El 15 de marzo de 1939 las tropas nazis ocuparon Bohemia y Moravia

The arrival of Wehrmacht in Sudeten Broumov, photo: www.antikomplex.cz

”!Chicas, denme un beso! Éste es el día más bonito de mi vida. ¡Entraré en la historia como el alemán más grande!” Con estas eufóricas exclamaciones irrumpió Adolf Hitler en la madrugada del 15 de marzo de 1939 en la antesala de su despacho en Berlín. Pocos minutos antes el Führer había logrado que Emil Hácha, anciano presidente checoslovaco, cediera al chantaje y al terror psícológico y firmara una declaración que decía: ”El Presidente checoslovaco declara que, impulsado por el deseo de alcanzar una salida pacífica, deposita el destino del pueblo y las tierras checas en manos del Führer del Reich alemán”.

 Adolf Hitler en Berlín
En la noche del 14 al 15 de marzo de 1939 las tropas alemanas traspasaron las fronteras de Bohemia y Moravia. Empezaba la ocupación nazi que se prolongaría por seis años.

Al ocupar el territorio checo, Adolf Hitler faltó a todas las promesas y compromisos internacionales que había asumido unos meses antes.

El 26 de septiembre de 1938, Hitler había afirmado en un discurso en Berlín que la anexión a la Alemania nazi de las regiones fronterizas checoslovacas, habitadas por la minoría alemana, sería su última pretensión territorial en Europa.

Francia y Gran Bretaña temían que de no cumplirse la exigencia de Hitler se provocase una conflagración bélica. Ambas potencias no se habían recuperado todavía del cataclismo de la Primera Gran Guerra.

Prefirieron ceder al chantaje de Hitler y el 30 de septiembre de 1938 suscribieron con la Alemania nazi y la Italia fascista el Tratado de Múnich que entregaba los Sudetes checoslovacos al Tercer Reich.

Adolf Hitler en Praga | Foto: Wikimedia Commons,  public domain
Checoslovaquia perdió una tercera parte de su territorio y el 40 por ciento de su industria. Era apenas una cuestión de meses que Hitler liquidase lo que restaba del país.

La liquidación de Checoslovaquia era una condición imprescindible para que la Alemania nazi pudiera lanzarse a su siguiente víctima,Polonia.

Para legitimar la incorporación de los Sudetes checoslovacos al Tercer Reich, Hitler se había aprovechado del descontento de la minoría alemana, residente en Checoslovaquia.

Para asestar el golpe mortal a lo que restaba de Checoslovaquia, el Führer incentivó el separatismo eslovaco.

Desde el 6 de octubre de 1938, los eslovacos tenían su Gobierno autónomo, presidido por el sacerdote Jozef Tiso. Éste encabezaba la corriente política que opinaba que Eslovaquia debía separarse de Checoslovaquia más tarde, cuando contase con suficiente potencial económico.

La corriente separatista quería la independencia ya.

Marzo de 1939,  Praga
Emisarios de la Alemania nazi hacían en Eslovaquia propaganda a favor de la separación y prometían ayuda financiera. El Tercer Reich necesitaba la Eslovaquia independiente a cualquier precio porque así desaparecería finalmente del mapa Checoslovaquia y las tierras checas quedarían totalmente indefensas y a merced de Hitler.

A Jozef Tiso no le entusiasmaba la perspectiva de la independencia eslovaca bajo la tutela alemana. Pero cedió a la presión de Hitler y viajó el 13 de marzo de 1939 a Berlín. A Checoslovaquia le quedaba un día de vida.

Jozef Tiso fue recibido en Berlín con honores de estadista ,pero Hitler y otros cabecillas nazis le colocaron entre la espada y la pared:si Eslovaquia no proclamaba la independencia, las tropas alemanas ocuparían la cuenca del río Váh y el Reich repartiría el territorio eslovaco entre los países vecinos.

Jozef Tiso cedió, pero puso la condición de que la cuestión de la independencia se decidiera en la capital eslovaca, Bratislava.

