Cuando los sueños se hacen realidad

Jan Voříšek, foto: Barbora Němcová

Jan Voříšek, médico checo que hace años se marchó a Holanda pero ahora vive en Georgia, figuró entre los galardonados el pasado viernes con el premio Gratias Agit del Ministerio de RR.EE. checo. Con Radio Praga compartió la historia de su vida y su trabajo.

Jan Voříšek,  foto: Barbora Němcová

Oriundo de la ciudad de Hradec Králové, Jan Voříšek comenzó a estudiar medicina en la Universidad Carolina de Praga. Más tarde emigró de la Checoslovaquia comunista porque quería vivir en libertad, según contó a Radio Praga en ocasión de recibir hace unos días en la capital checa el premio Gratias Agit por la propagación de la República Checa en el exterior.

”Siempre he deseado vivir en libertad, ser médico y practicar medicina, ayudar a curar a personas que realmente lo necesitan. Todas estas cosas se me han cumplido”.

”Tardó mucho tiempo a que decidiera marcharme, pero no quería quedarme en la Checoslovaquia bajo el régimen comunista. Cuando en el año 1968 el país fue ocupado por las tropas del Pacto de Varsovia aproveché la situación confusa y lo abandoné. Eso fue mi primer paso hacia la libertad. A mi familia los comunistas la catalogaban de burguesa, por lo que se me impedía ingresar en la universidad, a donde eran admitidos en primer lugar hijos de familias obreras. Pero al final me aceptaron en la Universidad Carolina. Los acontecimientos de agosto del 68´ aceleraron el proceso de mi decisión”.

Entonces Voříšek se encontraba de vacaciones en Holanda a donde fue a visitar a un amigo que antes había estado en Checoslovaquia. Al enterarse allí de la invasión al país de las tropas del Pacto de Varsovia, decidió no volver y permanecer en Holanda. Una semana más tarde llegó allá toda su familia y decidieron quedarse en ese país que los acogió. De acuerdo con Jan Voříšek, esa decisión influyó su futuro.

”Siempre he deseado tres cosas en mi vida. Vivir en condiciones de libertad, ser médico y practicar medicina, y en tercer lugar ayudar y curar a personas que realmente lo necesitan. Todas estas tres cosas se me han cumplido lo que es muy importante para mí. Es por eso que me siento muy bien”.

Gratias agit 2019,  foto: Barbora Němcová
En Holanda le fue facilitado concluir los estudios de medicina en Ámsterdam. Posteriormente trabajó como médico familiar, al tiempo que continuó especializándose en medicina tropical, ginecología y obstetricia. De un día a otro decidió marcharse a África y ayudar allí a los enfermos, como cuenta.

”Allí las personas me necesitaban más. Y eso es lo que siempre quería, ayudar a los necesitados. Mi mayor ejemplo había sido siempre el médico, teólogo, filósofo y misionero alemán Albert Schweitzer. No digo que quise irme justamente a Lambaréné en Gabón, pero quise ir allá donde no hay ningún médico y donde las personas no tienen gran perspectiva de sobrevivir en caso de enfermarse de gravedad. Para ser atendidos por un médico o en un hospital deben viajar unos dos días a caballo. Entonces decidí abandonar mi consultorio en Holanda e irme a África. El poder ayudar allí es lo que me dio mucha más alegría”.

A pesar de las difíciles condiciones que le tocaron en su trabajo en África, el médico checo insiste en que cuando uno realmente quiere, logra superar cualquier dificultad.

“Quise ir allá donde no hay ningún médico y donde las personas no tienen gran perspectiva de sobrevivir en caso de enfermarse de gravedad. Entonces decidí abandonar mi consultorio en Holanda e irme a África”.

”Estoy acostumbrado a improvisar. Cuando trabajé en África, no teníamos teléfono, vivíamos en una zona de montañas, fuera del aparato de rayos X no teníamos más nada que nos facilitara diagnosticar las enfermedades. Así que nos vimos obligados a hacer todo siguiendo el ejemplo de los médicos de antes, o sea, revisar detalladamente al paciente y confiar en mis conocimientos y experiencias. Lo que más me faltaba era el aparato de ultrasonido, porque en caso de algún embarazo con complicaciones resultaba difícil definir cómo había que proceder en el cuidado por la paciente. A veces no fue fácil, pero uno debe improvisar y el 80% de las cosas es posible lograr al escuchar y revisar uno bien al paciente”.

