Elvira Lindo “El humor lo facilita todo. Hace que cualquier historia sea menos áspera y más fácil de entender”
La escritora española Elvira Lindo ha presentado en Praga la traducción de la tercera entrega de Manolito Gafotas, el popular personaje que creó en 1994. Con ella hemos hablado de su particular tour por las tierra checas, de la universalidad de lo local y de su próxima obra, que será publicada en noviembre.
Todo un periplo checo que además, por el formato de las sesiones, ha distado bastante de los prototípicos encuentros de charla y firma de autógrafos. Las reuniones con los lectores venían precedidas de una lectura dramatizada, más cercana al teatro que a la lectura en un atril, protagonizada por dos actores profesionales.
En definitiva, una gira similar a la de una compañía de teatro, como describe Elvira Lindo en entrevista para Radio Praga.
“Yo me sentía como parte de los truperos, de los teatreros, porque yo al fin y al cabo era como la guinda del show. Ellos hacían una representación y al final con los aplausos salía yo y respondía. Imagínate, he viajado con dos actores todo el tiempo, que no sabían hablar español, yo tampoco sé nada de checo, y al final nos entendíamos en inglés. Pero lo que son las ganas de comunicarse que al final sabíamos mucho unos de otros. Hemos estado en colegios públicos, en pequeños teatros, en pequeños centros culturales. Lo malo es que ha sido muy cansado, lo bueno es que me llevo una idea de la gente de aquí extraordinaria”.El checo es desde 2014 una de entre las más de 20 lenguas en las que Manolito Gafotas describe su particular universo del barrio madrileño de Carabanchel Alto. Con tres tomos ya en las librerías y un cuarto en preparación, todo indica que el personaje se ha hecho también con el corazón de los checos. Y es que, de acuerdo con Lindo, la comunicación con su público ha sido todo lo fluida que cabía desear.
"Me llama más la atención no la fantasía del entorno en sí sino la fantasía de los propios personajes, la que ellos tienen en su cabeza."
“El humor lo facilita todo. Hace que cualquier historia sea menos áspera y más fácil de entender. Hemos hecho la representación para adultos pero también lo hemos hecho para niños, y me ha sorprendido por ejemplo la capacidad de escuchar que tenían y de portarse bien. Y luego la gente, muy cariñosa, demostrándome cariño sin poder comunicármelo con palabras, dándome la mano, sonriéndome, dándome unos pastelitos y cosas así. Tengo grabadas de ayer, era un público adulto, ya muy tarde, las siete y media, y tengo las carcajadas de la gente. Me hacía muy feliz, es trasladar un mundo muy propio a un país lejano”.
Todos los niños se parecen
De hecho podría pensarse que un mundo tan específico, tan madrileño como el de Manolito, repleto de referencias culturales y sociales, es difícilmente exportable a otra realidad. Paradójicamente el localismo es, según la autora, lo que dota de universalidad a la serie. La vida de una familia urbana de extracción más bien humilde es mucho más similar de lo que parece a simple vista, señala Lindo.
“Algo local de un sitio y algo local de otro, se parecen. Aparte de que los niños se parecen bastante. Creo que no es muy diferente un niño checo que vive en un barrio de uno madrileño que vive en un barrio. Nosotros siempre creemos que nuestras peculiaridades no pueden viajar, que son completamente diferentes. O sea, creemos en nuestra diferencia continuamente, hasta que ves que los seres humanos somos bastante parecidos. Hay diferencias culturales, claro, pero yo diría que en países en los que la familia es importante, como creo que sucede en este país, al ser un libre tan en torno a una familia, pues es entendible”.Lindo cita como ejemplo el caso de Irán, donde Manolito Gafotas es increíblemente popular, hecho que explica a partir de la pervivencia de una clase media ilustrada y de la importancia clave de la familia en la sociedad iraní. Los libros de Manolito Gafotas han sido también publicados en países todavía más exóticos como China, Japón o Vietnam.
Tampoco habría que olvidar otras características que dan solidez a las ocho entregas de Manolito Gafotas que de momento han salido a la luz: un estilo literario solvente y un apego continuo a la realidad, mostrando, siempre desde el punto de vista de un niño, aprietos económicos, familias alejadas del estereotipo, o cuestiones religiosas o políticas “a pie de calle”.
