En el castillo de Radyne se aparece el fantasma Radous con orejas de burro

A 9 kilómetros del centro de la ciudad de Pilsen está ubicada la pequeña villa de Starý Plzenec sobre la cual se alza el cerro de Radyne con el homónimo castillo en cuyo recinto se aparece de vez en cuando el fantasma Radous con orejas de burro. En el lado opuesto del valle del río Úslava se yergue el cerro de Hurka con una antiquísima rotonda del siglo X. A estos memorables lugares les conduciremos en esta edición de Radioviajes.

El castillo de Radyne se levanta en la cima de un alto y empinado cerro, cubierto por románticos bosques. La imponente fortaleza fue fundada por el rey checo y emperador romanogermano Carlos IV antes del año 1361 bajo el nombre de Karlskrone.

Carlos IV mandó erigir el castillo para que protegiera las rutas comerciales y las posesiones reales. La fortaleza tenía una importancia estratégica porque formaba parte de la cadena de castillos- centinelas que se extendía desde la frontera de Bohemia con Baviera.

Con el tiempo el nombre Karlskrone de la fortaleza cayó en desuso y prevaleció el de Radyne.

El castillo de Radyne fue administrado por los burgraves reales. En la primera mitad del siglo XV uno de ellos no cumplió cabalmente la tarea que le encargó el monarca. En vez de proteger a los mercaderes que recorrían la ruta comercial desde la frontera, prefirió asociarse con bandoleros y asaltar a los viajeros. Un ejército del rey Venceslao IV capturó a los malhechores y éstos fueron ahorcados en Praga.

A principios del siglo XVI Radyne perdió su significado estratégico y hospedó a sus dueños aristocráticos sólo en temporadas de caza.

El castillo de Radyne
El nuevo interés por Radyne empezó en el siglo XIX bajo la influencia del romanticismo. Su dueño, Kristián de Valdstejn, mandó restaurar esta fortaleza gótica y la abrió a los turistas. El castillo rehabilitado en estilo romántico fue en 1886 incendiado por un vagabundo demente que lo hizo por venganza.

En 1920 la fortaleza fue adquirida por el ayuntamiento de Starý Plzenec que administra hasta la actualidad esta joya de la genuina arquitectura de la época de los soberanos de la Casa de Luxemburgo.

Cuando se oye en sus recintos un trueno, es Radous, el fantasma del castillo de Radyne, quien enojado de no haber sido mencionado todavía, anuncia su presencia.

Radous, puedes estar tranquilo. Ahora mismo contaremos tu historia.

Cuando Radous nació en una familia de hidalgos, sus padres no lograban ponerse de acuerdo acerca de su nombre de pila. En uno de los violentos altercados, la hidalga gritó a su esposo:"¡Si llega a llamarse cómo tú deseas, que sea el niño más feo del mundo!"

La espantosa maldición se cumplió. El pequeño Radous era feísimo:en su descomunal cabeza ovoide se veían orejas de burro, barbilla de chivo y colmillos de jabalí.

Conforme crecía Radous era cada vez más espantoso. Su padre exclamaba a menudo:"¡Yo no quiero en casa este monstruo!" Radous vagaba por los bosques para no ser visto por nadie.

Huía de la gente, pero cerca de una fuente en medio de un tupido bosque encontró un día a un peregrino que dormía. Por curiosidad abrió su alforja en la que había sólo un grueso libro. Radous empezó a hojearlo. Cuando volvió la página, aparecieron unos pequeños duendes, listos para cumplir cualquier deseo suyo.

El castillo de Radyne
"¡Edifíquenme en este cerro un fuerte castillo!", ordenó Radous. Los duendes trabajaron rápidamente y Radous se vio pronto sentado en una lujosa y confortable habitación del castillo de Radyne.

Después de algún tiempo Radous bajó del castillo de Radyne al pueblo más cercano donde le gustó la hija del tabernero. A la muchacha no le importó que el novio fuese tan feo. ¿A quién no le seduciría la posibilidad de convertirse en la señora de un castillo? Los novios se marcharon al castillo de Radyne donde nacería posteriormente su hijo.

El aspecto del niño era tan repugnante como el de su papá. El encolerizado Radous asfixió a su mujer y a su hijo y arrojó sus cadáveres al sótano.

Lo mismo se repitió varias veces. La leyenda narra que Radous mató a seis esposas y a seis hijos porque no aguantaba su feísima imagen estampada en los rasgos de sus vástagos.

La rotonda de los santos Pedro y Pablo
Tan sólo la séptima esposa llegó a descubrir a sus seis antecesoras asesinadas y se marchó del castillo de Radyne bajo el pretexto de que iría al pueblo a comprar grasa para ruedas porque las de los carros rechinaban demasiado.

La señora denunció al rey los terroríficos crímenes que se cometieron en Radyne. El soberano envió al castillo sus tropas, pero los soldados no hallaron ni rastro de Radous, que había desaparecido para siempre.

Sin embargo, el fantasma de Radous se aparece de vez en cuando en el castillo de Radyne. Al mediodía recorre el recinto con un carrito lleno de grasa para ruedas e inmediatamente después se desencadena una fuerte tempestad.

Bajamos del cerro de Radyne, recorremos la villa de Starý Plzenec y subimos otro cerro, el de Hurka, para ver de cerca la rotonda de los santos Pedro y Pablo, edificada en la segunda mitad del siglo X. Allí terminan nuestros Radioviajes porque estamos cansados de tantas subidas y bajadas...

Quizás en una de las próximas ediciones de Radioviajes les contemos más sobre el lugar fortificado de Hurka, habitado por eslavos ya en el siglo VIII de nuestra era.

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