El mural de Hrabal en Libeň que visitan lectores de todo el mundo
Cansada de ver un muro de hormigón en lo que era la casa de uno de los más grandes escritores checos, la artista eslovaca Tatiana Svatošová decidió tomar cartas en el asunto. En un nuevo aniversario de su nacimiento, entrevistamos a la realizadora del hoy famoso mural en homenaje a Bohumil Hrabal con el que, además, logró devolverle al barrio de Libeň un poco de su antiguo encanto.
“Cuando construyeron el metro, quedó solo un lamentable muro de hormigón y, al ver ese terreno baldío, también nació en mí el impulso creativo”.
Aunque está bastante alejado del centro, el mural de Hrabal en el barrio praguense de Libeň es, quizás junto a la taberna U Zlatého tygra, el sitio que todo gran lector de Bohumil Hrabal desea conocer a la hora de visitar la capital checa. En el contexto de un nuevo aniversario del nacimiento del genial escritor, su realizadora, la artista eslovaca Tatiana Svatošová, nos cuenta que, lejos de tratarse de un encargo, ese homenaje surgió de un modo absolutamente personal.
“La idea surgió de forma muy sencilla: vivimos cerca de esta zona hace años y aquí estaba, originalmente, la antigua Libeň, sus casas antiguas y, entre ellas, la de Bohumil Hrabal. Pero cuando se empezó a construir el metro, se demolió todo y quedó solo un lamentable muro de hormigón. Con mi marido tomábamos el metro todos los días y, sentados en esa pizzería, mirábamos esa pared de hormigón. Y, al igual que les sucede a los artistas con el aerosol, cuando yo veo un terreno baldío también nació en mí el impulso creativo hasta que un día me dije: ‘Vamos por eso’”.
Como quería hacerlo a nivel profesional y, por ese entonces, la municipalidad de Praga 8 subvencionaba trabajos para embellecer la zona, la artista mandó una solicitud presentando un proyecto que se propondría recuperar para el barrio la figura de Hrabal, quien, al igual que los demás vecinos de esa calle, había sido trasladado a Kobylisy. Una vez que el proyecto quedó seleccionado, a Svatošová se le ocurrió, en un principio, pintar solo las antiguas casas, pero enseguida se dio cuenta de que eso no era suficiente.
“No tardé en pensar en que sería bueno traer de nuevo su obra, sus textos y todo lo que Hrabal significa porque cuando vine de Eslovaquia y me quedé cerca de esta zona, el lugar de repente cobró vida con esa atmósfera tan propia de Hrabal, ese genius loci que aún sigo sintiendo”.
El muro en el que Svatošová realizó su impresionante trabajo en homenaje a la inspiración de Hrabal, sus libros y gatos tiene unos seis metros de alto y setenta y cinco de largo. Entre risas, afirma que si la idea no se le hubiera ocurrido a ella, seguramente algún colega habría intentado también hacer algo similar. Por otra parte, cuenta que le da mucha alegría el hecho de que la gente respete tanto ese mural que está en la calle Na Hrázi hace ya veinticinco años y a ella le demandó un esfuerzo más que importante.
“La preparación de toda la idea en su conjunto más la aprobación demoró más o menos un año pero la realización en sí no podía tardar más de seis semanas porque estábamos limitados por la confiscación del terreno y solo nos dejaron tres domingos para la primera parte y tres domingos para la segunda. Por otro lado, fue bastante terrible porque lo hicimos durante un otoño y también estábamos limitados por el clima: cada vez que llovía, soplaba viento o nevaba se hacía imposible trabajar y teníamos el andamio alquilado solo por seis domingos. Para mí también fue un reto porque sabía que no podía volver atrás, así que decidimos seguir adelante y por eso conseguí algunos colaboradores”.
Cuenta que, además de ella y su marido, intervinieron en la realización del mural dieciséis estudiantes de arquitectura y artes. Su marido fue quien se encargó de pintar con pincel las casi cuatro mil letras que conforman los textos del mural. La obra requirió treinta y cinco kilos de pintura y, al día de hoy, Svatošová agradece haber usado un producto no tóxico y amigable con el medio ambiente que suele utilizarse para la reparación de monumentos históricos. Tal como le dijeron en su momento, se trata de una pintura de tan buena calidad que, hasta el día de hoy, se mantiene intacta, a pesar de haber sido sometida a la dura prueba de las inundaciones que llegaron apenas tres años después de terminada la obra.
