El consumo de helados es resistente a la crisis

Foto: ČTK

Estamos en pleno verano y como bien saben, estimados oyentes, no hay mejor manera de afrontar las temperaturas tropicales que tomando un helado. Sobre el consumo de este manjar refrescante conversamos en A Toda Marcha, con Robert Buchner, jefe de producción de la tradicional pastelería y heladería Erhartova, de Praga.

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La crisis económica nos ha obligado a muchos a revisar nuestros gastos. Compramos alimentos más baratos, gastamos menos en ropa nueva, no vamos tanto de juerga. Sin embargo, hay placeres que no se pueden resistir. Por ejemplo, esa delicia efímera llamada helado.

Según recientes encuestas llevadas a cabo en el país, su consumo, más que de la situación económica de los checos, depende de la temporada del año, como lo puede confirmar también Robert Buchner.

“Vendemos helado también en los meses de invierno, pero su consumo en esa temporada es mucho más bajo que durante el resto del año. Es un típico producto veraniego. En invierno se venden sobre todo pasteles”, recalca Buchner.

Hasta hace poco tiempo era habitual encontrar en una heladería cuatro o cinco sabores básicos. Hoy, en cambio, existe un sinnúmero de variedades y los productores lanzan sabores cada vez más exóticos.

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No extraña, entonces, que en los países del Mediterráneo vendan helado que sabe a aceitunas o higos. Estados Unidos va aún más allá, ofreciendo helados con sabor a cerveza, salchicha o alitas de pollo fritas.

En cambio, los checos siguen siendo fieles a los sabores tradicionales, indica Buchner.

“Los sabores que más se venden son los típicos vainilla, fresa y chocolate. Y es que los checos son bastante conservadores en este aspecto. Además, el mercado checo es bastante reducido en comparación con Italia, por ejemplo, donde pueden permitirse más experimentos. Aquí no funcionaría”, sostiene Buchner.

Tomar helados es una costumbre muy antigua. Los primeros en añadir nieve en alimentos y bebidas eran supuestamente los babilonios y chinos, antes de la era cristiana. A los antiguos romanos, por su parte, se les considera inventores del llamado ‘sorbete’, una sabrosa mezcla de nieve, frutas y miel.

La historia moderna del helado se remonta al siglo XIII, cuando Marco Polo, al regresar de sus viajes al Oriente, trajo varias recetas de postres helados que pronto se hicieron bastante populares en las cortes europeas. Se dice incluso que el nombre de los helados llamados ‘polos’ se puso en homenaje al legendario Marco Polo.

En el siglo XX se han perfeccionado mucho las técnicas de fabricación de helados y su consumo aumentó bruscamente. Hoy día, la popularidad de este postre refrescante es tan enorme que sus productores ni siquiera perciben los impactos de la omnipresente crisis económica, sostiene Robert Buchner.

“Una vez conversé con un amigo que es economista y él me confirmó que ya durante la crisis de los años 30 en Estados Unidos, el consumo, en general, se redujo al mínimo, pero el de los helados, pasteles y pintalabios se mantuvo sin cambios”, subraya Buchner.

Los principales consumidores de helados a nivel mundial son los estadounidenses, con 24 litros por persona al año. En cuanto a Europa, el líder absoluto es sorprendentemente Finlandia, con 13 litros por persona al año. Los checos, con cinco litros, están entre los que menos helados comen. Más de un 60 por ciento de todos los helados fabricados lo consumen las mujeres.