“En Praga todavía no se les da prioridad a los peatones y ciclistas”.
El sistema de transporte público en Praga integra una amplia red de tranvías, autobuses y tres líneas de metro que hacen asequible y cómodo el movimiento por la ciudad. Sin embargo nuestra protagonista, Lara Caballero, una ingeniera amante del deporte y que terminó viviendo en Praga por amor, se queja de que hay un medio de transporte que aún no está demasiado valorado: la bicicleta.
“Los conductores de coche no te respetan absolutamente. Ya he tenido varios percances de casi atropellos en un paso de peatones y he visto en varias ocasiones, ya no sólo llevando la bicicleta, sino como peatón, caminando por el centro de Praga, cosas así. Los coches conducen como locos. Me parece que esta ciudad todavía no le da la prioridad a los peatones ni a los ciclistas. Sobre todo a los peatones, que son lo primordial en el centro de una ciudad, y se le da más privilegios a los conductores de automóviles”.
Nuestra protagonista afirma que ante este problema, educación y concienciación son primordiales, y que la gente entienda que los ciclistas sólo desean disfrutar del aire libre y moverse de una forma sostenible. Aunque a veces se encuentren con obstáculos, como explica.“Hay raíles de tranvía por toda la ciudad y es un peligro porque en ocasiones para ir de una parte a otra no te queda otra que ir por la acera molestando a los peatones o ir por la carretera y hay poco espacio y se ve uno obligado muchas veces a ir muy cerca de los raíles del tranvía y es muy peligroso. De hecho yo una vez me caí porque se metió la rueda en el tranvía y me di bastante fuerte. Menos mal que llevaba casco”.
Tanto Lara como su novio comparten la misma pasión por la bicicleta. Y no sólo la usan para moverse por la ciudad, también hacen viajes con ésta. Es habitual que la pareja realice rutas en bicicleta por Europa. Una mezcla de turismo, sostenibilidad y deporte, afirma Lara.“Hemos hecho ya varios viajes por Europa. Hemos recorrido el Danubio por ejemplo, empezando en Rumanía, recorrimos toda Rumanía, Bulgaria y hasta Serbia. Y también recientemente hemos hecho un viaje atravesando completamente Austria, casi 400 kilómetros”.
Cuando en España se le acabó el trabajo en la empresa de construcción en la que estaba no se lo pensó dos veces y puso rumbo a Praga para vivir
junto a Matus. Aquí empezó a buscar trabajo en diferentes empresas relacionadas con la ingeniería, su campo de trabajo, pero tampoco se habría imaginado nunca que acabaría encontrando un trabajo como guía turística.“Yo soy ingeniera técnica en obras públicas y he venido a parar a Praga y hago algo que no tiene nada que ver. Trabajo como guía turística. Hago recorridos para los turistas. Nunca pensé que yo iba a hacer algo así, una ingeniera como yo, siempre trabajando en la construcción, y de repente verme trabajando en la calle y hablándole a 30 personas sobre la historia checa. Quién me lo iba a decir”.
Y es que la vida de nuestra protagonista cambió el día que conoció al eslovaco Matus, su pareja, mientras viajaba por Europa con una amiga. Desde ese momento empezaron una relación a distancia que sus padres no terminaban de creerse hasta el día que hizo sus maletas y se plantó en Praga para vivir junto a él.“Al principio se lo tomaban como un capricho de la niña, un cachondeo, algo pasajero, ay que la niña se nos ha vuelto loca y se ha enamorado de un europeo del este. No se creían realmente que una relación a distancia de esas características pudiera prosperar. Y la verdad es que sí ha prosperado. De hecho estamos muy felices y haciendo un montón de proyectos futuros juntos”.
Esperamos que el ejemplo de personas como Lara y Matus se difunda y aprendamos a movernos de una forma más limpia, sana, ecológica y divertida como es la bicicleta.