Huyendo del encajonamiento que supone la etiqueta de literatura infantil como género, Elvira Lindo prefiere describir los libros de Manolito Gafotas como literatura humorística, situada además en el lado más mundano de la clasificación tradicional entre fantástico y realista.“Yo me situaría más en la tradición de Mark Twain, de Huckleberry Finn, incluso de Roald Dahl. Me llama más la atención no la fantasía del entorno en sí sino la fantasía de los propios personajes, la que ellos tienen en su cabeza. Mi personaje está todo el tiempo imaginando cosas. Su entorno es realista, pero a mí me viene bien que el entorno sea realista para que el personaje escape con su imaginación muchas veces”.
"Yo siempre he tenido un contacto muy cercano con lo que vivía"
Aunque Elvira Lindo es conocida internacionalmente sobre todo por Manolito Gafotas, es autora de otra serie de orientación más infantil, la de Olivia, desarrollada entre 1996 y 1997, y de cinco novelas, entre ellas ‘Una Palabra Tuya’, de 2005, ganadora del Premio Biblioteca Breve. Licenciada en periodismo, con gran experiencia en radio, sobre todo al principio de su carrera, y con una colaboración continua como columnista con el diario El País, Elvira Lindo destaca por proyectar también en el resto de su obra ese realismo cercano y cotidiano que vemos en las peripecias de Manolito.
Aunque progresista, crítica y observadora, la escritora huye del rol mesiánico que adoptan algunos autores y evita considerarse a sí misma como una fuente de denuncia social.“Yo siempre he tenido un contacto muy cercano con lo que vivía. Quiero decir, que ahora por los tiempos que estamos viviendo enseguida se utiliza la palabra compromiso, y yo no he querido utilizar nunca esa palabra. He sido, no voy a decir una escritora, una persona en contacto con todo lo que sucedía a su alrededor, porque me gusta, porque me interesa cómo es el ser humano, porque creo que sé escuchar, porque tengo oído para el habla y creo que la sé describir, reproducir, etc. Pero eso ha sido una vocación mía desde el principio. Nunca me he adornado con lo de ‘soy una persona comprometida’ ni nada de eso, y además porque en muchos casos ha sido humor, y escribir humor para mucha gente es una cosa de segunda categoría”.
En el currículum de Elvira Lindo encontramos asimismo dos obras de teatro y numerosos guiones cinematográficos, entre ellos los de las adaptaciones de tres de sus libros. En próximas ocasiones, sin embargo, preferiría trabajar sobre textos ajenos, confiesa.
“Yo he hecho la adaptación de alguna novela mía y no me gusta. Quiero decir, lo he hecho en una ocasión, y he asesorado en otras ocasiones, tal vez porque quería dejar mi impresión sobre las cosas, o sobre como tenían que ser, pero trabajar sobre un texto que tú ya has hecho es un rollo. Lo mejor es trabajar sobre algo completamente nuevo. O sobre la novela de otro. La única vez que lo he hecho ha sido sobre una novela de Antonio y no es el guion del que yo me siento más orgullosa”.
La autora se refiere a la película basada en ‘Plenilunio’, novela de su marido, el también escritor Antonio Muñoz Molina. Precisamente con él comparte su pasión por Nueva York, que visita desde los años 90 y en la que estuvo viviendo de seguido desde que en 2004 Muñoz Molina fuera nombrado director de la sede local del Instituto Cervantes.El último invierno en Nueva York
Nueva York protagoniza la novela experimental ‘Lugares que no quiero compartir con nadie’, de 2011, y será retomada en el próximo trabajo de la escritora, a publicarse en noviembre de este año. Se trata del diario que escribió en el último invierno que pasó en la ciudad, acompañado de una rica colección fotográfica. No es que Nueva York sea tan inspirador, argumenta, sino que es labor del escritor encontrar inspiración en el lugar en el que se halle, a partir de la vida que lleve.
“Yo creo que en el fondo uno se tiene que inspirar allá donde esté. Quiero decir, que si escribes, escribes. Yo me acuerdo de un verano que estaba en un pueblo de la sierra de Madrid donde no tenía nada que hacer, nada de nada, y allí surgieron unas columnas que yo hice para El País y que se llamaban Tinto de Verano y que tuvieron mucho éxito en su momento. Yo creo que lo que vives tiene que ser un poco como la plastilina, tienes que hacer figuras”.
Elvira Lindo concluyó este martes su gira por Chequia con un encuentro final en el Teatro Minor de Praga. Su estancia en el país ha sido organizada por la organización Listování y patrocinada por el Instituto Cervantes.