“De los 40.000 edificios protegidos sólo 19 son de Posguerra”
Gris, fea y comunista. Con estos atributos se topa frecuentemente la arquitectura de posguerra en la República Checa. Pese a su valor arquitectónico, numerosos edificios acaban entre los dientes de excavadoras. En los próximos minutos hablaremos sobre la protección de la arquitectura de la época socialista.
La sociedad checa está dividida. Mientras que unos tachan la arquitectura socialista de repulsiva, de mal gusto e ideológica, otros admiran su valor arquitectónico y su testimonio de época.
Muchos edificios procedentes de la época de posguerra acaban demolidos para dar lugar a nuevas obras más modernas. Los especialistas lanzan el estado de alarma para impedir la liquidación de toda una época histórica y apelan al Ministerio de Cultura a que otorgue a los ejemplos más valiosos el estatuto de monumento protegido.
Uno de los problemas es que los mismos propietarios no se identifican con el aspecto de su propiedad y su opinión juega un importante papel en la decisión final del Ministerio de Cultura.
Según apuntó para Radio Praga el historiador de la arquitectura Petr Vorlík, de la Universidad Técnica de Praga, cada vez más arquitectos se esfuerzan en que varias obras de posguerra sean protegidas por el Estado.“Actualmente contamos con varios edificios que han obtenido el estatuto de monumento protegido, entre ellos el Instituto de Química Macromolecular en el barrio praguense de Břevnov, el centro comercial Máj en Národní třída, el edificio de la Asamblea Federal o el hotel Jalta en la Plaza de Venceslao. La torre de Ještěd en la ciudad de Liberec cuenta con el máximo grado de protección, que es comparable con monumentos como el Klementinum, el Castillo de Praga o Karlštejn. Lamentablemente, es la única obra”.
En comparación con las obras arquitectónicas procedentes de épocas anteriores, la protección de edificios del período socialista resulta escasa, sostiene Petr Vorlík.
“De la cantidad total de 40.000 monumentos protegidos en la República Checa, solamente 19 proceden de la época de la Posguerra. No es verdad que durante el socialismo se construyeran edificios de peor calidad y que los arquitectos no fueran suficientemente eruditos. En todas las épocas surge una arquitectura excepcional. Hay que recordar, por ejemplo, que ahora existe la posibilidad de que el monumento nacional Ještěd pueda ser incluido en la lista de la UNESCO, ya que representa una arquitectura única a nivel mundial”.
"La protección de edificios es atrasada y deficiente”
Mientras que la torre de Ještěd fue declarada en 2006 monumento nacional, el centro comercial del mismo nombre, del mismo arquitecto, y construido en la misma ciudad no tuvo tanta suerte. Pese a las numerosas protestas de comunidades de arquitectos y ciudadanos, las excavadoras acabaron en 2009 con esta obra de estilo estructuralista, que según varios especialistas era única y se adelantó su tiempo.
Con sus 8.000 m² representaba uno de los mayores centros comerciales del país y junto a la torre de Ještěd era el símbolo de la ciudad de Liberec. Hoy su lugar lo ocupa un nuevo centro comercial moderno. Según Petr Vorlík, el derecho privado frecuentemente supera el público.
“Y eso pese al hecho de que los edificios forman parte del espacio público y de nuestro patrimonio cultural. Obviamente, no todos los edificios pueden ser declarados monumentos nacionales, pero la cantidad de las obras protegidas por el Estado es muy baja. En este momento contamos con muy pocos edificios cuyos interiores se hayan conservado originales o con su fachada original de cristal. Comparado con Europa Occidental, es una vergüenza. En los próximos años desaparecerán muchos edificios más. Creo que desde este punto de vista estamos bastante atrasados”.
“El socialismo era más tolerante hacia los monumentos culturales de otros régimenes"
Curiosamente, la actitud del régimen comunista hacia la protección de la arquitectura de otros periodos era más favorable que la de las autoridades actuales hacia las obras procedentes de la época socialista, afirma Petr Vorlík.“En los “malditos” años cincuenta y sesenta socialistas, los edificios burgueses de la Primera República se declaraban monumentos nacionales. El régimen en los años sesenta era más tolerante hacia los monumentos culturales procedentes de otros regímenes que nosotros hoy día lo estamos hacia edificios socialistas. Es una vergüenza, ya que presumimos de tolerancia, pero la verdad es otra”.
