Destino del Gobierno checo en manos de los diputados
Los diputados checos tomaron en sus manos el destino del Gobierno de coalición de la Socialdemocracia, del democristiano Partido Popular y de la Unión de la Libertad. En el orden del día de la sesión del Parlamento de este martes ha sido incluido un sólo tema: la votación sobre la moción de confianza al gabinete.
Este martes se presentó ante los diputados el Gabinete de Vladimír Spidla para solicitarles la moción de confianza. A esta decisión le condujo el hecho de que algunos de los diputados socialdemócratas no apoyaron en la tercera ronda de la elección presidencial al candidato gubernamental, Jan Sokol. Así hicieron posible que fuera elegido el candidato del oposicionista Partido Cívico Democrático, Václav Klaus, desvelando al mismo tiempo las disrecpancias reinantes en el seno de la Socialdemocracia.
La coalición gubernamental dispone en la Cámara Baja de una mayoría mínima de 101 votos. Y la oposición nunca ha ocultado que el Gobierno no tiene su confianza. "Nosotros no creamos este Gobierno", subrayó el jefe del grupo parlamentario de los comunistas, Pavel Kovácik."El Gobierno de Vladimír Spidla está más a la derecha de lo que suponía la propia Socialdemocracia antes de las parlamentarias de junio de 2002. No podemos apoyar un gabinete de derecha, sobre el que se dice, además, que es un gobierno de la Unión de la Libertad a la que sirven de asistentes unos ministros socialdemócratas", declaró el diputado comunista Kovácik.
La coalición mobilizó sus fuerzas para obtener el voto de confianza. No le puede fallar ni un diputado. A la sesión acudieron finalmente el ministro de Cultura, Pavel Dostál, a pesar de recuperarse de una reciente operación renal, y el diputado Jan Kavan, cuya presencia en el Parlamento se ve obstaculizada a menudo por desempeñar el cargo de presidente de la Asamblea General de la ONU.
Asimismo los fieles del ex presidente de la Socialdemocracia, Milos Zeman, abandonaron sus rencores hacia el líder actual Spidla apostando por la razón.
"Nos hemos dado cuenta todos de que hay que tirar el freno y apaciguar la situación", expresó uno de los simpatizantes de Zeman, el diputado socialdemócrata Karel Splíchal.