Desmantelando el "Capitalismo de Nomenklatura" - I Parte
En todos los países de Europa del Este sin excepción, se dio el fenómeno de la clase comunista y privilegiada - la llamada nomenklatura - haciendo el intento de apoderarse de la planta productiva, flujos de capitales, oportunidades monopólicas y otros activos del Estado, cuando vislumbraban el final de su dictadura. Así, hicieron el intento de convertir su poder político en poder económico, el llamado "capitalismo de nomenklatura". Con esas palabras presenta el Sr. Fredo Arias King, especialista en transiciones de Europa del Este, su estudio titulado "Desmantelando el Capitalismo de la Nomenklatura". Hoy les ofrecemos la primera parte de este relato.
Existe de hecho una correlación positiva y altamente significativa entre, por un lado, el éxito de la nomenklatura de adueñarse de los activos del país, y, por el otro, el fracaso de la economía de dicho país. Además, en estos países la nomenklatura esencialmente volvió a convertir su poder económico en poder político, comenzando un círculo vicioso del cual pocos países han podido escapar. El clásico ejemplo es Ucrania.
Mientras los checos, estonios y húngaros heredaron una situación directa del comunismo, fue ligeramente más fácil para ellos, en teoría por lo menos (ya que los húngaros no lo hicieron), desmantelar lo que había de capitalismo de nomenklatura y tomar las medidas para prevenir su advenimiento. Más relevantes para Cuba posiblemente serán las situaciones de las "transiciones tardías" tales como Yugoslavia, Croacia, Eslovaquia y Rumania. Ahí, la élite comunista se aferró al poder algunos años después del colapso de la ideología comunista, y tuvo ese tiempo para poder adueñarse de la economía y de la planta productiva y financiera.
Un estudio estima que durante la presidencia de Franjo Tudjman en Croacia, 200 familias, en su totalidad de la previa clase política comunista, controlaban la mayor parte de la economía, y que de las 1,800 empresas privatizadas a esas familias, la mitad se encontraban en la insolvencia y recibiendo subsidios. En la Eslovaquia de Vladimír Meciar, la Rumania de Ion Iliescu y la Yugoslavia de Slobodan Milosevic, la situación era parecida: una clase oligárquica convive con colapso económico. En estos cuatro países se dio el fenómeno de la "transición tardía": Fuerzas democráticas eventualmente derrotaron al partido de la nomenklatura para llegar al poder.
Tres de dichos gobiernos han sido radicales en su programa de desmantelar el "capitalismo" que heredaron para poder construir un país más libre y normal. En Rumania, sin embargo, los gobiernos de Victor Ciorbea y Rade Vasile (1996) no tuvieron la estrategia ni el apoyo político para hacer un cambio radical. Lo que hicieron los reformadores en Yugoslavia (2000-01), Croacia (1999-2000) y Eslovaquia (1998) fue esencialmente lo mismo de lo que hicieron los reformadores checos (1989-90) y estonios (1991-2), solamente que su tarea fue más difícil ya que la enfermedad había progresado más.
El programa estonio, el más exitoso, consistió de lo siguiente. Primer paso: Desmantelar instituciones anacrónicas heredadas del pasado. Neutralizar y apoderarse de la policía política, confiscar sus archivos, edificios y equipo de espionaje. Despedir a la totalidad de sus miembros y reemplazarlos con gente nueva de la disidencia y otros elementos previamente no alineados. Más tarde pasar una ley prohibiendo a los colaboradores de dichas agencias de ocupar cargos públicos.
Confiscar en tu totalidad la propiedad del Partido Comunista, incluyendo sus edificios, instalaciones, archivos, terrenos, etc. Despedir los niveles altos y medianos del resto del gobierno, especialmente las instituciones más politizadas como el poder judicial, la procuraduría, la policía, los medios de comunicación, los bancos, las principales para estatales, etc. Provocar la bancarrota de los bancos existentes adueñados por la nomenklatura (y culpárselo a los comunistas) sin compensar a los accionistas de estos, sólo en ciertos casos a sus depositarios menores. Más tarde pasar una ley estricta bancaria que sólo los bancos extranjeros de buena reputación puedan cumplir. Una vez que las instituciones anacrónicas y extra-constitucionales del previo régimen sean liquidadas, será más difícil para ellos resistir los siguientes pasos.
