Del Museo del Café al molino de agua de Hoslovice

Hoslovice (Foto: autora)

En la presente ocasión queremos hablarles de dos lugares turísticos que recomendamos visitar cuando viajen a la República Checa. El primero es el Museo del Café que se encuentra en pleno centro de Praga.

En la presente ocasión queremos hablarles de dos lugares turísticos que recomendamos visitar cuando viajen a la República Checa.

El primero es el Museo del Café que se encuentra en pleno centro de Praga.

Para conocer el segundo, tendrán que ir a Bohemia del Sur. Allí, en medio de extensos prados rodeados de bosques, hay una pintoresca aldea llamada Hoslovice. Y en sus afueras está situado un antiguo molino de agua.

Este inmueble llama la atención de turistas, así como de especialistas, y es porque está hecho todo exclusivamente de madera, o sea que en su construcción no ha sido empleado ni un sólo tornillo, ni un sólo clavo de metal.

A unos cuantos metros del río Moldava, en Praga, en la isla de Kampa, fue inaugurado recientemente el Museo del Café, el primero en la República Checa. Su propietaria, Malgorzata Ebel, de origen polaco, se inspiró en el ejemplo de Viena, Ámsterdam, Barcelona y Londres, donde semejantes museos tienen ya larga tradición.

Hace unos diez años, la señora Ebel decidió abrir en Praga un comercio de café. La idea inicial la llevó a penetrar en los secretos del buen café para poder aconsejar a sus clientes y respetar los gustos de cada uno, según dijo Malgorzata Ebel en entrevista para Radio Praga.

“Entre dos cafés puede haber una gran diferencia. Estoy convencida que fui yo quien trajo a Praga el buen café. Cuando abrí mi comercio hace diez años, un café de calidad se vendía en pocos lugares. Actualmente la situación es diferente y en el mercado nacional de café existe una gran competencia”, dijo Ebel.

Con el paso del tiempo la comerciante abrió en Praga varias cafeterías, en las que fue ofreciendo las mejores especies de café del mundo entero. En sus viajes al exterior, Ebel comenzó a reunir al mismo tiempo diversos objetos vinculados con el café, hasta crear una amplia colección. Y fue entonces que se le ocurrió la idea de crear en Praga un museo dedicado al café.

“Comencé a realizar mi plan hace unos tres años, cuando descubrí que en casa tenía muchos objetos relacionados con el cultivo, el procesamiento y la preparación del café. Llegué a tal punto que no tenía dónde guardar esos objetos. Se me ocurrió que podía seguir el ejemplo de otras ciudades europeas y crear un museo, para compartir la colección con otras personas que se interesan por el café”, sostuvo Ebel.

En el Museo del Café en Praga el visitante puede ver juegos de porcelana para servir café, antiguos tostadores de granos de café, molinillos, cafeteras, filtros, coladores, así como muestras de 32 especies de café.

“Tengo aquí también libros sobre el cultivo y el procesamiento del café, así como leyendas relacionadas con ese producto. En un mapa especial el visitante puede conocer también el camino del café desde su cultivo y procesamiento, hasta que llega a ser servido al consumidor”, recalcó Ebel.

Algo realmente curioso es un diminuto juego de porcelana para café, como hecho para niños. La señora Ebel explicó que se trata más bien de una decoración, aunque no descartó que haya niños a los que sus padres les permiten consumir café desde pequeños. La propietaria del Museo del Café en Praga, Malgorzata Ebel, nos reveló también qué es lo que más se estima en el café.

“El aroma es lo fundamental del café y puede ser apreciado incluso por un niño. Las personas acostumbradas a tomar café conciben la cafeína, ya que les estimula. Pero si el café no tuviera cafeína, la gente podría percibir más el aroma del café”, sostuvo Malgorzata Ebel.

Al terminar el recorrido por el museo, el visitante puede servirse una taza de esa bebida estimulante. La señora Ebel ofrece un delicioso café hecho de una mezcla de una especie de café latinoamericano y dos africanas.


Foto: autora
Ahora nos trasladamos al sur de Bohemia, a la aldea de Hoslovice. Ésta se encuentra a unos 17 kilómetros de la ciudad de Strakonice, centro administrativo de la zona al pie de la sierra de Šumava.

Hoslovice conquistó fama en los últimos años por haber en ella una finca que se dedica a la producción agrícola ecológica y al turismo ecológico. Los visitantes pueden convertirse por un par de días en agricultores y ayudar en las faenas agrícolas en la granja, además de montar a caballo y realizar viajes en coches tirados por caballos.

En las afueras del pueblo el visitante encontrará además otro lugar de atractivo turístico. Se trata de un complejo de tres inmuebles, en el que domina un molino de agua, hecho todo de madera, cuya historia se remonta al medioevo, según nos dijo Tereza Součková, de la alcaldía de Hoslovice.

Foto: autora
“Los historiadores suponen que el molino se encontraba aquí antes del surgimiento de la aldea, o sea, en el siglo XII. En los documentos el molino de Hoslovice se menciona por primera vez en el siglo XIV y cuando se hizo un análisis químico de las vigas en el techo del inmueble, se confirmó que éstas datan realmente del siglo XIV”, sostuvo Součková.

En la República Checa, así como en otros países europeos hay varios molinos de agua y de viento muy antiguos. La singularidad del molino de Hoslovice radica en otras cuestiones que nos explica Tereza Součková.

”Todo se debe a la familia de molineros Harant que fue propietaria del inmueble hasta hace un par de años. Fue una familia muy conservadora que no aceptó ningún cambio. El molino fue construido todo de madera y otros materiales naturales, sin utilizar ni un solo instrumento o clavo de metal. En las postrimerías del siglo XIX, los Harant rechazaron también conectar sus inmuebles a la red de corriente eléctrica y alcantarillado”, señaló Součková.

Gracias, precisamente, a la testarudez de los descendientes de la familia Harant, el molino de Holsovice se conservó hasta la actualidad sin ser sometido a mayores cambios. El último Harant murió en el año 2004 y hasta sus últimos días vivió en armonía con la naturaleza, apartado del resto del mundo y sin interesarse por lo que pasaba a su alrededor.

Lo curioso es que los Harant nunca han pedido nada a nadie, ni han aceptado ayuda o subsidio alguno de parte de las autoridades del país. Vivían de su propio trabajo, apartados siempre del resto del mundo.

Quizás también por ese motivo el molino de Hoslovice se conservó tal cual hasta el presente.

Después de la muerte del último descendiente de la familia Harant, el molino de Hoslovice pasó a ser propiedad de la región de Bohemia del Sur. La administración regional sometió la obra a una amplia reconstrucción que costó unos 662 mil euros y durante la cual se respetó la tecnología de construcción original.

Foto: autora
El molino fue transformado en un museo al aire libre y abierto al público en el verano de 2008.

Según nos dijo Tereza Součková, de la alcaldía de Hoslovice, el molino local despertó amplio interés de representantes de la UNESCO, que prevén incluirlo en el Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Se estima que en el futuro podría volver a vivir en el molino una familia campesina que lo mantendría en funcionamiento. Para ello es necesario hallar a un especialista, capaz de mantener el molino en marcha sin recurrir a tecnologías avanzadas y que acepte vivir, al menos una parte del año, sin disponer de las ventajas tecnológicas que ofrece la era moderna, indicó Tereza Součková.

Hallar a alguien así puede resultar muy complicado, e incluso casi imposible.