Barrios sin calles pero con mucho verde. ¿Qué hacemos con los „sídliště”?
Un proyecto realizado por estudiantes de arquitectura de la Universidad Técnica de Praga ofrece posibles soluciones de futuro para los barrios periféricos de las grandes ciudades checas, los llamados „sídliště”, que presentan una problemática urbanística propia.
En los sídliště, los edificios están diseminados de forma aislada o en agrupaciones, y comunicados con vías asfaltadas, pero no forman calles como tales. El resultado son amplios espacios entre edificios, ocupados por zonas verdes, pero en los que es muy difícil orientarse y hacer una vida urbana como tiene lugar en un barrio normal. No hay sitios compartidos como plazas, terrazas, veredas o avenidas.
En sus comienzos, los paneláky supusieron un avance social, y el primer acceso a lujos como el agua corriente o la calefacción central para muchas familias que venían del campo. En los 80 empezaron a ser denostados por su impersonalidad y bajo valor estético, llegándose a ver más tarde como viviendas de escasa calidad símbolo del comunismo. En la actualidad, restaurados, con las fachadas pintadas, bien comunicados con el centro y al borde de zonas naturales, los sídliště representan una realidad compleja y contradictoria.El estudio de estos barrios es una de las dedicaciones de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Técnica de Praha (ČVUT), que recientemente puso en marcha entre sus estudiantes el proyecto ‘Sidliště, ¿Y ahora qué?’(Sídliště, jak dál? ). El director de la iniciativa, el doctor en arquitectura Michal Kohout, explica los objetivos.
“Encontrar varias herramientas y modelos para trabajar con la estructura de los barrios de paneláky. Esta estructura es distinta a la de una ciudad compacta normal, y este sistema específico de estructura necesita de enfoques específicos. Y también de las herramientas para trabajar con ello mientras este espacio se desarrolla a largo plazo. Como institución nos dedicamos en detalle a esta problemática”.En ‘Sidliště, ¿Y ahora qué?’, cada grupo de estudiantes se dedicó a planear el proyecto de revitalización de uno de estos barrios. Una de las herramientas utilizadas fue el uso de indicadores y estadísticas para comparar la realidad de estas zonas con las áreas urbanas normales y hallar así los puntos de conflicto, prosigue Kohout.
“En el marco del proyecto hemos valorado las estructuras de estas urbanizaciones, y podemos comparar sus valores con los de una ciudad corriente. Podemos decir por ejemplo que en los barrios de paneláky hay mucho espacio público, porque en Vinohrady hay, no sé, un 32%, en otro lugar, en Ořechov, 28%, y en Černý Most 82%. Y así podemos comparar y decir, por ejemplo, que la carga fiscal de estas zonas debería ser dos o tres veces mayor para poder mantener todo ese espacio público. Todo esto se manifiesta, y lo hace a través de la menor calidad de este espacio público”.
Del plano a la realidad
En total se analizaron y presentaron públicamente soluciones para seis sídliště. El último de los proyectos presentados fue el del barrio praguense de Černý Most, que tuvo lugar ante los mismos vecinos de la zona. La exposición de sus soluciones fue para las estudiantes un duro choque contra la realidad. Sus ideas y concepciones no fueron bien recibidos por los habitantes del barrio. Así se expresaba una de las vecinas.“No sé si las estudiantes se han paseado por Černý Most o si lo han visto solo sobre los planos. Lo que ellas consideran problemas para nosotros son ventajas. Por ejemplo, la calle sin salida donde yo vivo no tiene nada de malo, es muy tranquilo. Dicen también que hay demasiadas zonas verdes. Pero precisamente una ventaja de estos barrios es la tranquilidad y las zonas verdes. Al mismo tiempo no me gustaría que el tranvía pasara por aquí, es muy ruidoso, y creo que a la mayoría de los que estamos aquí tampoco”.
A pesar de las críticas, el proyecto puede ser considerado un éxito según sus organizadores porque precisamente se trataba de mostrar a los estudiantes la terrible complejidad que representan los sídliště y la dificultad de intentar buscar soluciones desde un punto de vista únicamente teórico.Estas zonas fueron diseñadas sobre grandes espacios, siguiendo principios distintos a los del urbanismo clásico, y el resultado son espacios ilegibles, en los que es difícil prever qué pasará si se altera un elemento, explica el arquitecto Filip Tittl.
“Si uno va por una calle de Žižkov y de repente hay un descampado, todo el mundo sabe que allí falta una casa. Y uno avanza y hay un parque y todos sabemos que ahí no se debe construir porque es un parque público. Entre el amplio público predomina un acuerdo sencillo y elemental sobre dónde se puede y no se puede construir. Pero en un barrio de paneláky, reconocer dónde se puede o no se puede alzar un nuevo edificio es difícil no solo para un laico, sino que se trata de un trabajo enormemente complicado para un experto, un arquitecto que tenga que proyectar algo en ese lugar”.En Alemania Oriental, después de la unificación, se optó por destruir los barrios de paneláky que estaban medio despoblados, en otros se hicieron modificaciones radicales, reduciendo la altura de los edificios a la mitad. En la República Checa la privatización se hizo creando cooperativas de propietarios, en las que un solo vecino en contra invalida cualquier cambio. Esto en la práctica imposibilitó legalmente deshacerse de los desprestigiados paneláky.