Más tarde Jan Voříšek trabajó doce años en África como consejero de una organización católica que brindaba ayuda en programas de desarrollo en diferentes países. Participó en la elaboración de proyectos y visitó un sinnúmero de lugares. Al abrirse Europa del Este le pidieron, como oriundo de un país de la zona, que viajara a la región para ver si podrían ayudar también allí. Visitó Chequia, Polonia, Hungría, Rumanía, Armenia y también Georgia. Este último país le atrajo de tal manera que pidió a la organización poder quedarse allí más tiempo y llevar a la práctica proyectos de desarrollo.

”Estoy acostumbrado a improvisar. Cuando trabajé en África, no teníamos teléfono, vivíamos en una zona de montañas, fuera del aparato de rayos X no teníamos más nada que nos facilitara diagnosticar las enfermedades”.

”Me quedé allí tres años y los proyectos avanzaban muy bien. Después de ese tiempo otra organización me pidió fundar allí un centro regional para proyectos de desarrollo y me quedé otros cinco años. Actualmente todo avanza allí muy bien. La primera organización que ayudé a fundar en Georgia cumplió hace poco 20 años de existencia, lo que es un gran éxito para una entidad sin fines de lucro. Se trata de un centro que se dedica a la capacitación de gerentes en diversos sectores, desde finanzas hasta medicina. Actualmente asisten a los cursos también funcionarios públicos. Todos se interesan ahora por esos cursos, pero hace unos 20 años no les tenían confianza o afirmaban que no los necesitaban”.

Estando en Georgia, Voříšek colaboró igualmente con la Agencia de Desarrollo Checa, y ayudó en la aplicación de un programa humanitario de asistencia a pacientes oncológicos. Esto incluía un programa de prevención en las aldeas más apartadas de Georgia Occidental, hasta ayuda en el cuidado por pacientes oncológicos en hospitales georgianos y cursos de capacitación para médicos y enfermeras.

El médico checo afirma que los resultados alcanzados son muy positivos. En el curso de un año se logró reducir del 70% al 30% por ejemplo, el número de mujeres con cáncer de mama desarrollado, gracias a una temprana diagnosis de la enfermedad. El proyecto se extendió posteriormente a otras regiones de Georgia.

Pero esas no son todas las actividades de Jan Voříšek. Durante cierto tiempo coordinó asimismo la política antidroga en los países del Cáucaso del Sur, como cuenta.

“Me solicitaron ayudar a prevenir el SIDA en países del Cáucaso, así como la hepatitis tipo B y C que se deben a las drogas. El mayor problema fue convencer a los médicos de que se trata de un problema serio. Porque o no se hablaba del tema, o nadie quería atender a las personas afectadas”.

”Cuando vivía todavía en Holanda, fui muy activo en lo que respecta a la prevención de las drogas y el SIDA. Trabajé en el grupo al que le fue encargado preparar un programa de prevención del SIDA. En África el problema es distinto, allí el SIDA está vinculado con el sexo, pero en Europa del Este se debe a la drogadicción. Y así es también en los países del Cáucaso. Me solicitaron ayudar a prevenir el SIDA, así como la hepatitis tipo B y C que se deben a las drogas. El mayor problema fue convencer a los médicos de que se trata realmente de un problema serio. Porque o no se hablaba del tema, o nadie quería atender a las personas afectadas”.

Hoy en día son patentes los cambios que se dieron en los últimos años también en este sector, sobre todo en Georgia, de acuerdo con Jan Voříšek, quien sostuvo que existen nuevos programas de prevención de la drogadicción promovidos por el propio Ministerio de Salud de Georgia.

En entrevista para Radio Praga el médico Jan Voříšek acotó que Georgia se ha convertido en su nuevo hogar. Su país de origen es Chequia, su segunda patria es Holanda que lo acogió y donde viven sus hijos, y Georgia es el país más cercano ahora a su corazón. Allí encontró a su actual esposa y un trabajo que le gusta y con el que ayuda a los necesitados, tal como siempre lo había deseado.

El premio Gratias Agit, del que Jan Voříšek se hizo acreedor este año, es otorgado anualmente por el Ministerio de RR.EE. checo en reconocimiento de la propagación del buen nombre de la República Checa en el exterior.