El terrón de azúcar: un invento checo para endulzar la vida
Surgió en 1843 como alternativa a las antiguas barras de azúcar que podían alcanzar un metro y medio de largo y resultaban, por lo menos, incómodas. Con el tiempo, el terrón de azúcar, patentado en el actual territorio checo por un suizo, se convirtió en un objeto cotidiano y, a la vez, de culto.
Aunque algunas personas consideran que el terrón de azúcar es ese objeto de culto que se coloca en la cuchara para la ceremonia de la bebida absenta, la verdad es que hoy se trata de un objeto de uso más o menos cotidiano. Sin embargo hubo un tiempo en que endulzar el café era algo mucho más difícil, tal como explica Martin Rychlík, director del Museo de la ciudad de Dačice.
“El primer terrón de azúcar del mundo fue creado en Dačice en una refinería local de azúcar. Su creador fue el director de la refinería, Jakub Krištov Rad, luego de que, en 1841, su mujer, Juliana Radová, se lastimara cortando una antigua barra de azúcar”.
Rychlík explica que esas grandes barras de azúcar podían tener una extensión de casi un metro y medio de largo, por lo que, en efecto, resultaban muy incómodas y hasta peligrosas, tal como descubrió en carne propia Juliana Radová.
“Después, Rad construyó una prensa especial que producía terrones de azúcar. En 1843 recibió el privilegio de producir terrones de azúcar y en 1844, finalmente, su invento fue patentado”.
Lo curioso es que el inventor del terrón de azúcar y director de esa refinería en Dačice, localidad de la región histórica de Bohemia, era en realidad suizo, aunque su invención se patentó en el actual territorio checo.
“La invención del terrón de azúcar trajo mucha más comodidad a los usuarios: cuando las personas querían endulzar su café o té ya no necesitaban cortar esas grandes barras de azúcar. Digamos que el terrón de azúcar era más fácil de usar”.
Sin embargo, esos primeros terrones de azúcar no eran exactamente como los conocemos hoy: solían venir pintados de color rojo, eran un poco más grandes que los de ahora y venían en cajas que muchas veces se usaban como regalo. Lo cierto es que, parecidos o no a los de la actualidad, significaron una revolución en el mercado.
“Hubo un cambio fundamental especialmente para la industria del azúcar. Las antiguas barras de azúcar eran compactadas y envueltas de manera rústica y complicada, y el transporte también era complejo”.
Es decir, que los fabricantes podían producir y vender más con menor esfuerzo de logística. La noticia no tardó en difundirse y los terrones de azúcar llegaron a todo el Imperio austrohúngaro para luego fabricarse en países muy lejanos. Pero justamente en el lugar de su creación hay una exposición permanente que recuerda y, al mismo tiempo, homenajea este útil invento.
“La gente puede visitar la exposición sobre el primer terrón de azúcar del mundo en el Museo y Galería Municipal de Dačice”.
A pesar de que la actual pandemia impide la visita a cualquier museo, Martin Rychlík recomienda a nuestros oyentes agendar cuando se pueda una visita a la galería del terrón de azúcar porque pueden encontrar muchos datos de interés.
“Los visitantes no solo se informarán sobre el primer terrón de azúcar sino también sobre la historia de la industria azucarera y los detalles de su producción, y también pueden ver la pastelería histórica de Juliana Radová”.
Por suerte, gracias al invento de Jakub Rad y Juliana Radová, desde 1843 endulzar el café o el té no es más una misión de riesgo.
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