades financieras. Por suerte, por el precio de 50 mil euros esta maravillosa obra se convirtió en propiedad del Estado checo, lo que nos alegra”, dijo Naděžda Kubů.

Los recursos financieros fueron concedidos por el Ministerio de Cultura. El Instituto de Monumentos Nacionales tuvo que renunciar, por razones financieras, a otros objetos históricos, entre ellos, dos globos de la primera mitad del siglo XVII que formaban parte del mobiliario del castillo de Šternberk. Su precio, al igual que el de otras piezas, era demasiado elevado, explicó Marta Sedláková, funcionaria del Instituto.

Palacio de Lednice  (Foto: CTK)
“Estábamos interesados especialmente en dos lienzos, dos grandes paisajes. Lamentablemente, durante la subasta su precio sobrepasó nuestros límites financieros, así como, según mi opinión, los estándares europeos. Pagar sumas tan altas nos resultó imposible”, indicó Marta Sedláková.

Según la administradora del castillo de Lednice, Ivana Holásková, las razones que motivaron adquirir objetos artísticos que antes se encontraban en territorio checo, se deben a las malas relaciones diplomáticas entre la República Checa y el principado de Liechtenstein, de hecho inexistentes. En caso contrario, es probable que la familia Liechtenstein hubiera concedido al país la preferencia para la compra.