El arte callejero en Praga, entre la libertad y la prohibición

Foto: Lukáš Hamáček

Músicos, malabaristas, payasos, bailarines, actores, pintores y otros artistas han inundado en los últimos meses la capital checa que durante largos años era un lugar casi prohibido para el arte callejero. Las cosas cambiaron en marzo de 2012, cuando la Alcaldía de Praga dio luz verde a la producción artística en espacios públicos. Sin embargo, todavía no queda claro si esa libertad se mantendrá en Praga en el futuro.

Foto: Lukáš Hamáček
¿Qué tienen en común los músicos como Bob Dylan, Edith Piaf, Leonard Cohen o B. B. King? Todos empezaron su carrera artística en la calle. Desde marzo pasado, pueden encontrar a una futura estrella también en las calles, plazas y zonas peatonales de Praga ya que los artistas callejeros ya no necesitan un permiso especial para expresarse en la capital checa.

Eso se debe a la iniciativa de la asociación BuskerVille que después de largas negociaciones logró convencer a los funcionarios de la Alcaldía de que Praga puede acoger el arte callejero como cualquier otra ciudad europea.

Dalibor Zíta es uno de los fundadores de BuskerVille. La actitud negativa de las autoridades checas hacia el arte callejero la vivió en carne propia. Y esa experiencia lo llevó a la conclusión de que algo estaba mal, según explica.

Dalibor Zíta con acordeón,  foto: Archivo de Dalibor Zíta
“Yo soy acordeonista y solía actuar en la calle en Escocia, Alemania, Bélgica, Francia. Un día me puse a tocar en Praga, sin embargo, llegó la Policía y me quiso multar. Eso me sorprendió mucho, ya que nunca me había pasado algo similar en el extranjero. Entonces empecé a interesarme por el asunto y traté de entender cuál era el problema”.

En aquel entonces, el arte callejero en Praga no estaba totalmente prohibido, sin embargo era necesario obtener un permiso especial, recuerda Dalibor.

Foto: Lukáš Hamáček
“Para solicitar el permiso, había que presentarse un mes antes de la actuación en una oficina que abría sólo en las mañanas dos veces a la semana. Eso impedía cualquier espontaneidad de los artistas callejeros y para los extranjeros era casi imposible conseguir el permiso. Además había que pagar unos 20 euros para poder tocar en un lugar determinado en un horario fijo que no se podía cambiar a pesar de que hiciera mal tiempo”.

Dalibor publicó varios artículos sobre el arte callejero en diferentes revistas y luego se topó con un cineasta interesado en hacer un documental sobre el tema. “Decidimos no solamente hablar sobre la situación, sino intentar cambiarla y lograr más libertad en la capital checa”, señala.

Al reunir materiales sobre el tema, Dalibor aprendió más sobre la historia del arte callejero en Praga, ciudad que desde hace siglos atraía a artistas de todo tipo. Con la excepción de los años 60, cuando músicos como el bluesman Petr Kalandra o el cantautor Jaroslav Hutka solían actuar en el Puente de Carlos, el arte callejero estuvo prohibido durante los 40 años del régimen comunista.

Radůza,  foto: Archivo ČRo 7
Después de la revolución las calles de Praga se convirtieron en un gran escenario y hubo mucho movimiento artístico. Eso se debía también a la euforia que se sentía en la sociedad checa durante los primeros meses de la democracia, señala Dalibor Zíta. En aquel entonces, empezaron a tocar en la calle algunos músicos que se hicieron famosos más tarde, agrega.

En aquella época empezó a tocar en la calle por ejemplo la cantautora Radůza que es muy conocida en la actualidad. Sin embargo, poco a poco la situación empezó a empeorar, las autoridades cerraban una calle tras otra hasta que se estableció la obligación de contar con un permiso especial”.

La Policía expulsaba a los artistas, sin explicar dónde podían conseguir el permiso. Frecuentemente multaba a los artistas, algunos vieron incluso confiscados sus instrumentos, recuerda Dalibor, quien fundó en 2010 junto a otras personas la asociación BuskerVille. Su objetivo principal era facilitar las reglas y abrir la capital checa hacia los buskers, como se hacen llamar los artistas callejeros a nivel internacional.

Foto: Lukáš Hamáček
La palabra inglesa busking, es decir arte callejero, se empezó utilizar en Chequia recientemente, pero fue rápidamente aceptada ya que permite distinguir el arte callejero de otras actividades que se llevan a cabo en el espacio público. Según Dalibor Zíta, la expresión tiene sus raíces en la lengua española.