Segundo paso: Implantar reformas económicas de estabilización y liberalización. Dichas reformas económicas irán lejos en evitar que las elites del previo régimen se aprovechen de los subsidios, inflación, arbitraje de precios, especulación, acceso privilegiado a permisos burocráticos y a información, para acumular recursos. La tarea del nuevo gobierno será implantar una reforma económica que logre dos objetivos inicialmente.
Reducir al mínimo los obstáculos para poder operar económicamente (en Polonia, por ejemplo, se decretó que a partir de enero de 1990, un emprendedor necesitaba de cero trámites para comenzar su pequeña empresa). Esto incluye no sólo registros y trámites, sino poder importar y exportar sin aranceles ni permisos especiales. Balancear el presupuesto y estabilizar la economía. Es un mito que los subsidios a las empresas para-estatales beneficien a sus trabajadores. Estos subsidios usualmente acaban en manos de los directores de dichas empresas, o sea, de la nomenklatura. El nuevo gobierno debe resistir las quejas y acusaciones de los existentes grupos de poder que exigen "vivir del presupuesto." Lo mejor que puede hacer el nuevo gobierno para su población común es eliminar aquél impuesto llamado la inflación.
Esto no quiere decir que el gobierno abandone su obligación de proveer educación, salud, seguridad y beneficios directos a los pobres. De hecho, habrá más recursos para estas tareas si se deja de subsidiar a la clase comunista. Estas dos medidas le quitan aun más poder a la nomenklatura, ya que no pueden extorsionar al orden embriónico para su propio beneficio, y se ven obligados a buscar una forma más digna de ganarse la vida.
Tercer paso. Restitución y privatización con enfoque social. Las reformas de propiedad pueden también, si son hechas apropiadamente, debilitar aún más las fuerzas extra-constitucionales heredadas del pasado, y beneficiar radicalmente a la gente común. Hubo varias formas de privatizar la propiedad "pública" heredada del comunismo. En retrospectiva, la menos eficiente y más injusta fue la llamada "privatización espontánea," la cual consistió en regalarles las fábricas a sus directores comunistas.
La privatización que se suele mencionar como la más eficiente y justa fue la implementada en Estonia. Esta combinaba los factores más positivos de tres privatizaciones previas, la alemana, la checa y la húngara. Las reformas de propiedad exitosas consistieron en lo siguiente: Restitución rápida pero balanceada. En los casos efectivos, las propiedades se retornaron a sus dueños originales (o a sus descendientes directos), pero teniendo cuidado que la gente que vive ahí no fuera desamparada.
Al igual que en la República Checa, en los casos donde hubo conflicto se le otorgaban vouchers adicionales a los previos dueños para comprar acciones en empresas, como compensación. Grandes latifundios no se restituyeron por miedo a masiva injusticia social. Esta restitución se hizo rápidamente, y creó una clase de dueños de la noche a la mañana. En Estonia, no hubo "privatización espontánea." Lo que se hizo con las grandes empresas del estado, fue regalarle el 49% de las acciones a la población (a través de vouchers) y venderle la parte controladora, el otro 51%, a un inversionista estratégico extranjero que aportara capital, conocimiento y control.
Así, las empresas están bien manejadas y hay inversión, mientras la población común se convierte en accionistas y obtienen propiedad y algo de riqueza automáticamente. Los pequeños negocios o servicios (peluquerías, talleres, heladerías) se regalaron o se vendieron por una suma simbólica a sus trabajadores.
Tanto la propiedad del Partido Comunista como aquella "propiedad privada" ilegalmente adueñada por miembros de la nomenklatura durante los últimos momentos de su dictadura, deberían de ser confiscada por el nuevo gobierno. Las empresas "joint ventures" con entidades extranjeras, se recomienda simplemente otorgar el 100% de dicho "joint venture" a la empresa extranjera, si esta es conocida y no se sospecha ser un "frente" nominalmente extranjero pero de capitales de la nomenklatura. Dichos casos se deben investigar y confiscar.