De acuerdo con Vorlík, algunos edificios de Posguerra se reforman de forma para que “desaparezca su alma socialista”. Este fue uno de los argumentos que se dio en el caso de la Casa de la Música (Dům hudby) en la ciudad de Pardubice, cuya restauración conservará escasa autenticidad, según nos cuenta el estudiante de la arquitectura Adam Dvořák, cuyo proyecto universitario se ocupa de esta problemática.
“La reconstrucción de la Casa de la Música en Pardubice es bastante desafortunada. Su objetivo es quitar del edificio los elementos que se asocian al socialismo como, por ejemplo, los ladrillos de porcelana. La argumentación de las autoridades es superficial, sostienen que esta obra genera una impresión poco amigable. Creo que es una percepción de la generación mayor y que es mejor verlo objetivamente en lugar de asignarle emociones personales, las negativas”. Tras la caída del comunismo, las autoridades no tenían una actitud tan negativa como en la actualidad, sostiene la historiadora de la arquitectura Veronika Vicherková.“En los años noventa y poco después, muchos edificios llegaron a obtener el estatuto de monumentos nacionales. La última fue la Estación de Trenes de Cheb en 2016, pero eso ocurrió tras una larga pausa, ya que la penúltima, el centro comercial de Máj en Praga, obtuvo este estatuto en 2007, además después de una gran lucha. Desde entonces, la actitud de las autoridades responsables es negativa. La sociedad tampoco quiere proteger estas obras. Estos edificios son cada vez más antiguos, necesitan ser restaurados”.
Una época gris
De acuerdo con Petr Vorlík, la sociedad percibe la arquitectura socialista como “gris”, lo que adjudica parcialmente a la urbanización de viviendas prefabricadas de hormigón, conocida en checo como “paneláky”, y también al hecho de que muchos edificios contaban con escaso cuidado y pocas reformas.
“Lo “gris” se relacionaba frecuentemente con el fondo histórico arquitectónico del siglo XIX y los principios del siglo XX. Al contrario, la nueva arquitectura se diseñaba muy colorida, quizás intencionadamente. Es algo que deberíamos apreciar hoy día. Los edificios de los años setenta y ochenta no son aburridos, muchos son coloridos y expresivos. En la época de la normalización, los arquitectos tenían contactos con el extranjero, leían la prensa especializada y conocían el posmodernismo. Se construían edificios que trataban de ser ecológicos, trabajaban mejor con la luz solar y con la madera”.Uno de los problemas clave consiste en reconocer qué edificios son valiosos e icónicos y deberían ser conservados para las futuras generaciones.
“Creo que la magia de Praga y de todas las ciudades checas consiste en su variedad arquitectónica. El hecho de que nosotros rechacemos aceptar una parte de nuestra historia y tratemos de sustituir estos edificios con nuevos, es a costa de esta variedad y esta magia. Tenemos la arquitectura renacentista, la barroca, la del siglo XIX, la de vanguardia de entreguerras y de posguerra. Todas ellas forman la belleza de estas ciudades. Es una fusión peculiar, pero mágica. Al no aceptar la arquitectura de posguerra, borraremos esta belleza. Peculiares son también las arquitecturas de otras épocas, pero tal vez estamos más dispuestos a aceptarlas”.Petr Vorlík junto a sus compañeros de la Universidad Técnica de Praga actualmente solicitan al Ministerio de Cultura que incluya en la lista de monumentos protegidos el edificio de Parkhotel, situado en el barrio praguense de Holešovice. A su juicio, la obra representa una excelente muestra de modernismo en la arquitectura de los años sesenta. Otro edificio que aspira a entrar en la lista es el hotel Thermal en Karlovy Vary y el centro comercial Kotva en Praga.