El menhir de Klobuky
Muchos creen que el mayor menhir checo que se yergue cerca del pueblo de Klobuky, en Bohemia Noroccidental, irradia energía. Ello ocurre, supuestamente, durante el solsticio de verano cuando se manifiestan en el entorno de la colosal piedra fuerzas enigmáticas cuya esencia no ha sido hasta el momento revelada por la ciencia.
Según algunos amantes de los enigmas, los menhires se yerguen en los lugares donde fluye una energía desconocida, siendo éstos por tanto sus transformadores o acumuladores. Las enigmáticas fuerzas se manifiestan con mayor intensidad el día de solsticio de verano, el 21 de junio. Los estudiosos de los menhires tratan de comprobar sus afirmaciones con mediciones in situ.
Así ocurre también con el menhir de Klobuky, en Bohemia, una piedra de tres metros y medio, que se alza en medio de los campos. Los aficionados a los enigmas verificaron, supuestamente, que en las inmediaciones de la piedra disminuye la intensidad del campo magnético y que antes de la salida del sol el día de solsticio dicho campo registra una importante oscilación. Los científicos refutaron estos resultados, alegando que fueron obtenidos con métodos poco confiables. Los amigos de los enigmas repitieron por eso las mediciones, pero con eso no lograron hacer desaparecer sus discrepancias con los científicos. Éstos siguen insistiendo en que las mediciones no revelan nada anormal en el entorno de la enigmática piedra de Klobuky.
Los amantes de los enigmas pasan por alto las sobrias conclusiones de los científicos y siguen afirmando que al pie del menhir de Klobuky experimentan en el día de solsticio extraordinarias sensaciones y que los celtas había erguido el menhir para aprovechar su energía y utilizarla en los rituales.
En esto se empeñan también sus seguidores modernos. Y no tenemos que viajar a Klobuky para presenciarlo.Basta con quedarse en Praga. En el barrio praguense de Chabry se alza un menhir más pequeño. No hace mucho se veía cómo acudieron al menhir con sus pupilos maestras de una guardería infantil y los chicos juntamente con sus monitoras "cargaban pilas" con la supuesta energía irradiada por la piedra.
Pero lo del barrio de Chabry no es nada en comparación con lo que suele ocurrir al pie del menhir de Klobuky. El pasado 21 de junio, muchos varones envidiaban al insensible menhir que se veía abrazado simultáneamente por varias mujeres mientras que otras danzaban pausadamente en su entorno.
De los menhires checos se sabe todavía muy poco. Ya en los albores de la arqueología checa, en el siglo 19, hubo discrepancias entre los científicos acerca de si el menhir era una formación natural o si era un monumento de una cultura desaparecida. Desde entonces la arqueología oficial rehuye este tema. Ni siquiera en la extensa obra "Bohemia Prehistórica" hay referencia alguna al menhir de Klobuky. Tan sólo en los últimos tiempos los arqueólogos admiten, vacilantes, de que alguién había erguido deliberadamente la colosal piedra que más que nada se parece a un símbolo fálico.
La única cosa que se sabe a ciencia cierta es que los menhires checos no tienen nada que ver con los celtas y sus rituales. La enigmática cultura megalítica que erigiera monumentos de piedras gigantescas en toda Europa Occidental, había existido en el tercer milenio antes de Cristo, es decir, muchos siglos antes de que aparecieran en el escenario de la historia los celtas.
Todo indica que los menhires checos representan una ramificación de la cultura megalítica existente en el territorio de la actual Alemania Septentrional. La cultura que alzaba los monumentos megalíticos avanzaba a lo largo de las costas y valles fluviales. Se trataba, por consiguiente, de una cultura de viajeros y descubridores dotados de notables aptitudes técnicas.