Comunistas y Campo Democrático II

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Esta vez les ofrecemos la segunda parte de la serie titulada Comunistas y Campo Democrático. Nos basamos en estudios preparados por el profesor Fredo Arias-King.

“La nomenklatura es una clase privilegiada que usó en su propio beneficio el monopolio político que logró por la vía de la revolución y que terminó por convertirse en una clase alejada del resto de la sociedad, parasitaria y un obstáculo insalvable para el desarrollo material y moral de la sociedad… Esos cuadros son ya materia inútil para la democracia que apenas se va a formar, pero como no son aterial inerte sino vivo, muy resentido y que puede mantener posiciones clave, pueden sabotear el futuro político… la nomenklatura no tiene ideología sino sólo mentalidad…”

Otra definición de nomenklatura es la siguiente: “miembros del Comité Central junto con altos funcionarios gubernamentales, directores industriales y tecnócratas que vivían en un mundo aparte… el sistema de la nomenklatura en sí se había convertido en un serio obstáculo para las reformas. Como dichas reformas amenazaban sus empleos y privilegios, luchaban furiosamente contra ellas”.

Sin duda, hubo varios individuos en las revoluciones originales que fueron atraídos al comunismo por razones patrióticas, de justicia social o por la lucha antifascista. Sin embargo, dicha “dictadura del proletariado” degeneró en la osificación y en un sistema donde rara vez los idealistas eran los que llegaban a las posiciones de poder y control. Saber con exactitud por qué la nomenklatura tiende a actuar de la forma en que actúa es una tarea difícil, pero se han llegado a trazar las siguientes explicaciones:

Oportunismo: En un sistema que no es reformado y que logra mantener el mismo personal y las mismas instituciones que en el pasado totalitario es más difícil que se consoliden las elite nuevas que no participaron en dicho sistema. Lógicamente, los que sí conocen son los que pueden aprovechar las oportunidades de acumular el poder económico y político a través de los controles, redes y estructuras monopólicas que presenta el viejo sistema.

Cuando se desvanecen los controles policíacos e ideológicos del antiguo régimen pero queda en su lugar el mismo personal se crea una atmósfera de libertinaje (free for all), lo que el economista sueco Anders Åslund llama “oportunidades de arbitraje”. Antes existía cierta disciplina ya que los comunistas esperaban “su turno” para llegar al poder según el orden del viejo sistema y las desviaciones se castigaban. Los grandes casos de corrupción y de nuevas elite multimillonarias suelen involucrar a ex miembros de la clase gobernante comunista o de las policías políticas.

En dichos cuadros políticos, se crea una atmósfera donde la exitosa deshonestidad se considera como honrada y hasta patriótica. El ex ministro de Finanzas de Rusia, el reformador Boris Fyodorov, mencionó que “Hay demasiada gente en altas posiciones en el gobierno ruso que consideran patriótico obtener cuantos préstamos del extranjero como puedan, para luego discretamente confabular para obtener perdones o reducciones de esas deudas”. La casta gobernante que se mantenía relativamente honesta a base no de una moral propia sino del miedo, ahora se siente con libertad de utilizar métodos cuestionables para su enriquecimiento ilícito. Irónicamente, varios de ellos genuinamente creen que lo que practican es “capitalismo”.

Intereses creados: Relacionado al primer punto, se sabe que varias reformas no fueron implementadas en varios países en transición porque las mismas perjudicarían los intereses de grupos específicos que se organizaban para impedir la liberalización. Este argumento de “resistencia burocrática” o de redes es utilizado por Gorbachov para explicar el fracaso de la perestroika. Mencionó el ex líder soviético que si lo pudiera hacer de nuevo, las reformas serían las mismas pero comenzaría con cambios institucionales primero.

Un estudio clasifica a la nomenklatura como un fenómeno “monolítico”, que penetraba todas las estructuras del sistema comunista, tales como el gobierno, sindicatos, órganos de seguridad, organizaciones culturales, empresas paraestatales, monopolios comerciales, etc. Dichos sectores en su forma original son los que más perderían dada una liberalización económica.

“Nuevos actores” (como emprendedores) son los que más se beneficiarían, pero éstos son anónimos y no dados a organizarse. Si se deja en su lugar, la nomenklatura no sólo tiene el incentivo, sino la herramienta, para prevenir la liberalización económica, y más aún si uno de sus miembros es el líder del país. El sistema de “frenos y balances” inspirado por Montesquieu, no funciona como debe cuando existe dicha nomenklatura.

La razón es que el sistema de obligaciones mutuas entre los miembros de ésta reduce, de facto, la independencia de los poderes y las instituciones. Otro estudio menciona que en todos los sistemas sociales, la mayor parte de las veces las lealtades de grupo son mayores que el intento de optimizar el desempeño del grupo. Por el contrario, ex disidentes como Havel o Wałęsa no provienen de este orden “monolítico” y no heredan lealtades para dichos grupos.

Auto-selección psicológica y moral: Aunque parece que aún no está demostrada una teoría global sobre este fenómeno, hay varios y persistentes casos que sugieren que existe un tipo de individuo que se atrae a un Estado totalitario sin importar su ideología, con tal de que se le permita desahogar sus problemas psicológicos espiando, robando, humillando y violando los derechos de otros seres humanos.

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