El Gobierno de Fiala llega sin aire a la segunda mitad de legislatura
La alta inflación y la paulatina reducción del poder adquisitivo de los checos pasan factura al Gobierno de Petr Fiala cuando se cumplen dos años de su investidura. Una importante parte frustrada de su electorado hace que, a día de hoy, parezca bastante improbable su relección.
Si la pandemia del COVID-19 marcó el mandato del Gobierno de Andrej Babiš, la agresión rusa a Ucrania lo ha hecho con la coalición de cinco partidos que encabeza Petr Fiala desde hace ya dos años. Se trata de dos eventos que han afectado de lleno la economía de todo el mundo. En el caso de la guerra en Ucrania, además, Chequia se trata del país que más ha visto crecer su población de manera proporcional por la llegada de refugiados y uno de los países que más apoyo militar y político ha dado a Kiev. Se trata de un evento que ha tenido un efecto muy fuerte dividiendo a la sociedad y desgastando al Gobierno, como explicó para la Radio Checa el politólogo Josef Mlejnek.
“El Gobierno gobierna en tiempos difíciles, comete errores, algunos innecesarios, y la oposición, como es lógico, intenta sacar partido de ello”.
Las declaraciones de diversos representantes políticos corroboran el resumen de Mlejnek. El exviceprimer ministro Karel Havlíček, del grupo opositor ANO, centra sus críticas en el mayor punto débil de la gestión de este Gobierno.
“Si lo miramos desde el punto de vista de la política económica, no podría ser peor”.
Por su parte, como no podía ser de otra manera, el balance que hace de estos dos años el primer ministro Fiala es más benévolo.
“Estoy convencido de que en las cuestiones claves hemos tomado las decisiones adecuadas”.
El politólogo Mlejnek sí avala la postura del Gobierno en cuanto a la ayuda a Ucrania o el límite que impuso a los precios de la energía, aunque estos siguen altísimos. Sin embargo, al igual que la opinión pública, según ha recogido una encuesta de la agencia Median para la Radio Checa, la alta inflación, el empeoramiento del nivel de vida, las recientes protestas del personal médico o docente y, por supuesto, el paquete de medidas de ahorro presupuestario unido al alto déficit de las cuentas del Estado o la torpe comunicación de los miembros del Gabinete, empezando por el primer ministro, lastran el apoyo de un electorado cada vez más frustrado, especialmente, por la mala situación económica general y las pobres perspectivas de mejora.
Dos años después de su elección y a dos años de los próximos comicios, si estos no se adelantasen por algún motivo, este Gobierno es uno de los que menos apoyo popular tienen a lo largo de la historia checa. Según el sondeo de Median, solo el 17% del electorado mantiene su confianza en el Gabinete, del cual, solo el 2% confía “decididamente” en el Gobierno de Petr Fiala. Datos tan malos se dieron únicamente en la última etapa del Gabinete de Petr Nečas, o también en los últimos tiempos del propio Andrej Babiš al frente del país.
Una improbable repetición del actual Gobierno
De los cinco partidos de la coalición de Gobierno, por el momento, la caída más dura en unos futuros comicios, la sufrirían los tres de la coalición electoral Spolu, que forman el Partido Cívico Democrático (ODS) de Fiala, TOP 09 y el Democristiano Partido Popular (KDU-ČSL). Estos verían reducido el apoyo popular de casi un 28% a, como mucho, un 20%.
Mientras, el Partido Pirata y el movimiento de Alcaldes e Independientes (STAN), aunque parece improbable que vuelvan a acudir juntos a las urnas, podrían mejorar ligeramente el 15,6% que lograron en las últimas elecciones parlamentarias.
Sin embargo, a tenor de la intención de voto al movimiento ANO de Andrej Babiš o a posturas más radicales, como la del partido Libertad y Democracia Directa (SPD) de Tomio Okamura, se desprende que no todos los que han dejado de apoyar al actual Gobierno se pasarían a la oposición, sino que más bien, dejarían de votar. Lo cual deja una ventana abierta para lograr volver a movilizar a esa parte del electorado descontento. Y como por ahora no se ven fisuras en la coalición y, sobre todo, todos los partidos que la conforman van a querer evitar por todos los medios un adelanto electoral, parece que tendrán algo menos de dos años para ello.