El terrón de azúcar, inventado en Bohemia, cumple 175 años
Esta semana se han cumplido 175 años de la patente del terrón de azúcar, inventado por el suizo Jacob Christoph Rad en la planta azucarera de la ciudad checa de Dačice en 1841.
La anécdota que según la tradición dio lugar al invento es protagonizada por Juliana, la esposa del suizo Jacob Christoph Rad, director a la sazón de la refinería de azúcar de Dačice. Nos la cuenta la directora del museo de la mencionada ciudad, Marie Kučerová.
“Un día, parece ser que en el año 1841, se cortó cuando cortaba del pan de azúcar. No era sencillo cortar esos pedazos tan grandes que se fabricaban entonces. Quería echarle azúcar al café o a alguna comida. Bastaba distraerse un momento y uno se cortaba. Al parecer salió de la cocina con el dedo vendado en busca de su marido y le dijo: director, haz por fin algo y comienza a fabricar algo más pequeño, que nos haga la vida un poco más fácil”.
De esta forma, tres meses después, Juliana recibió un regalo, los primeros terrones de azúcar de la historia.
“Era una cajita con 350 terrones de azúcar. Los originales no eran solo blancos, sino también rojos. Estaban coloreados y eran muy bonitos. Más tarde se volvieron a fabricar terrones de colores. Estos primeros terrones podían ser de dos tamaños: unos de bordes de 15 mm, más grandes que los actuales, y otros de 12 mm”.
Para la elaboración de estos primeros terrones se construyó una plancha especial de cobre con capacidad para 400 unidades. El secado de estos minúsculos cubos duraba mucho menos que en el caso de los panes de azúcar, tan solo unos 12 horas, lo que también permitía incrementar el ritmo de producción.El éxito llevó a que en enero de 1843 Rad pidiera lo que entonces se llamaba privilegio imperial y que equivale a la actual patente, lo que le garantizó la propiedad intelectual de esta novedad tecnológica. De esta forma el invento se materializó en las Tierras Checas, entonces una potencia azucarera, y es considerado como un aporte checo al mundo, aunque su inventor ni era checo ni hablaba este idioma, ni nació ni murió en esta parte de Europa.
Los terrones empezaron pronto a fabricarse también en el resto del Imperio Austrohúngaro y en unos años en todo el mundo. Es interesante destacar que, además de prácticos, su popularidad se debió también a su potencial para hacer publicidad. Se protegían con envoltorios de papel que podían llevar impreso algún anuncio, de forma que rápidamente se convirtieron en un interesante regalo promocional.