Decretos de Benes nuevamente en el escenario

Palacio de Kinsky en la Plaza de la Ciudad Vieja en Praga

Los Decretos de Benes se convierten de nuevo en un tema controvertido en el escenario político checo. Los políticos buscan una vía legislativa de cómo impedir que las restituciones no rompan las relaciones de propiedad establecidas por esos Decretos.

El impulso sobre un nuevo debate arduo sobre los Decretos de Benes que tras la Segunda Guerra Mundial confiscaron la propiedad de los colaboradores con los nazis, fue el veredicto de un tribunal checo.

Ese veredicto devolvió al conde Frantisek Oldrich Kinský, residente en Argentina, una pequeña parte de los vastos dominios que su estirpe poseía en la antigua Checoslovaquia y que se estiman en 40 mil millones de coronas checas, mil 300 millones de euros.

El ministro de Cultura, Pavel Dostál, destacó que la propiedad de los Kinský fue confiscada a base de los Decretos de Benes que siguen siendo vigentes, pero los que el veredicto pone en duda. Convocó por ello una reunión de los líderes de la Cámara Baja con el fin de impedir que se repita algo semejante.

El abogado del conde Kinský, Jaroslav Capek, subraya que está espantado por el proceder de los políticos checos.

"Como jurista considero inaceptable que el poder legislativo, representado por el Parlamento, se inmiscuya en las decisiones de los tribunales, es decir, en la independencia del poder judicial".

La opinión de Jaroslav Capek se ve respaldada por otros juristas que sostienen que Frantisek Oldrich Kinský fue expropiado injustamente. Con los nazis no colaboró él sino su padre. Y como el propietario de los bienes de la estirpe de los Kinský fue Franti"ek Oldrich y no su padre, los Decretos de Benes no pudieron confiscar su propiedad. El conde Kinský no reivindica por ello la restitución de sus bienes sino que la confirmación de su derecho de propiedad.