Cine tridimensional
Cuando los hermanos Lumier realizaron en 1895 las primeras proyecciones cinematográficas de un tren que llega a la estación, los espectadores en las primeras filas saltaron a un lado de sus asientos temiendo que la locomotora los atropellara. Hoy día nadie tiene miedo de las imágenes de dos dimensiones y la tecnología ha avanzado notablemente. En la actualidad ofrece incluso espectáculos tridimensionales. El único cine de ese tipo en la República Checa se encuentra en Praga.
"La pantalla mide 20 por 25 metros, es decir, que es la pantalla más grande que existe. Disponemos del sonido más nítido que se puede oír en un cine. El formato de la película es de 75 milímetros, el filme estándar es de 35 milímetros, etc., así que la experiencia es formidable".
El proyector especial pesa casi 600 kg y la luz proyectada por el mismo es tan clara que sería visible incluso en la Luna. La ventanilla de la película es 10 veces más grande que un fotograma habitual. Las películas proyectadas por la tecnología tridimensional son rodadas con una cámara especial cuatro veces más grande que los aparatos normales.
Para conseguir el efecto plástico se utilizan dos rollos de filme; uno es para el ojo izquierdo y otro para el ojo derecho. El espectador se pone en el cine unas gafas especiales para que cada ojo reciba la imagen por separado. En el cerebro se produce posteriormente la ilusión de una realidad tridimensional.
El resultado es impresionante, la película les absorbe totalmente. No obstante, Markéta Maríková, opina que en el futuro próximo el cine tridimensional no sustituirá al cine clásico, alegando que el cine Oskar IMAX ofrece también filmes de dos dimensiones.
"La película tridimensional con toda probabilidad no sustituirá a la de dos dimensiones, porque los costes para su creación son enormes. Creo que en la actualidad el espectador es, sobre todo, curioso y quiere ver cómo es la proyección tridimensional".
La dramaturgia del cine tridimensional se centra en proyectos en los que sobresale el efecto plástico. Por eso, en la mayoría de los casos se ruedan documentales sobre la naturaleza.
Imágenes del espacio, de selvas y del interior del cuerpo humano, entre otros, se combinan después con animación por ordenador. En Praga hoy día pueden volver virtualmente a la era prehistórica o sumergirse en el mundo de los abismos oceánicos.
Si se ponen las gafas especiales en el cine, la imagen borrosa proyectada a la enorme pantalla se convierte de repente en un mundo tridimensional y usted pasa a formar parte de la película.
La cámara se sumerge debajo de la superficie de agua y el espectador casi se extraña que su ropa haya quedado seca.
De repente, una morena pasa alrededor de usted. Parece que basta estirar la mano para tocar un cangrejo que camina por el fondo del océano o una langosta que se está quitando su caparazón. Poco después casi sienten los paralizadores tentáculos de las medusas.
Al ver una película tridimensional, en una sala de proyección con capacidad de 400 espectadores, de vez en cuando vale la pena echar un vistazo hacia atrás...
Es como si volvieran a los tiempos de los hermanos Lumier; muchos de los espectadores tratan de escaparse de un tiburón que enseña sus dientes o esquivar las imaginarias piedras que parecen estar a punto de alcanzarles...