Los estudiantes de la Facultad de Arquitectura, más que destruir, proponen en sus proyectos nuevas construcciones, la complementación de los barrios mediante nuevos espacios. De acuerdo con Tittl, ese es el camino que se debería llevar.“Cualquier construcción no organizada en el lugar puede tener efectos indeseados y hacer mucho daño. Pero eso no significa que cada añadido sea un problema, y puede darse que una construcción concreta sea de gran ayuda. Este proyecto lo hemos hecho porque creemos que somos una institución independiente, somos una facultad de arquitectura, y detrás de nosotros no hay ningún constructor. Los proyectos que aquí se ven están realizados por estudiantes que está aprendiendo cómo hacer una ciudad de la mejor manera posible”.
De la uniformidad a la jerarquización del espacio público
Si hay que añadir, la clave es qué y cómo. Los sídliště presentan ante todo el problema de la baja confortabilidad y, podría decirse, asequibilidad, de sus espacios comunes. En su proyecto para Černý Most, la estudiante Eliška Korčáková, proponía la creación de pequeñas plazas como puntos de convivencia. En su opinión es necesario crear lo que ella denomina lugares agradables.“Son los lugares que son para nosotros tan automáticos que quizás no somos capaces de recordar su aspecto exacto, pero sabemos que nos sentimos bien allí, sabemos dónde se encuentran, y que podemos ir allí a sentarnos, que hay por ejemplo una cafetería o un bar en el que tomarnos una cerveza. Es ese lugar agradable del que tengo la sensación que es mi plaza, porque está cerca de mi casa, y que tengo una relación con ella, que formo parte de ella”.
A pesar del mal recibimiento general que ha tenido el proyecto entre los vecinos, el concepto mencionado por Korčáková es un buen punto de partida para mejorar la calidad de vida de estas zonas residenciales, señala el arquitecto David Tichý. Para crear lugares agradables, en primer lugar es necesario romper la uniformidad que caracteriza a los sídliště y distinguir, jerarquizar, los espacios públicos, los privados y, sobre todo, los semiprivados.“Si a la estructura estándar de estas urbanizaciones se consigue implementar la jerarquía de comprensión de este espacio, esto ayuda a la gente a comprender el espacio. Y no solo eso, sino que incita a la correcta administración del territorio, señala quién se tiene que encargar, si el Ayuntamiento, si una cooperativa de propietarios o un particular. La diversificación de propiedad es sana e importante a la hora de enriquecer la zona. Podemos imaginar por ejemplo que hay un jardín exterior que se marca haciendo que esté ligeramente elevado. Hay herramientas sencillas para indicar al paseante cuál es el espacio público principal y qué espacios tienen otro carácter”.
El futuro de unos barrios especialmente frágiles
En la consideración de los sídliště se ha avanzado mucho respecto a los años 90. Representan ahora zonas residenciales tranquilas, aunque aburridas, cerca de zonas naturales, bien comunicadas con el centro, ricas en espacios verdes, con servicios razonables y con cada vez más paneláky restaurados y de aspecto agradable. Sus problemas irresueltos hacen que haya sin embargo un germen de peligro que no deja de crecer, subraya Tichý.“Lo que se valora mucho en nuestros barrios de paneláky es su buena estructura de grupos sociales que lo habitan, que es medianamente rica. Por otro lado, las estadísticas indican que estas zonas a largo plazo, de forma paulatina, están siendo abandonadas por sus habitantes más pudientes”.
Lo sutil de esta evolución hace que sea menos visible por la opinión pública y que por tanto aumente el peligro de que un día se conviertan en zonas marginales. De ahí la importancia del proyecto ‘Sidliště’ ¿Y ahora qué%’ a la hora de formar una nueva generación de arquitectos y urbanistas, prosigue.
“Los representantes políticos no hacen frente a este problema, y de repente puede llegar un punto de inflexión, una situación en la que ya casi no podremos hacer nada. Por eso hablamos de fragilidad, porque es un problema que hay que solucionar mirando al futuro, con una visión para que este punto de no retorno nunca llegue. La fragilidad se basa en que al tratar de solucionar un fenómeno concreto, debido a la poca legibilidad y complejidad de estos barrios, puede empeorar todavía más el resto de problemas. Por eso es necesario solucionarlo todo junto, de forma compleja. Este proyecto intenta por eso mostrar qué niveles, qué estructuras, es necesario resolver de forma simultánea”.Los proyectos realizados en el marco de ‘Sidliště, ¿Y ahora qué?’ permanecerán expuestos hasta el 30 de junio en el Centro Comercial Černý Most o en el centro de tiempo libre Plecharna, situado en el mismo barrio.