El 14 de marzo de 1939, la Dieta eslovaca aprobó unánimente la ley sobre la independencia. Eslovaquia se convirtió en vasallo del poder totalitario nazi.

Emil Hácha y  Adolf Hitler
Entretanto, el Gobierno de Praga obtuvo informaciones de varias fuentes de que los nazis ocuparían el 15 de marzo las tierras checas. Los gobernantes no les daban crédito. El presidente Emil Hácha y el ministro de RR.EE., František Chvalkovský, decidieron pedir una audiencia a Hitler para conocer qué pasaba.

Las conversaciones de los políticos checos con Hitler empezaron a la una de la madrugada del 15 de marzo. Después de un aluvión de acusaciones y amenazas el Führer anunció que las tierras checas serían ocupadas en las próximas horas por las tropas alemanas. Si el Ejército les opusiera resistencia, las fuerzas armadas nazis le asestarían un golpe demoledor.

Cuando Hitler instó a Hácha a que estampase su firma al pie de la declaración que solicitaba al Führer la protección alemana, el presidente checoslovaco sufrió un ataque al corazón y tuvo que ser atendido por un médico. Después firmó, destrozado física y psíquicamente.

Hitler arrancó la firma a Hácha también gracias a las amenazas del mariscal Hermann Göring y del ministro de RR.EE. Joachim von Ribbentrop. Estos dos cabecillas nazis describían drásticamente lo que pasaría si Hácha no firmaba:

”Praga se convertirá en dos horas en escombros y cenizas. Centenares de bombarderos esperan la orden de despegar, que será emitida a las seis de la mañana si Ud. no firma”.

Emil Hácha confesó posteriormente que Hermann Göring le parecía un energúmeno, capaz de cumplir sus amenazas y bombardear Praga.

Antes del mediodía del 15 de marzo de 1939 la mayor parte del territorio checo estaba ocupada por las tropas nazis. Hitler se dio prisa y logró alojarse en el Castillo de Praga antes de que Hácha regresase de Berlín.

Protektorat Böhmen und Mähren
Hácha y su ministro de RR.EE, Chvalkovský, pensaban todavía durante el viaje de regreso de Berlín que las tierras checas conservarían cierto grado de autonomía. Al siguiente día, 16 de marzo de 1939, Hitler los sacó de sus ilusiones al anunciar que el territorio checo sería un Protectorado del Reich.

Protektorat Böhmen und Mähren.

Los ocupantes alemanes dejaron a Hácha en su cargo presidencial y él se convirtió en un trágico caminante sobre el filo de la navaja. Tenía que complacer a los ocupantes para no provocar represalias y al mismo tiempo sentía su deber ante la nación checa. Escuchen un fragmento de su discurso, pronunciado el 16 de marzo:

”El canciller del Reich me ha asegurado que me tiene confianza. Ésta se traduce también en la promesa de prestarme ayuda si lo exigiera nuestra vida nacional. Al igual que no quiero faltar a la confianza de los representantes constitucionales que me habían llamado a desempeñar mi cargo, no quiero faltar a la confianza del Führer de la nación alemana. Esta confianza me impone, sin embargo, utilizar en caso de necesidad todos los medios, incluso los más duros, si son amenazados los intereses de la nación. Tengo una firme esperanza de que nuestra nación alcance en el nuevo ordenamiento estatal y jurídico una vida tranquila y próspera y un gran desarrollo”.

Sin embargo, los checos tenían por delante la etapa más sombría de su historia. La Alemania nazi ocupó Bohemia y Moravia para empezar a poner en marcha “la solución final“ de la cuestión checa.

Los nazis planeaban expulsar a los checos de Bohemia y Moravia y asentar en este territorio a colonos alemanes. Los checos aptos desde el punto de vista racial serían germanizados y trasladados a Alemania.

Los racialmente inaptos serían deportados a Siberia y los elementos opositores físicamente liquidados.

El Führer había dicho: “Los checos deben abandonar Europa Central. Mientras estén aquí, representarán un bloque de agitadores husitobolcheviques”.

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