El impresionante caballo de Troya checo a orillas del Moldava
Hace exactamente quince años que, inspirado en la mitología griega, el artista y diseñador checo Ivan Nacvalač construyó su propio caballo de Troya con la ayuda de familiares y amigos. En esta entrevista, el creador de uno de los lugares más curiosos y, a la vez, menos conocidos de Praga, nos cuenta la historia de su monumental obra y también el pasado glorioso de la Troja praguense.
Praga es una ciudad que habla a través de sus innumerables atractivos. Y el mensaje que parece confirmar uno de sus tantos rincones mágicos es que Grecia es la cuna de la civilización occidental. Eso es lo que tuvo en mente el artista y diseñador gráfico Ivan Nacvalač al crear un enorme caballo como el que describe Homero en la Ilíada y Virgilio en la Eneida que, con sus diez metros de alto, once metros de largo y más de seis toneladas de peso, está ubicado, como no podía ser de otra forma, en el distrito de Troja, a orillas del río Moldava. Hace exactamente quince años que, tal como él mismo cuenta, Nacvalač decidió cumplir el sueño de llevar al plano de la realidad uno de los tantos dibujos que solía hacer durante su tiempo libre.
“Aún guardo la mayoría de esos dibujos que fueron surgiendo de repente, pero creo que ese fue el más importante; solía dibujar peces, ríos, motivos de la infancia... y cuando hice esto, que realmente no sé por qué lo terminé convirtiendo en un caballo de Troya, justo empecé a ir mucho a Troja y, de repente, me dije vamos a construirlo”.
“Mi hijo tuvo que actuar muy rápido y cortarle la cabeza al caballo para poder cruzar el puente y llevarlo desde la isla del Emperador hasta su actual ubicación en Troja”.
Ivan Nacvalač
Gracias a la colaboración de su hijo y varios amigos logró tener listo el caballo en solo tres meses, el primero de abril de 2007. En realidad, el caballo se construyó en la isla del Emperador (Císařský Ostrov), que con su extensión de 29 hectáreas es la más grande de Praga. Si bien está muy cerca de Troja, parte de la isla pertenece a Praga 6. En ese sitio, Nacvalač administraba un terreno con serios problemas de agua y luz. Hasta que se le acercaron algunas autoridades de Praga 7 que deseaban incorporar al caballo a su distrito y le ofrecieron un terreno más grande y con buena conexión eléctrica, que es el que conserva en la actualidad. Sin embargo, la mudanza no fue para nada sencilla: duró un par de interminables días y tuvieron que resolver varios inconvenientes para transportar la obra.
“Fuimos varios con un gran amigo de timonel que dirige el tráfico aéreo, al principio estaba muy atento pero luego se puso a beber vino oporto... Él decía que todo estaba en orden, y se lo veía muy serio con su gran bigote, sus canas y su camiseta a rayas, la cuestión es que chocamos contra el puente y mi hijo tuvo que actuar muy rápido y cortarle la cabeza al caballo para poder cruzar”.
Luego de esa verdadera odisea que, a pesar de tantos obstáculos, llegó a buen puerto, Ivan Nacvalač inauguró en torno a su escultura un bar, museo y galería de arte que mantuvo durante varios años como una de las más interesantes curiosidades de Troja, ese distrito tan especial de Praga que él conoce muy bien, incluyendo el posible origen de su nombre.
“Hay dos versiones. Aquí está el palacio de Troya y, cuando lo estaban construyendo, llamaron a varios escultores y pintores... En esta zona había inundaciones frecuentes, entonces cuando levantaron el palacio parece que estaba todo destruido y, mientras los traían por el campo, supuestamente dijeron: ‘aquí parece que acaba de terminar la guerra de Troya’. La segunda versión tiene que ver con que el palacio tiene, en su jardín, una hermosa escalera barroca, y al fondo de la cueva las esculturas del cíclope, los gigantes y esas cosas que la gente, al parecer, relacionaba con Troya, pero nadie sabe exactamente el origen del nombre, existen esas dos versiones y cada uno puede elegir la que más le guste”.
La edad dorada de la Troja praguense
Aunque en la actualidad está cerrado, esa especie de museo dentro del caballo ofrecía distintas exposiciones que mostraban, por ejemplo, la evolución de Troja a través de fotografías históricas y pinturas muy poco conocidas. También se añadían fotos actuales de esos mismos sitios para que los jóvenes pudieran ver los cambios. Por ejemplo, recuerda Nacvalač que en lugar de la nueva pasarela que conecta Stromovka con Troja había un puerto con hermosos restaurantes, uno de los cuales se hizo muy famoso desde que lo visitó Tomáš G. Masaryk.
