Chequia se despide de la heroína que anunció la invasión de 1968

Kamila Moučková, foto: Martina Schneibergová

Falleció Kamila Moučková, la primera moderadora de televisión en Europa que informó a los checos en agosto de 1968 sobre la ocupación soviética. Su heroísmo le costó su carrera y 21 años de persecución.

Kamila Moučková en la película "Zvony z rákosu",  foto: Archivo de Post Bellum

El sueño de Kamila Moučková era convertirse en actriz. Tras aparecer en varias obras de teatro e incluso en algunas películas, la vida la llevó a la Radio Checoslovaca, donde se convirtió en la voz del noticiero durante cuatro años.

A pesar de su pasión por la radiodifusión, se sintió seducida por el nuevo medio que emergía en ese entonces, la televisión. En 1956 apareció por primera vez en las pantallas de la Televisión Checoslovaca y durante décadas presentó a los espectadores checos y eslovacos las noticias del día. Se convirtió en la primera mujer moderadora de televisión en Europa y en uno de los rostros más representativos del medio en Checoslovaquia.

Agosto de 1968 | Foto: Museo de la Ciudad de Praga

Su brillante carrera continuó hasta el 21 de agosto de 1968, cuando todo cambió. A las tres y media de la mañana fue informada de que las tropas del Pacto de Varsovia habían entrado en Checoslovaquia. Moučková se dirigió rápidamente al estudio. No obstante, los soldados soviéticos ya habían irrumpido en el edificio, como contó Moučková en una entrevista.

Kamila Moučková,  foto: Archivo de Post Bellum

“En el estudio se pusieron todos detrás de mí. Jirka Průcha movía la cámara para que todos vieran que tenía a mi espalda a soldados armados que, básicamente, me hicieron salir”.

A pesar de los cañones apuntándola, Moučková informó a los espectadores sobre la invasión. Cuando, muchos años después, le preguntaron sobre lo que sintió en aquel momento, dijo que, cada uno debía tomar una decisión.

“Uno simplemente no nace héroe. En cierto momento debes decidir de qué lado estás. Y yo pensé: yo gocé de enormes beneficios durante años, décadas. Así que tengo obligaciones hacia la nación”.

Kamila Moučková,  foto: Archivo de Post Bellum

Después de unos cuantos meses, Moučková desapareció de la pantalla por completo. Gracias a su padre, alto funcionario comunista, quien la había inscrito en el Partido Comunista de Checoslovaquia en su 18 cumpleaños, pudo dedicarse a una profesión que le encantaba, de locutora, y disfrutó enormemente del trabajo, a pesar de la censura.

No obstante, tras la invasión, el mismo régimen la condenó al aislamiento. Durante 21 años, Moučková solo pudo trabajar limpiando, en cantinas y haciendo bolsas de plástico. Y aún esos trabajos le costó conseguirlos. Moučková contó en una entrevista que nadie pensaba que la espera pudiese ser tan larga.

“El primer año o dos lo llevábamos bien, porque todos pensábamos que no era posible tal atrevimiento, que los poderes mundiales intervendrían, que no dejarían las cosas así. Pero sí que las dejaron. Los primeros años estábamos convencidos de que se irían y todo estaría bien. Pero tras el quinto o décimo año la nostalgia empezó a ser terrible y no fue nada agradable para mí”.

Václav Havel y Kamila Moučková,  foto: Archivo de Post Bellum

Moučková fue una de las primeras en firmar Carta 77 y, cuando por fin llegó la Revolución de Terciopelo, salió al balcón del edificio de la editorial Melantrich en la Plaza Venceslao a saludar a todos los que vinieron a celebrar el fin del comunismo. Y la multitud gritó su nombre, porque a pesar de las dos décadas que habían transcurrido, los checoslovacos no la habían olvidado. La antigua amiga del presidente Václav Havel describió el momento como el más extraordinario de su vida.

Tras la caída del comunismo, Moučková pudo regresar a la radio y a las pantallas y se dedicó a crear programas propios. Una posibilidad que describió como embriagadora después de haber trabajado largos años bajo el ojo crítico de la censura.

En 2013 el presidente Miloš Zeman le otorgó la Medalla al Mérito. Kamila Moučková falleció este martes 24 de noviembre a los 92 años.

Autor: Romana Marksová
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