Chemi Escobar, un manchego retenido por una checa entre dardos y cerveza
Chemi Escobar lleva menos de un año viviendo en la República Checa, pero parece que tiene ya toda la vida resuelta: novia, trabajo, amigos,… A este jugador empedernido de dardos le salió un buen tiro cuando apuntó hacia Praga.
¿Saben donde están los molinos de viento más famosos del mundo? ¿No? El lugar de nacimiento de José Miguel Escobar, alias Chemi, no necesita tarjeta de presentación. ¿O sí?
“Soy de un pueblo de Ciudad Real, de Castilla-La Mancha, se llama Campo de Criptana, famoso por… bueno, todo el mundo lo sabe, por los molinos de viento del Quijote… o casi todo el mundo”.
Como casi todo manchego que va a estudiar una carrera universitaria, Chemi dejó su tierra por primera vez y ya no volvió más que de visita. En Madrid estudió Filología Inglesa. Al acabar sus estudios, se fue para dos meses a Inglaterra, a la ciudad de Manchester, y se quedó cuatro años. ¿Adivinan que trajo a Chemi a la República Checa? Nuestro amigo no es una excepción.
“Igual que en mi situación, tengo varios colegas aquí. Todos han conocido a la novia fuera de la República Checa. Pero al cabo de unos años, las checas tiran a su país. Están muy bien fuera para un tiempo, pero siempre vuelven, siempre se quieren quedar y siempre te arrastran. Las checas no pueden vivir sin su país. Y siempre te enganchan”.
En su caso, su novia le arrastró hasta la localidad de Chrudim, comparable a Campo de Criptana no solo en número de habitantes y encanto, sino también en oportunidades laborales. Así que la pareja ya estaba en la capital a los pocos meses. Chemi rápidamente consiguió trabajo en Air France, gracias a los varios idiomas que conoce, y se hizo con un buen grupo de amigos con sus respectivas novias.
“Hemos hecho un grupito bastante guapo y entre ellas también. Las hemos presentado y ellas quedan y así nos dejan libres para ver el fútbol, salir a tomar unas cervezas,... ¡Perfecto!”.
¿Qué más se le puede pedir a la vida? Chemi solo una cosa más: dardos. Si un día encuentran a este criptanense jugando una partidita, no piensen que lo hace por echar el rato.
“En Inglaterra fue donde me dio la pasión por los dardos, porque allí es deporte nacional. Se juega en todos lados a nivel profesional. Tuve la suerte de conocer a varios jugadores, incluso al campeón del mundo. Es un deporte entre comillas, que me gusta. También por qué soy muy competitivo. Es un deporte en el que juegas para ganar. Participar no vale de nada”.
En Praga, el destino le había colocado un local hecho a su medida al lado del trabajo.
“He descubierto este sitio donde estamos, que se llama Moskyt, en el que hay una pasión terrible por los dardos. Lo había dejado por un par de años, pero he retomado otra vez el juego. Me han elegido para formar parte de un equipo y jugar la liga nacional de dardos”.
Chemi nos cuenta como transcurre un día de competición con su equipo, el Moskyt Naex. Hay todo un reglamento no escrito en esto de los dardos.
“Las competiciones empiezan a las siete o las ocho de la tarde. Nosotros ya estamos allí desde las doce del mañana. Aquí lo de no tomarse una cerveza antes de jugar es un delito. Te tienes que tomar un par, y la verdad es que luego juegas mejor. Y si no has tomado nada te eliminan, eso está claro”.
Con una receta así, es imposible perder. ¡Muchos éxitos al Moskyt Naex!