Crece la dependencia del campo checo de la ayuda europea

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El campo checo depende cada vez más de las subvenciones europeas. Como efecto secundario, el país pierde la capacidad competitiva en los mercados europeos.

Las ayudas europeas a la agricultura checa aumentan cada año. En 2010 alcanzaron un total de 1.500 millones de euros, es decir, cerca de 10.000 euros por persona al año.

Parece ser una buena noticia, pero no lo es. Las subvenciones se pagan por hectáreas plantadas, lo que favorece a la producción vegetal en detrimento de la animal. El país se convierte así en un proveedor barato de trigo, mientras que la carne y otros productos agrícolas se importan a precios elevados, advierte el presidente del Cámara Agraria, Jan Veleba.

“Desde el ingreso de la República Checa en la Unión Europea la producción animal se ha reducido notablemente. Desgraciadamente es el sector que más trabajo y más valor agregado da”, recalca Veleba.

La producción de carne avícola disminuyó un 18% el año pasado, la producción de carne de res, un 6%, la producción de leche, un 3,5%. Una profunda crisis se registra en la producción de carne de puerco, que se ha reducido en más del 30% durante los últimos tres años.

El principal motivo son los altos costes de la producción animal y la escasa ayuda por parte del Estado. Además, falta un concepto claro de la agricultura nacional, opina Veleba.

El ministro de Agricultura, Ivan Fuksa, es consciente de la alarmante situación que vive el sector. Pero, por el momento, es un callejón sin salida, según dice.

Ivan Fuksa
“La política agrícola de la Unión Europea está influida y en algunos aspectos hasta deformada por el otorgamiento de las subvenciones. Mientras esto no cambie, no nos queda otra posibilidad que continuar luchando por conseguir la mayor ayuda posible”, sostiene el ministro.

En Bruselas se debate en estos días sobre el presupuesto de la agricultura para los años 2014 hasta 2021.

La República Checa apela para que se reduzcan las subvenciones de la Unión Europea en este sector. Argumentan que la agricultura consume el 44 por ciento del presupuesto comunitario, mientras que participa sólo en un 4% en el Producto Interno Bruto.

Aboga también por la igualdad de ayudas para los antiguos y los nuevos Estados miembros. Actualmente, los que ingresaron en la Unión Europea antes del año 2004 reciben más dinero que los demás países comunitarios.