Chequia celebra el Día de los Difuntos

Foto: Barbora Němcová

Como en otras partes de Europa, en el Día de los Difuntos los checos llevan a las tumbas de sus fallecidos flores y velas, a pesar de que muchos son ateos.

Foto: Barbora Němcová
La conmemoración de los Fieles Difuntos, conocida en checo popularmente como las Almitas (Dušičky) es fielmente seguida por los checos, a pesar de que se trata de una de las naciones menos creyentes de Europa, con dos tercios de la población sin reconocerse dentro de ninguna religión.

La tradición de honrar a los fallecidos con una visita al cementerio, y llevar a las tumbas flores y velas encendidas, es seguida por nueve de cada diez personas, de acuerdo con un estudio de la cadena de supermercados Albert. La región que más respeta la costumbre es Moravia, mientras que en Praga un cuarto de la población considera este día como una jornada más.

El sacerdote católico Vladimír Málek atribuye a la celebración un sentido de despedida y reconciliación.

Foto: Barbora Němcová
“Esta fiesta religiosa pone en contacto a nuestra sociedad con aquellos que fallecieron. Es también cierto llamado para que no dejemos solos a los que tienen que marchar o están cerca de la muerte. Para que no se marchen de este mundo en solitario en los hospitales. Si es posible, para que puedan marcharse en casa. Creo que la manera en la que una persona vive estos momentos hace que sea capaz de perdonar, de aceptar perdón, y congraciarse”.

Rezar por los que se han ido, pensar en ellos, hace más rápida, según la tradición, su llegada al cielo. Las velas deberían orientar el alma del muerto en su camino y las flores simbolizarían la vida después de la muerte.

El fiel seguimiento de esta celebración en Chequia hace que marque un hito en el calendario también para los comercios, sostiene Zuzana Holá, portavoz de los supermercados Lidl.

“La base de la cesta de la compra el día de Difuntos sigue siendo las velas de cementerio. Entre octubre y noviembre acaban en las cestas de nuestros clientes varias decenas de miles. Cada vez son más populares las velas de aceite, que aguantan ardiendo tres días. También crece el interés por los materiales naturales, las coronas con flores secas, pajas y piñas”.

Foto: Barbora Němcová
El origen del Día de los Fieles Difuntos, como el del Día de Todos los Santos, es la celebración celta de fin de año, en la que se creía que se desdibujaban las fronteras entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Una celebración parecida observaban los antiguos eslavos, y de hecho los checos son un pueblo eslavo establecido en territorio celta.

Tradicionalmente en las Tierras Checas se creía que la víspera del día de Difuntos, en el Día de Todos los Santos, las almas encerradas en el purgatorio podían salir y visitaban a los vivos. Se impregnaban las lámparas con aceite de mantequilla, para que los espíritus pudieran ungirse las quemaduras, y por la noche se bebía leche fresca, o se salpicaba con ella, para que las almas se refrescaran.

También se horneaban bollos en forma de hueso, con los que se obsequiaba a los mendigos en la entrada de las iglesias y a los pobres en general.

Las “Almitas” se celebran en Chequia desde el año 998, por iniciativa del abad Odilo, que quería así combatir los rituales paganos que se seguían practicando en Bohemia. Oficialmente el dos de noviembre es una fiesta católica desde el siglo XII, a partir de entonces se extendió por toda Europa occidental.

Autor: Carlos Ferrer
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