“Y esas eran fotos realmente únicas que además estaban ampliadas, y luego había otra cosa que pertenecía a la zona que ya muy pocas personas recuerdan: el restaurante del elefante. Un señor había comprado un elefante enorme en una exposición, un enorme elefante de cemento, más grande incluso que el caballo, y mi abuela solía ir a bailar allí y hasta tenía fotos. Ya nadie sabe de eso”.
Y si bien cualquier persona que hoy visite el distrito de Troja lo vería como una especie de pulmón de la capital checa, asegura Nacvalač que, en tiempos, por ejemplo, de la Primera República, se trataba de un espacio salvaje repleto de peces y hermosos árboles. Un rincón increíble de Praga que, no obstante, todavía mantiene algo de esa riqueza natural.
“Bueno, la ventaja de Troja es que sigue teniendo un jardín botánico y un zoológico para la gente que le gusta explorar un poco... Siempre han vivido personas muy famosas aquí, por ejemplo, Emil Zátopek y muchos escritores... Ahora hay también residencias diplomáticas, tengo entendido que, en la zona, hay algunos brasileños. Digamos que es un lugar con su propia impronta, algo así como Průhonice”.
De todas formas, explica Nacvalač que el lugar ha cambiado mucho. En ese sentido, asegura que, por la calle que bordea el Moldava y conduce a su local, antes paseaba mucha gente y, desde hace unos años, se ha transformado en una especie de carril exclusivo de bicicletas. Al mismo tiempo, fueron apareciendo en la zona varios puestos de comida rápida que, en su opinión, son todos iguales, algo que no podía sospechar que ocurriría cuando construyó su caballo. Por ese entonces, incluso a la noche, se veía gente paseando mientras que ahora la zona se transformó en una especie de polideportivo ya que, además de las bicicletas y los corredores, muy cerca existe también una instalación para practicar kayak. Por todos esos motivos fue que el creador del caballo decidió cerrar las puertas de su bar, aunque de algún modo aún sigue funcionando.
“Yo hago como que algo de eso aún sobrevive, así que me las arreglo para organizar distintos tipos de eventos privados o algunos conciertos, o incluso algunos empresarios a los que les gusta el lugar suelen alquilarme el espacio o también se hacen, por ejemplo, bodas o reuniones de amigos que quieren encontrarse en un lugar agradable. Yo creo que es mejor así porque trabajo con personas que tienen algo que ver con el lugar, y no las aves de paso que vienen en patines y vuelven enseguida a casa. A ese tipo de clientes difícilmente les puedes ofrecer veinte tipos de ron”.
El terreno donde está el caballo de Troya cuenta, en efecto, con un escenario en el que actuó varias veces el jazzista de origen eslovaco Laco Déczi y también el cantante de rock Michal Prokop. Nacvalač también recuerda con entusiasmo largas jornadas con músicos de jazz estadounidenses que asaban hamburguesas y tocaban durante cuatro o cinco horas. Además del asombroso caballo de Troya, en su jardín pueden verse diversas esculturas de madera que Nacvalač realiza y vende a sus más fieles clientes. Cuenta que trabaja, sobre todo, con dos galerías de arte: una en Holanda y otra en Francia, cuyos dueños, cada vez que viajan a Praga, se acercan a Troja a ver las novedades y casi siempre le compran algo.
Nacvalač considera que su gran interés en la mitología griega se debe a que, si bien parece estar hecha a base de fábulas y rumores, siempre deja abierta alguna posibilidad de que todo sea cierto.
“Recientemente leí que existen fotografías del arca de Noé y el caballo de Troya. En realidad es algo que se sigue investigando hasta el día de hoy y, por supuesto, no falta el que dice: ‘Oye, eso no es posible…’ Pero eso no es lo importante. De por sí la leyenda es muy atractiva, y la gente debería aceptarla porque los hechos en sí nunca vamos a conocerlos con certeza... Después de todo, no sabemos nada ni siquiera sobre nosotros mismos, ¿verdad?”.
Por lo pronto, esa mitología llena de riqueza literaria que se encuentra en la base de la cultura occidental inspiró a este artista checo para crear uno de los sitios más curiosos de Praga y, al mismo tiempo, lo suficientemente secreto para no aparecer en ninguna guía de turismo convencional.
“Nadie sabe con certeza el origen del nombre del distrito de Troja, existen al menos dos versiones y cada uno puede elegir la que más le guste”.
Ivan Nacvalač