“Según leí en algún artículo, la expresión busking proviene del verbo español buscar. Es probable que haya llegado a Inglaterra con los nómadas provenientes de España. En cuanto a la definición de busking, se trata de cualquier actividad artística realizada en espacios públicos por la que el artista puede recibir una propina de los transeúntes”.

Foto: Lukáš Hamáček
Los artistas reunidos en la asociación BuskerVille tenían por delante un trabajo demasiado difícil para lograr su objetivo. Prepararon un material muy amplio sobre cómo regular el arte callejero en la capital y participaban a menudo en reuniones en la Alcaldía. En una de ellas, la cantautora y miembro de la asociación, Andrea Knotková, llegó con su guitarra y cantando solicitó la libertad para los artistas callejeros.

El desempeño de BuskerVille trajo sus frutos en 2012. A principios de marzo, la Alcaldía de Praga anunció la libertad casi absoluta del arte callejero en la ciudad con la excepción de algunos sitios como el Reloj Astronómico o las cercanías de escuelas, iglesias o cementerios.

“La gente reaccionó muy rápidamente. Se formó aquí una escena callejera muy fuerte, mucha gente viene a tocar de manera regular”, describe Dalibor Zíta la situación en los últimos meses. El centro histórico de Praga se llenó de artistas de todas las nacionalidades y la ciudad revivió. Sin embargo creció también el número de los mendigos cuyos espectáculos generan entre el público sentimientos mixtos. “Y eso es un problema”, señala Dalibor.

Foto: Lukáš Hamáček
“Distinguir el busking de la mendicidad es a veces muy difícil. Un mendigo quiere despertar la compasión, sólo trata de advertir a los demás de su mala situación. En cambio, un artista callejero trata de mostrar su habilidad artística. Sin embargo, en la realidad la frontera entre las dos cosas no es tan fácil de trazar. Por eso se necesitan reglas para el arte callejero”.

Este punto de vista lo comparte otro artista, Vítek Eliáš quien toca en las calles desde hace varios años.

“Yo creo que estaría mejor que se mantenga la obligación de solicitar un permiso. Se podría conseguir en una oficina de correos o algo así. Debería ser pagado y se debería aplicar un impuesto a los ingresos. Yo personalmente me siento raro frente a los demás por no pagar nada al Estado. Pero por supuesto tendría que ser posible conseguir el permiso rápidamente y no tener que esperarlo durante semanas, como antes”.

Vítek Eliáš,  foto: Archivo de Vítek Eliáš
Vítek Eliáš sale frecuentemente con su acordeón a la calle, pero tiene además un trabajo regular. “No es posible ganarse la vida con el arte callejero a menos que viva con mis padres. Uno no puede estar tocando durante ocho horas diarias”, dice. Ver tantos músicos sobre todo en el centro histórico de Praga le agrada.

“Antes cuando pasaba por el centro histórico, se escuchaba música por todos lados. Pero era música reproducida y muy ruidosa que se pone en las tiendas. La música en vivo es mucho mejor así que sí estoy contento de que hayan cambiado las reglas. Hay artistas de todo tipo, algunos de ellos tienen un nivel muy bueno, ya no son tantos los indigentes”.

El ambiente alegre en las calles de la capital le gusta también a Dalibor Zíta. Junto con sus compañeros lanzó la página web busking.cz en la que explica lo que es el arte callejero y cuáles son las reglas básicas de esta actividad para que los artistas sepan dónde pueden expresarse y cómo hacerlo sin molestar a los habitantes de la ciudad.

Foto: Lukáš Hamáček
A la página llegan también comentarios de la gente que comparte su experiencia con el arte callejero en Praga. Por lo general, se trata de reacciones positivas, afirma Dalibor. Sin embargo, las autoridades tienen una percepción muy diferente de la situación y señalan que los artistas molestan con su producción por ejemplo a trabajadores en sus oficinas.

“Puede que vuelvan a aplicarse las medidas antiguas”, admite Dalibor. “Hay que negociar, comparar las experiencias y establecer reglas claras que permitirán evitar este tipo de problemas pero que no hagan el arte callejero imposible”, dice y agrega que Praga se puede inspirar en el reglamento que se utiliza en ciudades como Bruselas, Munich o Melbourne.

Por el momento, no queda claro si los artistas callejeros podrán actuar en Praga a partir del año 2013. Sin embargo, volver a encerrar el arte en las salas y galerías es algo que haría perder una gran parte del encanto que tiene la capital checa desde hace tantos siglos.

palabra clave:
audio