El Convento de Inés, testigo silencioso de cambios históricos
En pleno centro de Praga, a orillas del río Moldava, cerca del hotel InterContinental, se encuentra el Convento de Inés (Anežský klášter) que, junto con la Sinagoga Vieja-Nueva, es la primera obra del gótico temprano en la capital checa. Fue construido en los años 30 del siglo XIII por orden del rey Venceslao I Premislita, para su hermana Inés. A este lugar les invitamos en la presente edición de Radioviajes, con Radio Praga.
”Esta obra arquitectónica fue construida en forma de un monasterio doble, donde el Convento de las Hermanas Clarisas lindaba con un Monasterio de los Minoritas, aunque ambos estaban separados. Este segundo se conservó sólo parcialmente hasta la actualidad. Y, a pesar de que el Convento de Inés fue destinado a una orden pobre, el inmueble fue construido en forma majestuosa. Especialmente la iglesia de San Salvador es una de las mejores obras arquitectónicas del medioevo. Esto se debió a que fue escogida como lugar de sepulcro de los reyes y reinas de Bohemia”.
Junto al convento fue edificado un hospital, en el que tanto las monjas como los monjes atendían a los enfermos. Gracias a la princesa Inés, los principios de caridad y otros ideales propagados por la orden de San Francisco de Asís, como el amor y la ayuda al prójimo, fueron extendiéndose por todo el Reino de Bohemia y otros países de Europa Central y Oriental.Además, estas actividades caritativas llevaron a la princesa Inés a la fundación de la Orden de los caballeros de la estrella roja, la única orden religiosa exclusivamente checa. Sus miembros cuidaban de los enfermos en el hospital junto al Convento de Inés y más tarde también en otros hospitales de Bohemia y de otros países.
El Convento de Inés es administrado actualmente por la Galería Nacional de Praga, que abrió allí su primera muestra en 1980. El inmueble es de un piso y sus paredes están hechas de ladrillos. El mobiliario en sus interiores es muy modesto, pero las obras pictóricas, escultóricas y arquitectónicas que se guardan en él son de inmenso valor.En el convento está instalada una exposición permanente del arte medieval de Bohemia y Europa Central y con frecuencia tienen lugar allí muestras temporales. En una de las salas suelen celebrarse también conciertos y conferencias científicas.
La mayoría de las obras instaladas en el convento está dedicada a la Virgen Maria, ya que éste fue un tema predilecto de los artistas medievales. Entre otras obras de gran atractivo figuran nueve pinturas del Maestro del Altar de Vyšší Brod, uno de los fundadores de la pintura gótica nacional sobre tabla.Estas pinturas se encontraban originalmente en el Monasterio Cisterciense de Vyšší Brod, en Bohemia del Sur, pero el destino las llevó en el siglo XX a Praga, según dice el guía turístico, Stanislav Marchal, experto en el Convento de Inés.
”Durante el Protectorado de Bohemia y Moravia, los nazis decidieron que estas pinturas góticas sobre tabla formarían parte del nuevo museo, que Hitler quería crear en Linz. Entonces los cuadros se encontraban en Praga a donde los trajo a finales de los años 30 un profesor de arte, para ser restaurados. Gracias a este profesor, las pinturas fueron guardadas en unas minas, donde al final de la Segunda Guerra Mundial fueron rescatadas por las tropas norteamericanas que las devolvieron a Praga, y allí se quedaron. De no ser así, a lo mejor estas pinturas nunca más volverían a este país”.El ciclo muestra nueve escenas de la vida de Jesucristo, comenzando con la Anunciación del Ángel a la Virgen Maria, hasta el Envío del Espíritu Santo. Los especialistas aseguran que no se ha perdido ninguna de las tablas y que el ciclo está completo.
