¿Cómo pasar la Nochevieja? Nada es imposible
¿Cómo vamos a pasar la Nochevieja? Esta pregunta diabólica preocupa a los checos siempre al acercarse la última noche del año. La mayoría opta al final por el sofá cómodo junto al televisor, con el mando a distancia y una copa en la mano, la mesa llena de tapas y unos petardos que se lanzan delante de la casa a medianoche. Pero no necesariamente tiene que ser así.
Los más conservadores abandonan sus hogares para dar la bienvenida al año nuevo en chalets escondidos bajo colchas de nieve en el seno de las montañas checas o de la vecina Eslovaquia. Pero antes de dedicarse a los festejos bulliciosos pueden practicar un poco de deporte.
En los Cárpatos Blancos, en la frontera checo-eslovaca, se celebra ya por la duodécima vez la caminata a la cima del monte Velká Javorina donde se encuentra la piedra de hermandad de los dos pueblos vecinos. Después de la marcha los checos y eslovacos festejarán junto al gran fuego en la plaza de Strání, el único pueblo en el territorio de la antigua Checoslovaquia donde a media noche aún suena el himno checoslovaco.
Los que se quedan en la metrópoli tienen la posibilidad de subir a un tren especial a cuyo bordo pueden despedirse del año viejo hasta la mañana. Los más valientes pueden saltar en paracaídas o elevarse por los aires en un globo, siempre que no nieve, no llueve, no haya niebla y viento.
Pero cualquiera que sea la decisión no pueden faltar los fuegos artificiales. Los maestros de juegos pirotécnicos de las tierras checas figuran, junto con los españoles, italianos, alemanes y norteamericanos, entre los mejores. El 31 de diciembre a las siete de la noche, el cielo sobre la planicie de Letná en Praga se teñirá con los más diversos colores que representarán los doce meses del año. Los aires quedarán saturados con silbatos y crujidos del espectáculo producido por Flash Barrandov Special Effects, compañía que diseñó efectos pirotécnicos para una fiesta de cumpleaños del sultán de Omán o para los conciertos de Rolling Stones y Michael Jackson en Praga.
Y para las doce campanadas que anunciarán la llegada del año 2004 faltarán pocas horas.