Citas en la pared
Lo que primero se ve en el mural es un gran retrato de Hrabal que Svatošová realizó en las alturas y le requirió tanta concentración que, durante mucho tiempo, tuvo pesadillas con ese andamio que hoy prefiere evitar a la hora de hacer sus obras. Pero, en su homenaje a Hrabal, también pueden verse los nombres de las tabernas que visitaba, partes de las ventanas de su casa, los rostros y nombres de sus infaltables gatos y hasta citas de varios de sus libros. Una de ellas es de ‘Una vida sin esmoquin’ y ahí el escritor cuenta que Libeň surgió para él como un salvavidas cuando, en la década del cincuenta, tuvo que despedirse de la cervecería de Nymburk y, en medio de una habitación vacía y con olor a moho, supo que ese era el sitio que necesitaba.
“La mayoría de las frases proviene de los libros que ha creado aquí: ‘Las perlas del fondo del agua’, ‘Leyendas y romances de ciego’, ‘Los palabreros’, y ‘Clases de baile para mayores’”.
“Como sentía que me estaba metiendo con un verdadero ícono checo y yo era una joven eslovaca, fui a ver al señor Jiří Menzel para hablarle del proyecto”.
Lectora de Hrabal desde muy joven, Svatošová llegó a los veinte años a Chequia para estudiar artes y cuenta que, a diferencia de muchas otras personas que pudieron conocerlo muy bien, algunas veces se lo cruzó pero nunca se animó a hablarle. En 1999, sin embargo, dos años después de la muerte del escritor, la realización de este mural le permitió establecer cierto vínculo con algunas personalidades de su entorno.
“Como sentía que me estaba metiendo con un verdadero ícono checo y yo era una joven eslovaca, cuando Hrabal murió se volvió un tema muy delicado. Por supuesto, uno de sus amigos más respetados era el señor Jiří Menzel, así que fui a verlo, le hablé del proyecto y a él le pareció bien y se mostró de acuerdo. Después, el que más me ayudó fue el doctor en filosofía Josef Zumr, que era muy amigo de Hrabal, y sus hijas siguieron visitándolo durante mucho tiempo porque vivían juntas durante el período en que Hrabal creaba y escribía aquí. El señor Zumr me ayudó con la selección de los textos.”
Además del filósofo, otra gran ayuda la facilitó su esposa Jiřina Zumrová, que trabajó en la editorial Odeon y falleció en 2021 a la edad de noventa y tres años. Asegura Svatošová que a esa pareja le debe el no haberse extraviado en los textos de Hrabal. Como si eso fuera poco, la asistieron también en la selección de nombres que figuran en la pintura de su biblioteca personal, conformada, por ejemplo, por obras de Platón, Lao-Tse, Hemingway, Salvador Dalí y Andy Warhol. De algún modo, la presencia de esos autores de buena parte del mundo está en sintonía con las visitas internacionales que recibe este mural. De hecho, su propia autora tiene la impresión de que es tal vez más conocido en el extranjero que en la República Checa.
“Eso es impresionante, la verdad es que me pone muy contenta, también he tenido aquí reuniones con un traductor de Canadá. Incluso Egon Bondy vino a grabar algo aquí, se trata de un sitio muy vivo, aun cuando no se trata de un espacio ideal, de hecho ha habido mucha presión para construir un proyecto de desarrollo, etc., pero lo cierto es que, afortunadamente, el impulso se mantuvo a lo largo de los años. El año pasado, incluso, la obra participó en el Festival Internacional Landscape”.
Gracias a esa obra, en 2002, Tatiana Svatošová llegó también a la final del Gran Premio de la Sociedad de Arquitectos que se entrega cada año desde 1993, lo cual constituyó para ella un enorme reconocimiento porque, en aquel año, compitió con otras noventa y nueve obras de arte en el espacio público. Por otro lado, su mural aparece recomendado en el libro ‘111 lugares de Praga que hay que ver’ de Matěj Černý y Marie Peřinová, quienes lo encontraron por su cuenta y decidieron incluirlo en su guía sin que ella tuviese ninguna intervención. Por último, entre las miles de anécdotas e historias que originó su homenaje, cuenta Svatošová que una vez un estudiante solicitó a la ciudad que cortaran el pasto porque no se podían leer los textos y, como no recibió respuesta, él mismo se puso a quitar las malezas para que las citas de Hrabal volvieran a ser legibles.