Otra interesante serie de pinturas instalada en el Convento de Inés son los cuadros del Maestro Theodorico, artista que trabajó para el emperador Carlos IV, en el siglo XIV y su hijo, Venceslao IV. Originalmente este ciclo había decorado la Capilla de la Santa Cruz en el castillo de Karlštejn, en las cercanías de Praga, como recuerda Stanislav Marchal.”En el siglo XIX se había considerado que los cuadros eran unas copias del siglo XVI, pues nadie quería creer que se logró conservar las 127 pinturas que componían el ciclo de ‘El Ejército Celestial’ del siglo XIV. El maestro Theodorico, el único artista medieval de Bohemia al que se le conoce por su nombre, pintó este ejército para que protegiera las joyas de coronación que se guardaban en el castillo de Karlštejn. En uno de los cuadros aparece también Carlomagno a quien el soberano checo Carlos IV consideraba como su patrono personal”.
Además de las obras pictóricas, merecen atención igualmente las iglesias que forman parte del área del Convento de Inés. Una de ellas está consagrada a la Virgen Maria y es uno de los primeros inmuebles del complejo que se construyeron. En sus inmediaciones se encuentra la iglesia de San Salvador.
Los dos templos están separados por un arco de triunfo, decorado con esculturas de los rostros de varios soberanos, obras del siglo XIII. Se supone que muestran a los reyes de la dinastía checa de los Premislitas, aunque las esculturas poco tienen que ver con el verdadero rostro de los jerarcas.En lo alto de una de las paredes de la iglesia de San Salvador, se encuentra una pequeña escultura que muestra el rostro de una monja. Los expertos consideran que se trata de una escultura de Inés, quien fue canonizada en 1989 como Santa Inés de Bohemia y es considerada una de las patronas de la nación checa.
Inés vivió 71 años, una edad bastante avanzada para aquella época. Cuando murió, fue sepultada en la iglesia de San Salvador en el convento que había fundado y dirigido, dice Vít Vlnas.
En los tiempos de las guerras husitas, las Hermanas Clarisas recogieron los restos mortales de la abadesa Inés para protegerlos y los guardaron en otro lugar. No obstante, este nuevo sitio donde fue sepultada Inés, sigue siendo desconocido hasta la actualidad y las investigaciones científicas encaminadas a su descubrimiento no han dado resultado, sostiene Vít Vlnas.
”Las investigaciones arqueológicas en el Convento de Inés están prácticamente cerradas. La búsqueda de los restos mortales de Inés fue iniciada por las propias Hermanas Clarisas en el lugar en el siglo XVII, pues existían algunos indicios de que fueron devueltos a su sitio original. En el convento han sido encontrados muchos restos de esqueletos humanos, pero nunca se confirmó que alguno fuera de Santa Inés de Bohemia. Así que encontrar sus restos mortales allí sería una mera casualidad”.Sin embargo, existen varias reliquias de Santa Inés de Bohemia. Un pedazo de la mandíbula de Inés se encuentra en el Monasterio de El Escorial, en España. De Praga se lo llevó en 1576 la emperatriz María de Austria. El Cabildo Metropolitano de la catedral de San Vito, en Praga, cuenta con una parte de esa reliquia.
Y el último diente de la mandíbula lo regaló el rey español Juan Carlos en los años 90 a la Orden de los caballeros de la estrella roja, en Viena.
En 1782 el Convento de Inés fue disuelto, al igual que otros establecimientos similares en el territorio de Bohemia, por orden del emperador José II Habsburgo.En los decenios posteriores fue una residencia de gente pobre y aparecieron también planes para su demolición y la construcción en su lugar de edificios de vivienda. En los años 90 del siglo XIX surgió una asociación cívica para su salvación, que argumentó con la importancia de la princesa Inés, la fundadora del convento, para la historia nacional.
A partir de los años 60 del siglo XX comenzaron los trabajos de restauración del convento, para que este pueda servir a la Galería Nacional. Y aunque ésta se trasladó al Convento de Inés mucho más tarde, la tarea que asumió de propagar el arte medieval checo y europeo la cumple con honor.